Vientre Comprado {Justin Bieber}

Capítulo L: Confía en mi nena, no me arrepentiré de nada

Narra Justin:

—¡Justin! —se quejó Amelia al ver cómo le hacía el avión con la comida. Sabía que ella lo odiaba, pero amaba molestarla.

—Ya ya nena, abre la boca—pedí dándole una cucharada de yogurt de vainilla; era su favorito. —Buena chica bebé —sonreí y está negó riendo. Sabía que me estaba burlando pero disfrutaba tanto estar así con ella y mimarla. Estábamos ya en la recta final y quería hacerla sentir segura y amada. A pesar de que ya había pasado tiempo desde lo de Bárbara; aun sentía a mi chica distante en algunas ocasiones.

—Tus bebés siguen pateando—se burló y reí negando mientras me ponía de pie. Rápidamente fui a la cocina y saqué otro yogurt. Últimamente comía mucho, yo diría que el doble de lo que comía los primeros meses y debía controlarle los antojos. Si fuera por Amelia, comería dulces y pasta todos los días, pero había aprendido a cuidarse y lo agradecía. Necesitaba que mis bebés y ellas estuvieran saludables a la hora del parto. Pues un parto múltiple era más complicado y peligroso que uno normal. —Siguen pateando papá—se burló nuevamente y reí sentándome a su lado en la sala. Últimamente pasábamos mucho tiempo en la sala viendo películas o haciendo yoga como ahora. El doctor y la dula de mi chica se lo habían recomendado. El yoga ayudaba a aliviar la presión en su vientre por todo el movimiento de las bebés y flexibilidad en la pelvis. Eso haría que el trabajo de parto fuera más llevadero y menos doloroso. Esperaba que así fuera. Había visto millones de videos de mujeres dando a luz y había quedado traumado; no me imaginaba a Amelia dando luz a nuestras princesas. —¿Qué vas a hacer hoy? —preguntó y apreté la mandíbula. Odiaba que me hiciera esa pregunta, pero sabía que había visto mi mochila de la pista y escuchado la llamada de Mark esta mañana. Además que era fiel seguidora de fórmula I y sabía que pronto sería la carrera.

—Iré a la pista—contesté y está asintió apretando la mandíbula. Sabia porque se ponía así; tenía miedo de que volviera a ver a Barbara. Había evitado todo este tiempo verla porque no me interesaba. —Quiere hacer unas pruebas con el auto y asegurarse que todo este orden para la carrera—expliqué y está asintió volviendo a poner el video: era sobre las distintas posturas de yoga para flexionar la pelvis.

—Bien—susurró mirando el video, pero sabía que no estaba prestando atención. Probablemente estaba torturándose en su mente con distintos escenarios de Bárbara y yo, pero no tenía nada de qué preocuparse. Nada malo iba a pasar.

—Mírame—pedí y está me miró con los ojos aguados. Me dolía ver el miedo en sus ojos y me dolía aún más saber que tenía toda razón de tenerlo; después de todo la lastimé hace unos meses cuando nos encontramos con Bárbara. —No tienes nada de qué preocuparte nena, ella no significa nada para mi—dije limpiándole sus lágrimas y sonreí de ternura al ver su puchero. Ella no tenía idea de lo preciosa que se veía así. —Confía en mi nena, no permitiré que se me acerque o me hable—le aseguré y está asintió con una sonrisa. Amaba hacerla sonreír.

—Está bien, confiaré en ti—sonrió y asentí besando sus labios. Sabía que le estaba resultando difícil confiar en mi palabra pero era algo que con el tiempo cambiaría. Iba a encargarme de hacerla sentir segura y amada. Que creyera en mi palabra, en mi amor.

—Gracias—dije y está asintió besando mis labios rápidamente antes de volver a ver el video. Frunció el ceño al ver como la chica embarazada del video extendía sus piernas y flexionaba su cuerpo hacia adelante cruzando los brazos. Era una postura bastante difícil y yo diría peligrosa. Mi nena cargaba dos bebés, no uno como la instructora. Por ningún motivo permitiré que se exponga a hacerse daño. —¿Qué te parece si me enseñas hacer yoga en nuestra cama? —pregunté repartiendo besos por su cuello haciéndola reír tratando de alejarse.