Capítulo once: Hubiera sido distinto.

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— ¿Dónde te dejo? — Preguntó el rapero cuando subió al auto.

— En la casa del Iván — Sonrió Nicolás

— Puedo dejarte en tu casa weón — Oscar hizo partir el auto.

— Tengo que encontrarme con el choreza — Soltó Naiko sin ganas, no tenía ganas de volver a verlo al contrario de lo que le pasaba con Bestia del cual no quería separarse.

— ¿Por qué no terminai' con él? — Bufó el rapero y el silencio inundó el automóvil.

— Lo haría si me lo pidieras — Susurró Nicolás mirando por la ventana, tan bajo que el rapero no fue capaz de escuchar.

Dejó al más bajo en la puerta de la casa de Iván, era tan temprano que nadie aún se había levantado. Se despidieron solo con la mano, Nicolás pensando que incomodaría al mayor y Oscar con la idea de que Naiko amaba a su pareja. Volvió a su casa lo más rápido que podía, debía bañar al chico y llevarlo al médico a constatar lesiones. No permitiría que su hijo fuera tocado nuevamente en su poder ni en el poder de nadie.

Al llegar se topó con su papá quien lo miró inmediatamente con la ceja alzada, se le notaba muy bien la noche de fiesta al rapero.

— ¿Y vo'? — Intentó sonar enfadado el hombre, pero más que enojado sonó preocupado.

— ¿Te despertó el Jaime? — Asintió — Viste como lo dejo el conchetumare entonces — Joaquín suspiró — ¿Mi mamá lo vio?

— Aún duerme — Se levantó — No te veo en estado de ir a constatar lesiones con él.

— Me baño y voy, que se me pase un poco la cara de curao —Oscar caminó hasta el dormitorio y dandole una mirada al niño que dormía sacó su ropa y se fue al baño.

Se sentía ahogado y con los ojos ardiendo, definitivamente éste no era su semana y no sería su mes. No entendía como no se había dado cuenta antes, pero ahora entendía porque Catalina no lo dejaba ver seguido al chico y eso lo enfadaba mucho más con ella.

Terminó de bañarse y con el chico aún dormido comenzó a vestirlo. Tiró el poleron de Naiko a la lavadora y se sirvió un café cargado con unas galletas. Su padre le contó lo que había hablado con Jaime, y como todos los sábado esperó a Berta para ir a la feria.

— Oye bebé — Sonrió la mamá de Oscar — Estaba pensando comprarle una camita al niño.

— ¿Y dónde nos vamos a meter otra cama mujer? — Rió Joaquín — A menos que lo tiremos en el techo es imposible.

— No quiero dormir en el techo — Jaime se restregaba los ojos en el pasillo. Berta fue la que gritó asustandolos a todos.

— Dios mío hijo que te hicieron — Se acercó corriendo al niño y repasando cada moreton que ahora eran mucho más notorios miró a Oscar.

— El papá te cuenta después — Bestia se acercó al niño — hijo hoy tenemos que ir a Carabineros — El niño negó con rapidez — Hijo él no te puede pegar más.

— Pero me voy a ir a un orfanato, mi mamá dijo que me iría a un orfanato si le contaba a Carabineros — Comenzó a llorar e inmediatamente su abuela lo abrazó. Un abrazo que al niño hizo sentir protegido como nunca antes.

— Amor — Susurró la mujer — ¿Nosotros te hemos hecho algo que no te guste? — Jaime negó con la cabeza — ¿Algo qué te duela? — Negó nuevamente mirándola — y mientras no lo hagamos hijo no te irás a un orfanato. Y creeme bebé que el papá y los abuelos nunca más dejaremos que alguien te haga algo que no te guste — Jaime miró a su papá.

— Obvio, yo te dije en la mañana que nadie más te haría algo mientras yo te este cuidando. — Sonrió.

— Pero para eso tienes que ayudarnos — Soltó Joaquín — Tienes que contarle a Carabineros lo que Enrique te hace, lo que tus abuelos te hacen y así no pueda volver a hacerlo. Si no, ellos vendrán a buscarte y nosotros tendremos que dejar que te lleven.

— ¿Y para qué? — Sollozó el niño — Ya me acostumbré, ya soy fuerte y puedo aguantarme.

— Pero no es la idea — Oscar comenzó a llorar sin poder aguantarlo — Sé que tienes miedo, que estás dolido conmigo y no confías en mí pero, ahora necesito que lo hagas.

— No — Jaime negó con la cabeza — Yo le creo a mi mamá y ella me dijo que tú no me querías y por eso me abandonaste.

— No Jaime, yo no te abandoné — Oscar se hincó frente al menor — Yo me di cuenta que las mujeres no me gustan y tu mamá se enojó mucho por eso. Ella como castigo me prohibió verte, yo solo podía visitarte un día al mes porque ella así lo quería.

— Si tu hubieras peleado por mí — Jaime limpió las lágrimas de su rostro con el poleron — Si tu me hubieras ido a buscar todos los fin de semanas, la abuela no me habría tenido que cuidar y ella no me habría tocado papá.

— Jaime, si yo te hubiera ido a buscar muchas cosas no habrían pasado pero, tu madre tenía una constancia en Carabineros. Dijo que yo la golpeaba por eso no podía acercarme a la casa o me iría detenido — El niño miró al piso — Yo nunca le pegué a tu mamá, nunca te pegué a ti pero, su familia decía que sí.

El menor estaba confundido, no entendía muchas cosas aún y todo lo que había pensado hace solo unas horas cambiaba completamente. Su padre si era un desviado como Enrique le llamaba, pero no era malo o por lo menos aún no le hacía daño.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora