Amistad Peligrosa

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Con la escayola en el brazo, se había acabado la piscina y todo lo divertido, sin poder ir a la piscina, ni jugar a la consola, me pasaba el día entero encerrado, escuchando música a todo volumen y leyendo todos los libros que encontraba por casa.
No había vuelto a hablar con Sergio ni Dana, desde el entierro, pero supongo que necesitamos estar solos con nuestros pensamiento. Diariamente recibía llamadas de mi madre o familiares, para interesarse por mi.
¿No se por qué? No ando drogandome, ni emborrachan dome, ni me había vuelto un depresivo gótico que se "abría" los brazos, pero en verdad las tribu góticas eran las que más me apasionaban su visión tan tétrica y lúgubre de la sociedad era la más realista con diferencia.
Había pasado una semana de el viaje a Gijón, de esa chica y de la partida de Pablo, me avergüenza reconocer que pensaba más en esa chica que en Pablo.
Al mediodía de la tarde del sábado, recibí un mensaje al móvil, era de Dana.
"James, te invito esta tarde a mi casa, para enseñarte una cosa, no me falles, un beso, Dana. "
Dana nunca me había mandando un mensaje que finalizará con " un beso".
Una invitación justo ahora que había decidido hacer una maratón de las ocho películas de Harry Potter, la mejor saga de la historia con la cual yo había crecido y con la cual una parte de mi se rompió cuando vi la última parte, fue la única vez que lloré en el cine. Pero que remedio es de mala educación, rechazar una invitación.
Como el mensaje no especificaba ninguna hora concreta, llegué a la casa de Dana, sobre las seis de la tarde.
La casa de Dana era bastante más grande que la mía, contaba con un patio delantero y trasero más amplios que el mio, tenía una planta baja donde había un pequeño salón, con sala de ordenador un baño, y la habitación de Dana, y sus padres dormían en la planta de arriba al igual que su hermana Jessica.
Llame al timbre de la casa, un zumbido me indicó que la puerta del patio delantero estaba abierta, Dana apareció al final de las escaleras de la casa.
-James, el desaparecido - bromeó Dana mientras yo subía las escaleras, estaba muy sonriente.
-Dana, tu también has estado desaparecida, hasta hoy - dije sonriendo en frente de ella. Seguía tan hermosa como siempre.
-vamos, entra - seguí a Dana, hasta el salón principal. Nos sentamos en el sofá.
-¿que me tenías que enseñar?- me adelante a preguntar.
-tan rápido te quieres, disfruta de mi compañía - dijo fingiendo estar molesta. Justo en ese momento entraron los padres de Dana.
Víctor y Raquel, dos personas muy elegantes en todas las situaciones.
-James, vaya sorpresa tenerte aquí - dijo Víctor, le estreche la mano.
-si, pero ya me voy - dije.
-no, tranquilo, lo que mi marido quiere decir es que nos encanta volver a verte - dijo Raquel.
-disculpe me señor Mateos, es la falta de relacionarme - dije sonriendo forzosamente.
-¿como te encuentras? - dijo Raquel mirando mi escayola.
-bien, si no es nada - mentí aún con la medicación, los dolores eran tan fuerte que no podía dormir ni hacer nada.
-bueno James, ¿te quedas a cenar? - la pregunta de Victor me pilló desprevenido y sin ninguna mentira ni excusa para escapar. A Dana se le iluminó la cara.
-no quiero molestar... -
-no molestas, ¿a que no mama? - me interrumpió Dana, con una sonrisa de oreja a oreja.
-por supuesto que no, decidió cenaremos los cinco - dijo Raquel. Había caído en una trampa conjunta, pero no me vendría mal hablar con personas que no vivieran en los libros.
-ahora le tengo que enseñar una cosa a James - cuando Dana dijo esto, sus padres salieron del salón.
Dana me llevo escaleras a bajo, hasta su habitación, tan ordenada como siempre, al contrario que la mía, atravesamos una puerta que nos conducía al patio trasero, ¡no puedo creer lo!.
-¡¿te has comprado una piscina?! - pregunté sin dar crédito. Dana asintió.
-ya que siempre iba a la piscina, con vosotros y ahora con la escayola no podéis pues así, si que podréis - Dana no dejaba de sonreír.
-pero... Esto es demasiado, ¿como te han podido dejar tus padres? - pregunte observando la piscina de plástico.
-me dejaron, venga vamos a bañarnos, voy a por el bikini.
-espera...espera, si yo no e traído bañador tendría que ir a casa, ahora vengo -.
-no que te vas a casa y no vuelves, mi padre te deja uno, sube - dijo.
Por no entrar en una batalla de escusas pérdidas, subí y busque la habitación de los padres de Dana.
Llamé a la puerta, y me abrió Raquel.
-pasa James, ahora te dejo el bañador - eso significaba, que Dana ya les había dicho a sus padres que yo me iba a bañar y que no traería bañador.
-gracias - no me atreví a entrar más dentro de la habitación.
-y queríamos pedirte perdón, mi marido y yo, por pensar que intentarías algo al quedarte solo con ella - dijo mientras me entregaba un bañador de cuadros.
Baje al baño y me puse el bañador, me miré al espejo, ¡vaya cuadro! Una escayola combinado con un bañador de cuadros verdes de cuando se descubrieron las playas.
Dana me esperaba con un bikini de color azul, que combinaba con su pelo.
Entré en la piscina y deje el brazo izquierdo y el costado fuera pero aún así que ganas de volver a las piscinas.
-como lo echaba de menos - dije, aunque no era muy cómodo estar todo el rato de pie.
-ves, sabía que te iba a gustar - Dana se sumergió y mojó su pelo rubio.
-bonito bañador, James - me gire y ví a Jessica, con un bikini verde.
-gracias, pega con el tuyo- dije ignorando el sarcasmo.
Solo había visto a Jessica, unas pocas veces, era una chica de pelo negro y ojos verdes como los de su hermana y su madre. De carácter rebelde y grosero.
-Jessica, aquí molestas - dijo Dana lanzándole una mirada asesina.
-pues si mi presencia te molesta, me voy - dijo Jessica entrando al agua, desafiando a su hermana. - ¿como vas? - concluyó mirando mi escayola.
-bien, en unos días me quitaran la escayola y me quedaré con un fuerte vendaje - intenté relajar la tensión, ya que las miradas asesinas de Dana eran constantes hacia su hermana.
-¿y Sergio? ¿no le has invitado? - pregunté.
-no sabía si iba a querer, a demás querías a estar a solas para hablar sobre el viaje y lo que pasó,¡a solas! - repitió mirando a Jessica.
Dana salió corriendo de la piscina y nos quedamos a solas Jessica y yo.
-es tan divertido, fastidiar a mi hermana - se río Jessica. - aunque mis padres, me lo prohíben sobre todo después de la operación -
-¡Maldita sea! ¡la operación! - se me había olvidado completamente.
-no fue una operación como tal, fueron unos veinte minutos en lo que le sacaron piedras de la playa - dijo Jessica, parecía que le molestara que Dana tuviese más atención.
La cena fue muy tranquila, cada vez me caía mejor Jessica, su rebeldía y su modo de fastidiar a todos, para estar sola, se parecía a mi en las últimas semanas.
-muchas gracias por invitarme a cenar, estaba todo delicioso - dije bajando las escaleras de la entrada.
-ha sido placer, puedes venir a ver a Dana siempre que quieras - se despidieron los señores Mateos.
-hasta luego, James estas mejor sin ese horrible bañador - se río Jessica.
-lo mismo digo - sonreí.
Dana quiso acompañarme hasta la puerta, parecía las animada desde la cena.
-muchas gracias por la invitación, me ha venido bien - dije abriendo la puerta.
-no se me ocurre mejor forma de darme las gracias que esta- al concluir esas palabras Dana junto sus labios con los míos, debería de haberlo impedido por que parecía que Dana quería algo más que yo no deseaba, pero en ese momento no me apetecía otra cosa que besarla. Aunque de ser sinceros desde hacía varias semanas en mi cabeza solo rondaba, la misteriosa chica.
Llegué a casa, y descubrí un nuevo mensaje de Dana:
"Me a gustado estar contigo esta tarde, y sobretodo nuestra despedida, ojalá pudiésemos repetir, otro beso"
Sinceramente me había gustado el beso con Dana, era lo más humano que había experimentado en las últimas semanas, y a demás Dana era una chica preciosa que, pudiendo tener a cualquier tío cachas y con rostro de modelo, estaba besándose conmigo. Decidí responder a su mensaje con algo de misterio:
"puede que se repita, tus labios son demasiado suaves".
Ya había puesto a trampa que ya sabía que no tardaría en funcionar. Pero ahora solo quería dormir un poco.
Los días fueron pasando y el comienzo de las clases se acercaba a pasos agigantados, en esos días volví a quedar con Dana, pero no con la suficiente frecuencia como para pensar que teníamos algo ni que yo quería algo, estábamos en la piscina a veces jugábamos a las cartas con Jessica hasta que nos dejaba sin blanca al poker. Y algunas veces volvía a saborear sus labios, una cosa que no me desagradaba en absoluto.
Una amistad muy peligrosa, demasiado y más si yo empezase a sentir algo por Dana.
Pero mi única salvación sería que al comenzar el curso, los machos alfa de clase se fijasen en Dana y todo esto fuese poco a poco quedando en el olvido.

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