Capítulo uno: Dos pie izquierdo

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Sentado en la oficina miraba Facebook, varios amigos habían decidido emprender vuelo al extranjero y le gustaba sapear' las fotos que subían. Su teléfono comenzó a vibrar y con rapidez caminó hasta el baño.

- ¿Aló? - contestó casi en un susurro.

- Buenas tardes, ¿Oscar Navarro? - una mujer le hablaba

- Sí con él, ¿Con quién hablo? - miraba por la puerta para ver si su jefe no se asomaba.

- Soy María Freyl, directora del colegio San Viator - Hizo una pausa - Mire seré directa, hemos tenido varios problemas con su hijo este último tiempo pero, hoy Jaime sobrepasó el límite - Suspiró - Don Oscar, necesitamos que venga inmediatamente al colegio, nosotros debemos tomar cartas en el asunto.

- ¿Puedo saber qué hizo? - El rapero se soltó un poco el nudo de la corbata.

- Don Oscar, su hijo casi mata a su compañero de curso empujándolo por la escalera.

Llevaba un día con la custodia de su único hijo, su ex mujer había encontrado un esposo adinerado y con él había tenido dos hijos más. Claro, el weón había decidido que no podía criar tres niños y la muy prostituta le había entregado mediante abogados al pequeño que hace cinco años le había negado. Hombre y niño se conocían por las visitas de día Domingo, dos veces al mes donde el mayor siempre era puntual. Queria a su hijo, es más, podríamos asegurar que lo amaba más que a su vida pero, meterle un niño a la fuerza a un hombre que acostumbra ser soltero, homosexual, fumador de hierba y alcohólico de fin de semana no era una buena opción. No se negó a recibirlo en su casa, pero necesitaba un tiempo para organizar su vida, tiempo que Catalina le negó y ahora nuestro protagonista no sabía que hacer.

- Permiso - Entró en la oficina de su jefe - ¿Puedo pedirle un favor?.

El hombre, un barbón de quizás sesenta o setenta años lo miró con el ceño levemente fruncido, lo invitó con su mano a entrar y a tomar asiento.

- Lo que pasa es que necesito retirarme temprano hoy - El tipo rió - Es una urgencia.

- ¿Tu nombre? - ¿De verdad le estaba preguntando su nombre? Llevaba trabajando casi siete años en el mismo lugar, en el mismo puesto.

- Oscar - Respondió cortante.

- Muy bien Oscar te haré una pregunta, ¿Tú no notas lo atareados qué estamos en la empresa? - El rapero lo miraba - ¿Eres Estúpido Oscar?

- No me insulte señor, yo ya terminé mi parte, estoy adelantando - Su teléfono comenzó a vibrar - Yo estoy adelantando lo de mañana.

- Perfecto, continua tu trabajo - El tipo dejó de mirarlo para concentrarse en su computadora.

- Es una urgencia señor - El hombre lo miró con prepotencia - Tengo que irme.

- Mira, la cosa será muy simple - El jefe se levantó - Si tu pasas esa puerta - Señaló la puerta de entrada a la empresa - No vuelvas mañana - Sonrió cínico.

- Señor no me puede hacer ésto, llevo trabajando siete años para la empresa, soy su mejor informático - Se acercó al hombre - Es una urgencia.
- Mira Oscar, aprovecharemos éste momento para cerrar tu contrato - el jefe volvió a su puesto - Oscar, ¿Oscar cuánto? - le preguntó revisando su computador.

- Oscar Navarro - su teléfono volvió a vibrar.

- Necesito que firmes aquí - Le enseñó su finiquito - Y espero tu urgencia valga la pena.

Terminó saliendo de la oficina frustrado y golpeando todo lo que tenía cerca se subió a su auto, ¿Qué se supone que haría ahora?. Cuando llegó al colegio el muchacho estaba sentado fuera de inspectoria, se notaba acalorado y sus mejillas tenían un tono carmín.

Jaime era un muchacho bajo para su edad, siendo lo normal 123 cm, el pequeño no sobrepasaba los 110 cm. Su cabello heredado de su madre era rizado de un color castaño oscuro y sus ojos de color marrón llamaban la atención por unas pestañas onduladas perfectas. No tenía ni un parecido con su padre pero, quizás el carácter lo había heredado de él.

- Oye - Se acercó Oscar al niño que al levantar la vista le enseñó un notable corte en su labio - ¿Qué pasó con vo'? - Le sonrió hincandose frente a él y con el pulgar recorrer su labio inferior, delicadamente sobre la herida.

- Señor Navarro - Una mujer le habló desde la puerta de inspectoria - Deberíamos hablar los tres.

Al entrar se ganaron la mirada de todos, una de reproche que intimidaban a cualquiera. Se sentaron en el escritorio de la directora y la mujer comenzó su monólogo.

- Usted entenderá que como institución no podemos permitir un trato así entre alumnos, el perfil de nuestra escuela debe ser intachable y por lo mismo - Respiró - Debemos tomar cartas en el asunto de Jaime - El chico levantó la vista para mirarla - No es primera vez que debemos llamar al apoderado del muchacho, tampoco que debemos sancionarlo por su actitud pero, ésta vez señor Navarro el niño superó el límite - Oscar asintió, ¿ Qué más debía hacer en su primera citación? - Y su sanción como fue hablado con anterioridad con su mujer - "ex mujer" pensó - Es la expulsión.

- ¿Qué? No, no puede echarlo en ésta época del año, no lo aceptarán en ninguna escuela - la mujer le acercó unos papeles.

- Lo sentimos mucho señor Navarro, la situación ya nos superó como establecimiento y el niño es un peligro para sus compañeros - Me tendió un papel - Por favor firme aquí.

Y firmé, como si el día no pudiera ir peor. Al llegar a casa Jaime se sentó frente al televisor, sin prenderlo se quedó en esa posición hasta que yo terminé de preparar algo para comer, moría por fumarme un pito y saliendo al balcón del departamento me senté en la única silla, saqué el pito de la cajetilla que tenía escondida y lo prendí. Mirando por la ventana veía al chico que aún sentado jugaba con sus manos, como si se hubiera auto castigado. No pude evitar reír, claro hasta que sonó el timbre.

Apagué el pito antes de abrir, era mi casero y me traía la última noticia que necesitaba para cagarme la existencia. Había subido el valor del arriendo casi en un 30%, un precio que yo en ésta situación no podía pagar. Me dió hasta fin de mes para dejar la casa y quedaban cuatro malditos días para fin de mes.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora