Capítulo 22

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Capítulo 22.

—¿Es hermano de Alice Bennett?  —Preguntó el médico arqueando una ceja.

—Lo soy. ¿Algún problema?

—Sabe que su hermana subre de ansiedad, ¿cierto?

—Lo sé, y sobre sus ataques de pánico.

Escuché todo con atención olvidándome por un momento de quien se encontraba junto a mí.

—Bueno, pues resultó ser otro ataque, y como usted menciona, fue un ataque de pánico, que cómo sabe es una reacción de ansiedad muy, muy intensa, ahora está tranquila pero nadie puede pasar a verla hasta que esté seguro que no volverá el ataque, está dormida y calculo que despertara en un par de horas, hasta entonces podrás pasar.

Sin decir nada más hizo un asentimiento con la cabeza y se retiró, respiré profundo y me giré lentamente.

—¿Cómo es que...? ¿Qué haces tú aquí?

—Terrible manera de recibirme, Joseph. Gracias por traer a Alice. —Dio media vuelta y comenzó a alejarse hacia la sala de espera.

Evan me miró confundido, negué con la cabeza y fui detrás de él.

—Marcelo.

—¿Sí? —Preguntó sin mirarme dejándose caer en un sofá.

—Nos dijeron que estabas en coma.

Suspiró levantando la mirada hacia mí y se encogió levemente de hombros.

—Sirvo más muerto que vivo.

—¿De qué hablas?

Negó con la cabeza y volvió a suspirar mirándome con el ceño fruncido.

—¿Por qué se puso así? Necesito saber lo que le dijeron.

—No lo sé, no escuché nada, me acerqué a ella cuando comenzó a sacudirse.

Asintió levantándose y se disculpó para ir a hablar con el médico, bufé y me dejé caer en el sofá donde Marcelo había estado antes.

—Entonces... ¿me pondrás al corriente?

—Es el hermano de Alice, quien supuestamente estaba en coma, ya sabes.

—Lo sé, pero ¿qué hace aquí? ¿Cómo?

—No lo sé... —Bufé con el ceño fruncido, Evan se senó a mi lado.

Alice POV'S

Gemí llevando de inmediato una mano a mi cabeza, un dolor insoportable comenzaba a crecer y no me dejaba respirar.

—¿Dónde estoy? —Gemí aún sin abrir los ojos, no sabía dónde estaba ni con quien, comencé a abrirlos y mis ojos se lastimaron con el color blanco del techo que entraba a mis ojos como luz.

—En el hospital. —Respondieron a mi pregunta, pero me encontraba tan aturdida que no pude reconocer la voz.

—¿Qué me pasó? 

—Lo de siempre, otro ataque, por Dios, te dije que era mala idea dejar de tocar tus medicamentos.

Jadeé al escuchar y reconocer aquella voz, las lágrimas comenzaron a aparecer y me sentí incapaz de moverme. Quise gritar pero ningún sonido salía de mi boca. Apreté los labios y mi cuerpo comenzó a sacudirse mientras las lágrimas eran expulsadas de mis ojos.

—¿Alice? —Su voz se escuchó como eco en mis oídos y sólo tuve más ganas de gritar—. Oh... mi camaleón, no llores.

Al escuchar aquel sobrenombre, dejé excapar un grito demasiado agudo y chillón y su rostro apareció en mi campo de visión.

Eres tú. © (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora