Caítulo 21

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LES PONGO LA ACTUALIZACIÓN DEL CAPÍTULO 20 PARA LAS QUE NO SE LES ACTUALIZÓ, ESTO FUE LO QUE LE AGREGUÉ.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Su voz ronca debido a las lágrimas me sobresaltó, estaba acurrucado en un rincón a mi izquierda, mirándome fijamente por uno de los espejos de mi derecha.

—Yo... —Quedé muda sintiendo como la garganta se me secaba con rapidez, abrí la boca para volver a hablar pero me interrumpió.

—Estoy harto de encontrarte en todos lados, pero es obvio que no es casualidad encontrarte en el maldito vestidor masculino.

—¿Por qué me...—

—Vete. —Me cortó.

—Joseph...

—No vine aquí con el propósito de encontrarte, quiero estar solo. —Suspiró inclinando la cabeza hacia atrás hasta recargarse en la pared y apretó los ojos con fuerza—. Vete.

—No me iré.

Soltó el aire que contenía de manera brusca, sus hombros se movían de arriba a abajo y supe de inmediato que estaba comenzando a llorar de la misma manera que... Apreté los ojos retrocediendo un par de pasos sacudiendo la cabeza.

—No, no puedes decir que se terminó. —Habló con rapidez, una pizca de pánico en su voz—. ¡No puedes! Hemos... hemos pasado mucho, solucionaremos esto. —Sacudió la cabeza tratando de espantar las lágrimas que sabía comenzaban a nublar su visión. Sus hombros se sacudían de manera descontrolada por el intento de no romper a llorar.

Joseph... esto... no es buen momento para...—

Alice, no puedes... —Ladró de manera brusca, comenzaba a molestarse, me miró por largos segundos y el miedo se apoderó de mí.

—¡Joseph, el camino! ¡Ve el camino!

—No puedes dejarme, Alice. Promete que no lo harás.

Observé el camino aterraba, era la maldita carretera, estaba oscureciendo... mi mano voló instintivamente a la manija para abrir la puerta en cualquier comento y saltar.

—¡Alice, promételo!

—¡Vas a matarnos! —Le grité con la voz temblorosa a punto de llorar.

Apretó los ojos y volvió la vista al frente, gracias a Dios, pero sus hombros seguían moviéndose con rapidez y las lágrimas seguían saliendo.

—Hablaré con tu padre, yo puedo...—

—No. Arreglaremos esto tú y yo.

—¿Arreglar? —Bufó desesperado y volvió a mirarme—. ¡Quieres terminar conmigo!

—¡Mantén la vista al frente, Joseph!

—Alice... —La voz de Joseph me arrastró a la realidad, retrocedí un poco al ver que ya no estaba en el suelo, se encontraba frente a mí con expresión preocupada, sus ojos estaban hinchados y rojos debido a las lágrimas, sus manos ahuecaban mis mejillas limpiando mis lágrimas con los pulgares, me alejé de él con brusquedad y mi actitud cambió después de recordar aquello—. ¿En qué pensabas? —Preguntó con la mirada en el suelo, por un momento pensé que de alguna manera sabía bien en lo que pensaba.

—Tengo que irme...

—Tu mirada perdida, esa manera de llorar... Alice, yo...—

—No. —Lo corté retrocediendo de espaldas a la salida, las lágrimas seguían saliendo haciendo que mi caminar fuera torpe, necesitaba sentarme antes de que comenzara a temblar sin control.

Eres tú. © (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora