Capítulo 4

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Phoebe volvió a mirar al conde, que seguía sus movimientos. Percy estaba siendo embrujado por la extraña magia que ella poseía. No tenía pelos en la lengua, era respetuosa, bella y trabajadora, y quizás fuera el que ella no se viera atraída por él lo que le ofuscaba.

—Se equivoca, señorita Authbrey. Usted y yo somos muy diferentes — sentenció avanzando más aún, quedando a poca distancia de su cuerpo.

—Es verdad — dijo desconcentrando al conde — Usted puede pedir algo y tenerlo, y yo trabajo para ello — se alejó de él de camino a la puerta, se giró antes de salir de la estancia y con una enorme sonrisa terminó — Que pase buena noche, milord — cerró la puerta de madera intentando no hacer ruido.

Era verdad que ella había temido que la atraparan en mitad de la noche, pero esperaba a todo el mundo excepto al conde. Se había sentido nerviosa durante toda la conversación, temiendo lo que Percy pudiera decirla, o hacerla. Nunca quiso tener que enfrentarse a esto. Nunca quiso tener que buscar un empleo. Pero su prima se lo dijo, le advirtió que no fuera tan cariñosa con los clientes como con ellas. Pero nunca hizo caso.

Percy se quedó unos instantes más en la cocina pesando en lo que había dicho ella hacía solo unos momentos. "Usted puede pedir algo y tenerlo. Yo trabajo para ello..." Se pasó una mano por el pelo y rió en voz alta. Corrió hacia las escaleras y alcanzó a Phoebe en el pasillo. La acorraló contra la pared, poniendo sus manos en sus caderas y acercando su rostro al cuello de ella.

—Tiene razón, señorita Authbrey — le susurró al oído sobando el lugar donde la tocaba. Ella no se movía. No tenía miedo, estaba sorprendida, y aún continuaba estática mientras esperaba sus siguientes palabras. Percy tomó su comportamiento como un consentimiento para continuar — Lo que yo pido, lo consigo, excepto las cosas que merecen la pena. Por ellas lucho — finalizó.

—¿Y qué quiere decirme con todo eso? — consiguió articular la joven aún sin moverse.

—Que estaré dispuesto a todo lo que merezca mi tiempo — volvió a susurrar. Se apartó de ella y detuvo el contacto mientras dejaba que ella recuperara la respiración, que estaba aguantando sin darse cuanta, y la miró a sus ojos verdes. Algo le impedía apartar la mirada de esos bosques verdes — Incluso si es algo fuera de mi alcance — dijo con una pícara sonrisa. La recorrió con la mirada y volvió a su rostro — Que pase buena noche, señorita Authbrey.

La muchacha asintió y abrió la puerta de su habitación antes de internarse como si alguien la persiguiera. No tuvo miedo, pero sí estaba nerviosa. Su corazón latía desenfrenado y sentía movimiento en su estómago, como si tuviera hambre. Pero no. Se llevó una mano a la frente y se la pasó quitando el fino rastro de sudor hasta estar segura de poder moverse del sitio del que se había adueñado junto a la puerta.

¿Qué acababa de pasar? Percy se había tomado la libertad de acorralar a su modista y Phoebe se lo había permitido de la manera más vulgar posible. Ella estaba segura de que no permitiría al conde sobrepasarse como se lo permitió a su último cliente, ¿pero cómo poder resistirse a un hombre como él? Phoebe se alejaría lo máximo posible de él, si era posible. Intentaría no quedarse a solas y mucho más evitaría momentos como el anterior.

Volvió a pasarse la mano por la frente y se levantó el pelo de la nuca para masajearla. Estaba tensa, no había duda por aquel nudo que tenía desde hacía días. Se llevó el pulgar a la boca y mordió la uña, nerviosa, mientras pensaba en lo que haría. Estaba cansada, pero ahora sabía que no podría conciliar el sueño, por lo que se acercó a la mesa de trabajo cercana a la ventana. Sacó las cerillas que estaban junto al candelabro y lo encendió dándole luz a toda la habitación. Sabía que no eran horas para ponerse a hacer los trajes, pero no podría dormir si seguía pensando en lo sucedido esa noche.

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