Capítulo trece: Mientes.

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— Bien Oscar, trabajaremos lo psicológico con  tu hijo ahora, él necesita entender que lo que le pasaba no es normal,  y que todo eso puede ser eliminado con ternura y respeto — La psicóloga escribía en un cuaderno — Trabajaremos juntos por mucho tiempo y todas nuestras conversaciones y las del niño serán grabadas por su seguridad — El rapero asintió — ¿Tu tienes claro el abuso que sufrió tu hijo?.

— Nada concreto, no dijo cosas que nosotros interpretamos como abusos pero, él no nos aseguró que se lo violaban. Yo lo fui a dejar donde la mamá el fin de semana, el viernes en la tarde y en la mañana él me llamó llorando y asustado que lo fuera a buscar, cuando llegué golpee la puerta y él intentaba forcejearla para abrirla — La mujer lo escuchaba con atención — Cuando la mamá se dio cuenta Intentó que no me diera cuenta que ellos estaban ahí pero el Jaime comenzó a gritar y yo la amenacé con llamar a Carabineros. Ella abrió y el niño corrió hasta donde estaba yo, estaba todo mojado no había alcanzado a llegar al baño y tiritaba.

— ¿Cuándo pasó eso? — Preguntó la mujer escribiendo en su cuaderno.

— Ayer en la noche le pegó y hoy en la mañana yo lo fui a buscar — El rapero  miraba con atención a la mujer.

— Bien, él no me contó ésto Don Oscar — La mujer suspiró — Él me dijo que los moretones llevaban mucho tiempo en su rostro.

— ¿Qué le contó entonces? — el rapero frunció el ceño.

— Su hijo me contó que su abuela lo fotografiaba cuando se estaba bañando y que tocaba sus partes íntimas — Soltó intentando no ser muy brusca.

— ¿Su abuela? — Quedó marcando ocupado el rapero — ¿Y su abuelo?, ¿Le dijo algo de Don Tomás o el Tata? — La mujer negó con la cabeza — yo en la mañana tuve que ir a dejar a un amigo y mi papá bañó al Jaime — Soltó pensando en voz alta — Él me dijo que el niño tenía marcas en el cuerpo muy de violaciones.

— Señor, su hijo está ocultando muchas cosas — la mujer se levantó — Debemos tener cuidado, por el momento él solo me nombró a su abuela y que su madre no lo cuidaba como a sus hermanas.

— ¿Qué puedo hacer yo? — La psicóloga le entregó un vaso de agua que el rapero dejó en el escritorio. Sentía un nudo en la garganta y temía que solo un sorbo lo hiciera vomitar.

— Tiene que lograr un cambio en el niño, que él confié en usted y le cuente las cosas que le han hecho, no tenemos pruebas de golpes.

— Yo tengo un audio — La interrumpió Oscar sacando su celular — No me acordaba pero, yo lo grabé en la mañana cuando gritaba que no le pegaran y cuando salió corriendo — Puso el vídeo donde se escuchaba claramente.

— ¿Tiene mucha información en esa tarjeta de memoria? — El rapero quedo pensando y después de unos minutos negó con la cabeza — déjemela como prueba, ahora todo sirve, intente hablar con los vecinos de su ex mujer. Haremos todo lo posible para que su hijo no siga sufriendo pero, tenga claro que su homosexualidad puede ser un gran impedimento. No sabemos con que juez le puede tocar.

— Yo tengo la custodia de jaime, ¿usted cree que intenten quitármelo? — La psicóloga levantó los hombros — Cualquier cosa le doy la custodia a mis papás, haré cualquier weá pa' que no siga pasándolo mal.

— Comience enseñándole que la vida que llevaba no era normal, ni una buena vida — Oscar asintió.

Se retiró de la comisaría con el estómago revuelto, estaba cansado y tenia una resaca de esas que pocas veces le daban. Se subió al auto y puso un rap lo más fuerte que podía, cantando intentaba no dormirse. Cuando llegó a casa se dio cuenta que sus padres aún no llegaban y acostándose en la cama se quedó dormido. No supo de su cuerpo hasta las cinco de la tarde, sus padres habían llegado recién y a Jaime le dieron la misión de despertarlo.

— ¿Papá? — Susurró el ruliento acercándose al hombre — ¿Papi?.

No fue hasta que estuvo cerca que Oscar despertó y logró llegar a la mesa para comer. El resto del fin de semana se lo pasaron entre películas y comida chatarra. Los abuelos del pequeño se habían encargado de regalonear a los dos hombres menores como cuando el rapero tenía cinco años. Solo le quedaba un día para volver a colegio y menos de un mes para cumplir  nueve años, nervioso cerró los ojos  la noche del domingo para pedir que le fuera bien en el colegio, le habían comprado todo nuevo y se sentía feliz. Sabía que como siempre eso no le duraría para siempre y ahora incluso, había durado mucho.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora