Capítulo veinticuatro: Cristián

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Cuando Catalina llegó a su casa los niños estaban sentados en el sofá, entre golosinas y jugos de fruta natural. Las niñas contentas saludaron a su madre y con Enrique se unieron al club.

— ¿Cómo va el colegio nuevo Jaime? — Preguntó la chica al ver que su hijo no comía ni miraba la televisión.

— Bien — Soltó Navarro en un susurro — ¿Me puedo ir a mi cuarto?.

— Claro cariño, ¿Estás cansado? Es temprano aún — Catalina lo miraba.

— Estoy bien — Jaime dejó las cosas sobre la mesa de centro y se fue a su dormitorio.

Todo estaba como cuando había llegado y recostado en su cama cerró los ojos. No quería seguir llorando pero, le fue imposible no hacerlo. Se sentía cobarde, los niños no lloran y el lloraba más que su hermana menor. Se acomodó en la cama abrazando su almohada cuando recordó algo que le había sacado a su papá sin que se diera cuenta. Rápidamente se levantó y tomó su mochila, entre sus cosas escondia una polera del rapero y colocándola sobre la almohada se volvió a dormir abrazándola. Se sentía un poco más protegido en ese lugar, donde no sabía en que momento toda la tranquilidad cambiaría.

Navarro despertó en medio de la noche, tiritaba pero no sentía frío, su cuerpo estaba mojado y se levantó en busca de ayuda. Cuando llegó a la puerta escuchó a Enrique con la madre de Catalina. Hablaban con un tono de voz bastante alto que al pequeño asustó. Se sentó en la cama y se colocó la polera de su papá, quería verlo, quería sus caricias y que le dijera que todo estaria bien. Su respiración era agitada,se mareaba y decidió ir a buscar a su papá. Abrió la ventana de su habitación y salió por ella, corriendo llegó hasta la calle e intentó recordar por donde manejaba su papá. Claramente su mente no estaba bien y comenzó a correr en cualquier dirección, creyendo que era la correcta se metió en una población que no conocía, las luces apagadas de las casas lo asustaban. Siguió caminando mientras tiritaba hasta que la música de una casa le llamó la atención.

Jaime entró en la casa que oscura tenía a la gente bailando, drogándose y teniendo sexo. Necesitaba conseguir un teléfono para llamar a su papá y que lo fuera a buscar pero solo encontró drogas.

— ¿Quién trajo el crío? — Gritó un weón asustandolo.

— Cariño que lindo eres — Una chica, drogada hasta más no poder lo abrazó — ¿Quién es tu papi?

— Oscar — Soltó el chico.

— Lo conozco — Tomando su mano lo llevó hasta una habitación donde una pareja tenía sexo sobre la cama — Oscar, tu hijo viene a buscarte.

— ¿Mi- mi qué? — Preguntó el tipo mientras embestía a la tipa — Que se una, hacemos un trío.

Jaime se Soltó de la mano de la chica y comenzó a correr, alejándose de la casa cruzaba con rojo las calles que por la hora estaban vacías. Se escondió en un callejón donde se sentó al final, escondiéndose bajo la polera de su papá comenzó a llorar. Arrepintiéndose de haber salido y sintiéndose un imbécil.

La mañana fue agitada para Catalina, buscando al chico por los lados cercanos a la casa y por la misma casa. Resignada a las dos de la tarde llamó a la policía y a las tres se comunicó con Oscar.

— ¿Qué tú que? — Gritó Oscar provocando un salto en su madre — ¿Y cuándo me pensabas avisar Cata? ¡Por la reconchesumadre Catalina re culiá!

— Cálmate, la policía ya lo está buscando — Intentó calmarlo la chica.

— ¡Quizás qué weá le hicieron perra culiá!

— Oscar — Habló relajada Berta.

— A ésta Conchetumadre se le perdió el Jaime y no sabe a que hora — le contó entre risas sin querer creerlo — Y me dice que ya lo están buscando la muy zorra.

— No puedes tratarme así Oscar — Se defendió Catalina.

— Con esto perdiste toda visita perra, que te quede claro — Bufó el rapero.

Jaime se mantenía aún escondido en el callejón, claramente ahora se veía mucho más que en la oscuridad. Tiritaba y sentía mucho frío, su cuerpo caliente le dolia. Con hambre, cansado y con los ojos rojos de tanto llorar se mantenía en silenció.

— Chupamelo — Una chica entró en el callejón con un hombre mayor que ella.

— Vo primero — El tipo apoyó su espalda en la pared mientras la tipa se arrodillaba frente a él. En un movimiento irreflexivo miró hasta el fondo del callejón donde se encontró con la mirada asustada del niño — Oe' para — Sujetó el pelo de la mujer — ¿Es un niño?.

—  Da igual — La mujer Intentó volver a lo suyo.

— No Maraca culiá — Cristián, como se llamaba el tipo la empujó para acercarse al chico — Yo a vo' te conozco — Jaime se pegó más a la muralla asustado — Sí, vo eri' el hijo de la Chukara con el Bestia.

— Mi papá se llama Oscar — Soltó el chico.

— Sí po', Oscar Navarro — Cristián se hincó frente al chico, la tipa enfadada se había ido — ¿Qué hací' vo aquí solo?

— Estoy buscando la casa de mi papá — Susurró el chico.

— Tu mamá será, tu viejo se fue de aquí hace tiempo.

— No — Lo interrumpió — No quiero volver con mi mamá — Jaime comenzó a llorar.

— Chucha, ya calmao' — Cristián se levantó — Tengo el número de tu papá en el Facebook, acompañame a la casa — Le tendió la mano.

— ¿Puedo confiar en ti? — Preguntó asustado el niño.

— Sí, te voy a ayudar Jaime — Soltó sorprendiendo al chico que no le había dicho su nombre.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora