Capítulo 9 parte II

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            La madre de Montse volvió a invitarnos a ir a la feria. Nos acomodados como la vez anterior y, mientras estábamos en el auto, decidí olvidar todo lo que había sucedido en la mañana. Olvidar lo que habíamos hablado, lo que habíamos dicho, cómo su rechazo implícito había dolido —sólo quería pasarla bien. Divertirme un rato con mis amigos. Y quizá molestar a mi mejor amigo porque era divertido y porque me encantaba verlo así. Pero sólo un poco.

—¿El enano está molesto? —pregunté en voz baja mientras los demás hablaban entre sí. Lo bueno era que, debido a que los dos íbamos en los asientos traseros y pegados a la puerta, prácticamente teníamos nuestra propia burbuja para hablar con comodidad sin temor a ser escuchados por los demás.

—¿Il inini istí militi? —me imitó y le pellizqué la cintura—. ¡Oye!

—Es tu culpa por remedarme.

—Es tu culpa por preguntarme cosas estúpidas.

—Es tu culpa por motivarme a preguntarte cosas estúpidas.

—Es tu culpa porque tu estupidez termina siendo contagiosa y, pum, Niall idiota a los cinco segundos.

Pero ahí Annel nos escuchó.

—¡Qué lindo! —exclamó después de gruñir de ternura—. ¡Mire, señora, Niall está confesando que se vuelve idiota cuando está con Zayn! ¡Son tan hermosos, ¿no cree?!

Solté una risa y sentí a mi mejor amigo pellizcarme la pierna.

—¡Oye!

—No te rías de esa clase de cosas estúpidas.

—Ah, ¿sólo me puedo reír de ti? ¿No me puedo reír de ninguna otra cosa que sea estúpida?

—¿Estás llamándome estúpido?

—¿Istís llimíndimi istípidi? —Me golpeó la pierna y le tomé la muñeca, retándolo—. ¡Ya basta! —Me dio un golpe con su pierna, por lo que le mordí el hombro y soltó un grito—. ¡Ya deja de molestarme!

—¡Tú amas que te moleste!

—Creo que esta conversación la hemos tenido antes —opiné y lo escuché reír un poco. Dejé ir su muñeca y dio un codazo hacia atrás, golpeándome—. Se supone que te gusta estar en mi pecho, genio; deja de darle golpes o ya no servirá.

—No me gusta estar ahí —respondió de inmediato y rodé los ojos.

—Pues igual deja de golpearlo, ¿sí? Que después me saldrá un morado y ya no tendrás sitio en el cual caer mágicamente por accidente o coincidencia o como sea que le llames.

—Si le sale un morado yo lo curo —aseguró—. Siempre ahí para el otro, ¿recuerdas?

—Eso no te da derecho a herirme.

—Yo nunca te hiero a propósito —Se cruzó de brazos, ofendido—. Me haces sentir culpable.

—Pues sí eres culpable, la verdad.

Me dio un golpe en la pierna y le di un jalón a uno de sus rizos.

—Sólo me haces sentir peor —lloriqueó y bajó la vista—. No, ya no me toques el pelo; estoy molesto.

—¿Mi enano está molesto?

—No soy enano y tampoco soy tuyo —Suspiró—. Pero sí, estoy molesto.

Homely [Ziall AU] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora