Capítulo nueve: ¿Para un qué?.

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Jaime sujetado aún por Enrique le mordió la mano justo cuando su mamá abrió la puerta y aprovechando que éste lo solto corrió para aferrarse en un abrazo a su papá. 

— Vámonos — Repetía incansablemente el niño.

— Oye, dime que pasó campeón — Oscar miró a la mujer.

— Quiero irme, no pasó nada solo quiero irme — Sollozaba el chico empujando a Oscar.

Al tomar en brazos al pequeño niño que se aferraba con fuerza a su cintura notó que estaba mojado, cerró los ojos con fuerza intentando no gritarle a la mujer que asustada miraba a Enrique.

— ¿Tanto me odiai' Cata? — Preguntó el rapero — Es tu hijo weona, tu primer hijo el único hombre.

La mujer comenzó a llorar en silencio.

— Te Traeré sus cosas — Soltó con la voz quebradiza antes de entrar a la casa.

— Vamos, te vas a resfriar — Oscar caminó hasta el auto con el niño en brazos quien aún no dejaba de sollozar — Podí prenderme la calefa, tiene frío — Le dijo a Nicolás mientras él sentaba al muchacho en el asiento trasero — Él es un amigo, te va a cuidar.

Jaime asintió mirando a Naiko, tiritaba de frío y se notaba su pantalón mojado. Oscar volvió a la casa de Catalina.

— Hola — Susurró nervioso — Em, ¿sabí' prender el auto? — Jaime negó — Yo tampoco, pero debe ser así — revisando la chapa que aún se encontraba con la llave encendió el auto y apretando los botones prendió la calefacción — ¿Estás muy mojado? — El niño asintió — a ver, hagamos algo — Nicolás nervioso se sacó la chaqueta, es que el moreton que el chico tenía en su mejilla y el labio roto lo asustaban — Sácate ese pijama y ponte mi chaqueta — Jaime lo miró sin expresión alguna en su rostro — Te vas a resfriar y ésto te quedará grande así te tapa.

Asintiendo el chico se comenzó a desvestir, cuando desabrochó la parte superior del pijama Nicolás lo ayudó a colocar el poleron y así pudo desnudarse ya vestido.

— Tení mucho frío aún — El pequeño asintió — Siéntate aquí adelante conmigo, en el puesto del Papá para que te llegue más el calor.

Oscar por su lado golpeó con prepotencia la puerta hasta que Enrique salió y le tendió la mochila.

— Sus muñecas — Dijo el marido a su mujer tendiendole los únicos juguetes del niño.

— Se llaman peluches — Bufó el rapero.

— Muñecas para un desviado — Sonrió el hombre.

— ¿Para un qué? — Oscar frunció el ceño sin entender.

— Un desviado, desviado del camino del señor, un maricón — Habló con completa seguridad Enrique .

— Tiene ocho años — El mayor lo miró negando la cabeza con lástima — Mira conchetumare — Oscar empujó al mayor dentro de casa y cerró la puerta — Debería matarte por tocar a mi hijo, hacerte mierda y meterte una botella por el culo hijo de la masturba perros por insultarme y golpearlo — El hombre lo miraba perplejo — Pero solo te voy a reventar la cara con un combo.

Un golpe le llegó seco en el rostro a Enrique que lo dejó tambaleándose y Oscar tomando todo lo de su hijo salió de la casa, lo que menos necesitaba ahora era que llamarán a la policía y lo encontrarán ebrio, drogado y manejando. Al llegar al auto encontró a su pequeño sentado en el asiento delantero, conversaba con Naiko como si nada hubiera pasado mientras con el poleron del mismo chico se abrigaba.

— Ya, pa' tra — Abrió la puerta del piloto y el niño paso para los asientos traseros — Tus peluchitos — Le entregó las cosas.

— ¡Mi Elmo con mi come galletas! — La sonrisa del chico hizo sonreír a Nicolás, es que lo había visto tan angustiado hace unos minutos que le sorprendía la facilidad de los niños de hacer borrón y cuenta nueva de los temas.

— Pasamos a dejar al Jaime y te voy a dejar a donde querai — Soltó Oscar ya cuando doblaban la primera calle en dirección a su casa, en realidad la de sus padres — Después vamos a hablar los dos — Miró al niño que le asintió pendiente en abrazar sus juguetes.

No se demoraron mucho en llegar a la casa y llevando al chico en brazos lo dejó sobre la cama.

— Al tuto, ahora sí — Oscar tomó una polera del pequeño para quitarle el poleron de Naiko pero, el pequeño se negó.

— Quiero dormir con él — Jaime hizo un puchero — Por favor.

— Ya — Soltó al ser imposible para él negarse — Acuéstate.

El niño Aceptó que su padre lo arropara en la cama que compartían, sabía Jaime que Oscar se iría pero de una manera estúpida se sentía seguro en ésta casa, quizás la habitación o saber que sus abuelos, esos que lo regaloneban estaban en el dormitorio de un lado.

— Voy a dejar el Naiko campeón — Soltó al terminar de acomodarlo.

— Sí, no te demores mucho — Susurró con vergüenza.

— Cualquier cosa despierta a los abuelos, si tienes miedo o quieres ir al baño o si tení frío — Oscar intentaba retener las lágrimas, al mirar con detenimiento al pequeño había visto los golpes en el cuello y rostro — Perdón mi vida.

— ¿Por qué papi? — Susurró Jaime.

— Por dejar que te hicieran daño, por demorarme tanto en llegar a ayudarte — Las lágrimas de Oscar comenzaron a salir — ¿Sabes qué te amo? — El chico lo miraba atento — Te amo mucho hijo y prometo que desde hoy cada vez que estés a mi lado no te pasará nada. No dejaré que te pase nada.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora