Narra Justin
—Es importante volver a chequear tu monoplaza—dijo Mark y asentí viendo los distintos dibujos de mi monoplaza. A diferencia de un auto; los monoplazas eran diseñados exclusivamente para la formula I. eran más rápidos y menos pesado que nos permitía alcanzar gran velocidad, pero debía estar bien diseñado. Por ende llevaba meses cambiar mi modelo, pero no podría hacerlo hasta que mis auspiciadores lo aprobaran. Después de todo, ellos eran los que pagaban por ello. —Hoy lo hiciste bien, pero debemos practicar las curvas nuevamente, te veo mañana—dijo antes de irse y bufé al seguir escuchando mi teléfono sonar. Llevaba minutos sonando una y otra vez.
—¿Qué quieres? — pregunté al contestar. Sabia muy bien quien era y por eso respondía así. Solo Patricia Bieber sabia todos mis movimientos. Es como si supiera toda mi agenda o cuando salía de la pista. No era la primera vez que me llamaba justo saliendo de la pista; de hecho lo había estado haciendo toda la semana. Por eso la ignoraba cada vez que podía.
—Hola hijo, estoy bien gracias por preguntar cielo—rio mamá sarcásticamente y rodee los ojos. No estaba para sus juegos; solo quería llegar a casa a darme una ducha e ir mas tarde a la fiesta de Ryan. Había sido un día bastante largo; se acercaba la selección de pilotos de Formula I que competirán en la carrera mundial y quería estar entre los primeros cinco. Lo he estado por los últimos dos años y este no seria la excepción; debía ganar esa carrera. Estaba harto de siempre llegar segundo en la mundial; el estúpido de Patrick siempre se llevaba el primer lugar y odiaba ese tipo. —¿Cómo te fue en la práctica bebé? —preguntó y negué en un bufido. Ella sabia lo mucho que odiaba que me dijera bebé; por amor de Dios ya tenía 25 años. Era todo menos un bebé; además ahí estaban mis hermanitos.
—Bien, estoy cansado y quiero ir a dormir—contesté abriendo el auto dejando mi mochila atrás antes de encenderlo y manejar a casa. Mi cuerpo lo único que pedía era cama, pero le había prometido a Ryan ir un rato a su fiesta. Además, ahí habría chicas y me ayudaría a liberar toda tensión acumulada que tenía. —¿Qué quieres madre? —pregunté.
—Saber cómo estas, ¿Una madre no puede preocuparse por su hijo? —rio y bufé. Ella y su manera de hacerme sentir culpable. —Además, no creo que estes tan cansado si iras a la fiesta de Ryan—dijo y fruncí el ceño. ¿Cómo diablos sabia eso?
—¿Cómo lo sabes? —pregunté confundido haciéndola reír. A mi no me hacia gracia que supiera cada maldito movimiento que hacía. Me sentía asfixiado pensar en la idea. —¿Acaso me expías? —pregunté molesto bajándome del auto llegando a casa. Cerré la puerta detrás de mí y miré a ambos lados. El simple hecho de pensar que mamá me expiaba me ponía de los nervios. No porque tuviera miedo de todo lo que hacía, sino lo mucho que me criticaría por según ella desperdiciar mi vida. Nunca me había apoyado con ser piloto de formula I, pero había sido mi decisión y lo amaba. Papá por el contrario me apoyaba con solo una condición; ir dos veces en semanas a la empresa a monitorear mis acciones y listo. Nunca me ha interesado los hoteles Bieber, a pesar de haber hecho un bachillerato en Administración de Empresas con contabilidad, no era lo mio. A mi me gustaba la adrenalina, los autos y la atención que obtenia de ello. Mi vida estaba perfectamente como yo quería.
—Soy tu madre Drew, mi deber es saber qué haces y cuidarte—contestó y negué molesto. El hecho de que fuera mi madre no le daba derecho a espiarme. ¡Por amor de Dios era ya un adulto! —Y hace una semana que no me llamas, que no llamas a tus hermanos y ellos te extrañan—dijo y suspiré. Había olvidado por completo a mis hermanos; aún se me hacia difícil estar presente en la vida de ellos. Pues mi princesa apenas tenia ocho años y mi hermanito seis; existía una gran diferencia de edad entre nosotros. aun así no era excusa para no ir a verlos.
—Pasare mañana a verlos madre, pero deja de expiarme—bufé molesto yendo a la ducha. —No me gusta que me controlen y lo sabes, no soy un niño—dije molesto. —Ahora si me disculpas debo irme, adiós, madre—dije antes de colgar. Sino colgaba ahora, no me dejaría en paz con su cantaleta de lo mal hermano que era por ignorar a mis hermanos o por no ir a verlos o peor aún, lo mal hijo que era por no dedicarle tiempo a mi madre. Luego iría con la cantaleta que un día ya no estara aquí y seria tarde para remediar nuestra relación. Siempre era lo mismo, pero debía admitir que tenia razón. Debía sacar un tiempo para ellos; para mi familia.
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Vientre Comprado {Justin Bieber}
Romance¿Cómo un simple anuncio podía cambiarte la vida de la noche a la mañana? Amelia Cowell se preguntaba eso mientras tomaba un vuelo a Los Ángeles. Jamás pensó que al inscribirse en una agencia de gestación subrogada para obtener una alta calificación...