17: Preguntas y ninguna respuesta.

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«Mientras nos alejábamos de la escuela la inseguridad se elevó de manera cuadrática o quizás peor.

No había manera de volver, cohibirme y decirle que esto me daba miedo ya no era una opción. Estaba tan inquieto que no podía demostrarlo.

-¿Por qué no enciendes la radio? -Preguntó apaciguando el momento. Lo miré algo confundido, ¿Yo debo apretar botones de su lujoso carro?

-Am claro -Titube. Inmediatamente postre la yema de mis dedos de una manera tan torpe que hasta yo me hubiera burlado, cosa que hice internamente.

-¿Qué música escuchas? -Pregunto deteniéndose frente al semáforo en rojo.

-De todo un poco -Murmure indeciso

-Eso no ayuda mucho -Ágilmente abrió el maletero sacando CDs de muchas bandas que se me hacían conocidas pero que jamás había escuchado- ¿Escuchas Rage against the machine? -Me puso un álbum llamado "The battle of Los Angeles" que en la portada contenía la silueta de una persona levantado un brazo.

-No los escucho mucho si es que nunca -Dije temeroso

Una canción llamada Testify comenzó a perpetuar dentro de mis oídos; estaba llena de energía, llena de brutalidad, de ganas y una letra por demás magistral. Muy genial. Nunca había escuchado algo así.

Conforme el tema avanzaba Matthew aceleraba y pasaba como toda una estrella -o quizás como todo un rebelde los años 60- las calles y avenidas de Londres. Se sabía la canción aunque fuera algo rápida hasta imitaba los sonidos de la guitarra.

Ya no me importaba tanto desaparecer así sin más. Es cómo sí los nervios desaparecieran de una forma eficaz y muy veloz. Además, Bellamy se sentía más agradable y relajado con esa música para locos.

-¿Qué te parece? -Pregunto viéndome de reojo meneando su cabeza al ton y son.

-Tienen un buen estilo. Jamás había escuchado algo así -Murmuré

-Pues deberías escucharles más seguido, quizá se te pegue algo

¿Se me pegue algo? ¿Qué significa eso?

-¿Sí lo hago me dirá a dónde vamos? -Pregunte irónicamente y con una pizca de humor

Él rio un poco.

-Iremos a Qtro Café, ¿Correcto? -Respondió serenamente.

-¿Tomaremos café?

-No, sólo que allí hay un ambiente agradable.

La guitarra me envolvió en todos los sentidos. ¿Para qué preguntarse algo que no tiene respuesta por ahora?

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Rayana había llegado al caserón de su amigo para cumplir la tarea que le había sido asignada con mucha dedicación: Estar al pendiente de un joven de 17 años.

Ella conoció a Malcolm cuando era un niño de 4 años; Un niño sonriente con hoyuelos marcarse en sus redondas mejillas rosadas, muy enérgico. Lleno de vida y preguntas que nadie le respondía. "-Es muy lindo" le dijo, "¿Y cómo se llama?". "-Malcolm".

"-¿Y su mamá dónde está?" Le preguntó a Dominic en cuanto estuvieron a solas. "-3 metros bajo tierra". "-¿Qué?"; "-Él cree que nos ha dejado y más vale que lo siga creyendo".

Y así fue. Justo como lo dijo. Malcolm, desde los 3 años ha crecido creyendo que su madre, una tal Antonella, los abandono a su suerte cuando en realidad había fallecido por una sobredosis cuando él tenía cuatro meses de edad.

Los recuerdos le llegaron de golpe. Una pequeña lagrima bajo por su mejilla cuando un Malcolm de 5 años llego a su mente; "-Ray, ¿Quisieras ser mi mami?"; Le pregunto dulcemente con una flor recién cortada del césped. "-¡Claro que sí, cariño! ¿Por qué?" "-En la escuela habrá un festival y yo soy el único que no tiene mamá".

Al paso del tiempo dejo de llamarle Ray. Dejo de contarle sus vivencias en el colegio, de las niñas que le gustaban y los niños que no le agradaban. Dejo de invitarla a sus fiestas de cumpleaños. Dejo de pedirle ser su mamá.

Él había cambiado.

Cuando termino de instalarse en su habitación, fue a la habitación de Dominic. Tanner no se preocupaba por ello, Rayana podía entrar y salir a cualquier habitación a la hora que quisiese. Era una amiga íntima de la familia.

Las cuatro paredes que envolvían el sueño de Dominic parecían ser cinco. Era realmente grande aunque no estuviera llena de muebles. Sólo contaba con una King size, un tocador, un diván, una lámpara de decoración, una pantalla de plasma -de sabrá Dios cuantas pulgadas- y un clóset.

Abrió las cortinas y abrió las ventanas para que entrara algo de frescura. Ver el entorno tan vacío de Dominic le hacía pensar que así debía sentir él; Solo.

Entonces los recuerdos seguían persiguiéndole.

¿Dónde estarían las fotografías?

Sin perder más tiempo se dirigió al clóset. En medio de tanta ropa inútil que pareciera ser la misma, como en toda película, debía haber un álbum fotográfico que le sacaría una lágrima a todo aquel que lo viera ¿No?

Rayana entonces se subió a una caja y en los compartimentos de arriba no halló mucho. Sólo revistas, libros viejos, una biblia, y... Una misteriosa caja.

Al bajarla pesaba demasiado. Estaba llena de polvo y desprendía un olor a humedad.

Repentinamente la soltó al piso. El sonido al caer sólo afirmaba que estaba llena de hojas y fotos.

Julio de 1998 y una foto grupal del Teignmouth Institute.

Y ahí estaba Dominic, mostrándose sonriente como siempre. Una sonrisa fingida claro. No podía ser el mismo luego de lo ocurrido en tan poco tiempo y peor aún, 3 meses más tarde nacería su hijo.

Diciembre de 1984, Dominic cumplía 7 años.

Había una tarta y muchos globos. Su padre serio y su madre sonriente.

Muchas fotografías de Dominic en distintas partes de su vida, algo que a ella no le interesaba mucho.

Tras aventar muchas fotos y papeles, encontró las mejores tomas de Malcolm, desde que estaba dentro de su madre hasta los catorce cuando decidió no posar más para la cámara familiar.

Y sólo ahí pudo conocer a Antonella.

Tenía muchos rasgos que compartía con Malcolm, como su nariz, las mejillas y los labios. Lo demás le pertenencia a Dominic.

Era hermosa, muy hermosa, pero también muy demacrada por la falta de droga en los primeros 4 meses de su embarazo.

¿Acaso sabrá que su madre fue una adicta a la cocaína o a la mierda que fuera?

Cualquier experto en la materia diría que Malcolm tuvo que nacer con algún tipo de malformación y/o enfermad luego de tanta porquería que su progenitora se metía aún con él adentro.

Pero no.

Malcolm James Howard había nacido en perfecto estado casi de milagro; pesando 3 kilos con 900 gramos. No había señales de algún problema. Todo estaba bien con él, cosa que al mismo padre le causo mucha sorpresa.

Y en verdad, ¿Acaso Malcolm conocía a su madre?

¿Qué era lo que buscaba Malcolm?

Someday | BellDomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora