Pacto Con Un Beso

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Alexandra y yo pasamos toda la tarde del sábado, en casa parecía no querer volver a su casa. Pero eso me encantaba deseaba verla a cada segundo.
-¿dormiste a noche, en mi cama? - pregunté.
-como voy a dormir en tu cama, y más sin tu permiso - sonrió Alexandra.
-tu perfume dice lo contrario-
-¿mi perfume? - se sorprendió.
-a noche note una presencia en la cama, pensé que sería por beber pero esta mañana el aroma de tu piel me confirmó que tu habías estado ahí - dije cual detective.
-¿te gusta mi perfume? - preguntó sorprendida.
-me encantas - ¡que dices! ¡estúpido! Cierra la boca, ¿por que había dicho eso? Ahora te odiará para siempre.
Mi cabeza tenía razón por que había dicho eso, cuando estaba cerca de Alexandra me ardía algo por dentro como queriendo salir, un fuego interior que no podía dominar, y con el tiempo el me dominaría a mi.
-¿como te puede encantar alguien como yo? Soy rara, no sabes lo rara que soy - dijo riendo.
-yo también, soy muy raro el más raro del mundo - dije con un dolor en el estómago, como a la espera de una nota importante.
-tu también...me encantas, me encanta tu sola presencia y como eres diferente a todos los demás - las palabras de Alexandra me petrificó.
-¿diferente? - respondí disimulando mi éxtasis interno.
-los demás solo se fijan en lo exterior, tu has sido amable desde el principio, sin conocerme, me a cogiste a mi y a mi hermana sin pedir nada a cambio y perdiste a una amiga por defenderme, y en unos días ya me has defendido y me has a cogido en tu casa - dijo Alexandra y parecía que había sido más amable con ella de lo que nadie había sido.
-te puedes quedar aquí para siempre - dije.
Deseaba besarla, como a noche cuando nos unimos por un instante.
-me encantaría, pero mi madre se daría cuenta...o eso me gustaría creer - sin ninguna duda, Alexandra no había recibido nada de cariño por parte de su madre o eso parecía.
-siempre que lo desees podrás venir, si quieres - dije en tono amable.
La tarde paso y Alexandra decidió volver a su casa, La acompañé hasta las afueras de León, hasta una casa de un color blanco brillante y como recién pintado. Parecía la casa de una persona rica de la Inglaterra del siglo dieciocho.
-gracias por acompañarme, eres todo un caballero - dijo Alexandra colocándose el cabello detrás de la oreja.
-todo un caballero, acompañando te hasta aquí - una figura apareció de la blanca puerta, era una mujer de cabellos dorados y ojos cristalinos, era bella y joven.
-¡madre! - aquella mujer no parecía tener edad para ser madre, solo aparentaba tener unos años más que Alexandra.
-me alegro de que estuvieses con un chico tan educado, en vez de por ahí tu sola, como siempre - parecía preocupada de verdad.
-verá, Alexandra se encontraba mal y a dormido todo el día, pero ya está perfectamente - mentí para evitar mayor bronca de su madre a Alexandra.
-pues por haber cuidado de mi hija, si aceptas te invito a cenar mañana, - ¿aceptas? - Alexandra parecía sonreír con aquellas palabras.
-claro, será un placer - dije lo más educado posible.
Ella asintió y entró de nuevo en casa, el silencio reinaba y los grillos parecían más ruidosos que nunca.
-bueno yo me voy - dije dando un paso atrás.
- James, seré tuya toda la eternidad, pero sólo si tu me das tu alma - Alexandra me acaba de pedir salir con ella o eso creía. Me quedé en silencio un segundo.
-siempre a sido tuyo, y siempre lo será- dije mientras me alejaba de la entrada y Alexandra entraba en casa. Estaba oficialmente saliendo con Alexandra, ¡no puede ser!.
El camino de regreso a casa, me pareció eterno por el tornado de preguntas que había dentro de mi cabeza.
Necesitaba un poco de aire, así que fui a pasear antes de volver a casa, el sueño era una pesada losa, regresé a casa, al tumbarme en la cama pude notar el perfume que aún perduraba en la almohada.
Desperté la mañana del domingo, con algo de frío se notaba la llegada del otoño, con mucha premura.
Me quedé pensando en la cena en casa de Alexandra, caminé hasta el salón como un zombie, al encender la tele en todos los canales, aparecía la noticia de un nuevo asesinato, ¡que demonios estaba pasando! Dos asesinatos en dos días.
"esta madrugada, un grupo de chicos encontraron el cuervo, de otro joven en el bosque de las afueras de León, las autoridades planean que si la situación continua sin dar con el agresor se pondrá un toque de queda, o métodos más seguros " el reportero dio paso a las imágenes del bosque.
Había estado paseando, por los alrededores de aquel bosque para volver a casa, podría a ver sido yo ese cadáver.
Cogí el móvil, en el cual había recibido tres nuevos mensajes, uno de Jessica, otro de mi madre y el último de Alexandra.
Comencé por el de mi madre, ya que sería el peor de todos:
"he visto en las noticias lo que ha sucedido con aquel chico, ten cuidado y no salgas de noche.
Un beso Mama".
Parecía que la noticia había llegado hasta la capital, seguí con el mensaje de Jessica:
"Estoy en una nube, Kiara es increíble, tenemos que quedar para hablar.
J".
Parecía que el corazón frío y duro de Jessica se estaba ablandan do debido a la hermosa Kiara, algo parecido a mi situación. Y por último el de Alexandra:
"buenos días, te echado de menos al irme a dormir, mi madre me ha dicho que a las nueve pasará a por ti, por todo lo que está pasando. Ponte guapo.
Siempre tuya.
Alexandra".
Me apetecía ver a Jessica para contarle lo que había sucedido anoche, y así pedirla consejo de como "ponerme guapo" para la cena.
Me vestí con unos vaqueros y una camiseta de color negro y me dirigí hasta la casa de Jessica, últimamente solo salía de casa para ir a esa casa.
Los padres de Jessica habían ido a misa, lo que me alegró ya que no tendría que hacer de chico bueno delante de los padres de Jessica y Dana.
-Recibiste mi mensaje por lo que veo- dijo Jessica desde lo alto de las escaleras.
-claro, pero puedes ahorrarte tus relatos de amor - dije entrando dentro de la casa.
-estúpido - dijo empujando me, con un tono tan cariñoso como una caricia.
- ¿está tu hermana? - pregunté mirando las escaleras que llevaban hasta la planta de abajo.
-esta leyendo, en su cuarto ¿quieres liarte con ella otra vez? - se río Jessica.
-tengo que contarte algo y ella no puede enterarse - dije lanzando una mirada asesina a Jessica.
-claro, ¿de que se trata? - pregunto, parecía intrigada.
-¿estás con Kiara? - pregunté de nuevo.
-si, pero nadie lo sabe salvo Kiara y yo, ¿pero no entiendo a donde quieres llegar? - preguntó confusa.
-desde anoche, pertenezco a Alexandra y no quiero que tu hermana se entere - dije sentándose al lado de Jessica. La cara de de Jessica era el rostro de la sorpresa.
-eso es genial -
-Jessica tengo una cena esta noches, y tengo que estar decente necesito tu ayuda, ¿puedes ayudarme? - dije.
-¿cuando es la cena? - preguntó Jessica.
-esta noche a las nueve - dije
-no se si tendré tiempo - Jessica río pero al ver que no me reía cesó.
-tu tampoco eres Scarlett Johanson - la mire con odio.
-tranquilo, yo te ayudaré, por la tarde voy a tu casa y te ayudo - dijo con tono de ánimo hacia mi.
-gracias, ¿viste que apareció otro cadáver? - cambie de tema.
-si, sale en todos los canales - dijo señalando la tele.
-ten cuidado, se que puedes cuidarte tu solita, pero ten cuidado - dije dirigiendo me a la puerta.
-James...gracias por preocuparte por mi - dijo mientras yo salía.
-ahora te cuidará Kiara - dije en voz alta bajando las escaleras de la calle.
La tarde llegó y la visita de Jessica también, al final terminamos eligiendo un pantalón negro, y una camisa azul oscura vaquera, con respecto a mi pelo desde pequeño lo había dejado por impeinable.
Las nueve llegaron y el timbre sonó, era Kiara, la cara de Jessica se tornó en una sonrisa enorme.
-¿ya estás listo? - preguntó Kiara.
-pensé que vendría tu madre - respondí.
-esta ocupada con la cena y mi hermana se está preparando, así que me ha tocado a mí - en ese momento Jessica salió al patio y las dos se miraron.
-vaya, el móvil y las llaves, ahora vengo- dije de excusa para dejarlas a solas.
Al volver a salir, ambas estaba riéndose como si casi las hubiese pillado.
-¿nos vamos? - Preguntó Kiara.
-claro, vámonos - dije cerrando la puerta.
-Que los paséis bien, ya me contarás luego a la vuelta James - dijo Jessica, pero ¿por que no quería que se lo contase Kiara?.
-de acuerdo - dije.
-te veo luego guapa - dijo Kiara guiñando le un ojo a Jessica.
Kiara y yo caminamos en silencio, hasta los límites del bosque.
-¿te parece bien que este con Jessica? - rompió el silencio Kiara, llevaba dos coletas atadas con lazos verdes, una camiseta del mismo color y una cazadora negra de cuero.
-¿por que me iba a parecer mal? - respondí con otra pregunta.
-no se pensé que te parecería mal - dijo.
-no soy tu padre para prohibir te nada, a demás a Jessica la veo feliz - dije razonando la respuesta.
-¿por qué eres tan bueno con nosotras? - ambas hermanas parecían agradecidas de tener amistades.
-soy así, a demás vosotras también sois buenas, solo que por una razón que desconozco no habéis tenido buena suerte al hacer amigos - dije.
Seguimos caminando, y cuando estábamos a punto de llegar a la casa de Kiara. Nos encontramos con un grupo de chicos y chicas, apoyados en un coche plateado. Comenzaron a gritarle a Kiara.
-Guapa, ¿por que no dejas a ese pringado y te vienes con nosotros? - dijo un chico que parecía estar ya borracho.
-no me van los niñatos - se río Kiara.
El chico se acerco hasta Kiara, para golpearla, el mismo fuego que me invadía en presencia de Alexandra, volvía a surgir.
Debía controlar aquel ardor, que desconocía su origen.
-¡James! James para por favor- la voz de Kiara me despertó de mi trance.
Cuando volví en mi, vi que tenía agarrado por el cuello, a él chico ¿pero como?.
-James, vuelve lo vas a matar - dijo Kiara.
Solté al chico que cayó desplomado al suelo, sus amigos estaban helados de miedo y sus amigas gritaba y lloraban de miedo al ver como la vida casi abandona el cuerpo del chico.
-¡lleva os a este imbécil de aquí! - señale el cuerpo inmóvil que respiraba con dificultad.
Montaron todos en el coche y salieron lo más rápido que dio ese viejo coche, Kiara estaba en total silencio.
-lo siento, nunca me había pasado algo así - dije.
-gracias por defenderme, venga vamos que ahora te limpio la herida- dijo agarrándome del brazo y tirando de mí. ¿herida?
-¿herida? - pregunté sorprendido.
-tienes un pequeño corte en la ceja - dijo mirando la sangre que comencé a notar cálida por mi mejilla.
Al fin llegamos a la brillante casa, y entramos estaba todo muy iluminado.
-bienvenido a mi casa - dijo Kiara quitándose la cazadora y dejando ver una camiseta de tirantes muy finos.
-es una pasada, pero si nos te gusta te la cambio por la mía sin dudarlo - dije mirando a mi al rededor, contemplando cuadros, jarrones, lámparas y demás.
-¿espero que esa sangre no sea cosa tuya? - la madre de Kiara llegó al recibidor.
- James, se ha pegado con un chico por defenderme - dijo Kiara.
-primero a coges a Alexandra y luego defiendes a Kiara, debería adoptar te como hijo - sonrió.
-no es para tanto, solo hice lo que tenía que hacer - sonreí.
-donde están mis modales, yo soy Victoria Fiend, la madre de Alexandra y Kiara - dijo dándome dos besos en la mejilla.
-es un placer - dije.
-el placer es mio - respondió Victoria - adelante pasa, Kiara ayúdame -.
Victoria se perdió por la casa, Kiara la siguió pero antes se giró y me miró.
-arriba, a la derecha - dijo Kiara y se perdió como segundos antes su madre.
Contemple la escalera, y comencé a subir, una música venía de la dirección que me había dicho Kiara.
Llamé a la puerta.
-Que ya bajo madre, no seas pesada - la voz de Alexandra era tan dulce como una melodía que calma a la fiera más enfadada de todas.
-¿si quieres me voy? - respondí asomando la cabeza.
-¡James! No, no pasa pasa - dijo acercándose a la puerta deprisa. La habitación se Alexandra estaba pintada con un color azul, y con dibujos en negro y morado, había una cama junto a la ventana, y un escritorio, el resto de la habitación estaba llena de estanterías con libros, y CD de música de todo tipo.
-perdona, no me a dado tiempo a arreglarme - dijo, llevaba un vestido color morado, se había colocado el pelo hacia un lado, llevaba también los ojos marcados con color negro y un fuerte color rojo que aumentaba aún más la tentación de besarla.
-estás preciosa - dije lamentando haber acudido con esas pintas, a la cena.
-gracias, me encanta tu camisa - dijo colocándose el pelo con los dedos.
Miré más detenidamente la cama de Alexandra, había un par de cogines y un oso de peluche, por el aspecto antiguo pero muy bien conservado.
-me lo regalo mi padre hace muchos años - intervino Alexandra, al ver como observaba el pequeño oso de peluche de color nieve pálido.
-¿tu padre está trabajando? - pregunté.
-murió hace tiempo, ese oso me lo regalo en mi cumpleaños antes de morir - dijo con tono triste.
- lo siento, no debí preguntar - no se podía estropear una situación las rápido.
-se que cuida de mí, y a demás ahora tú también cuidas de mi ¿verdad? - dijo acercándose a mi.
-pase lo que pase - la mire a sus ojos azules profundos como el más inmenso de los océanos.
Ella respondió con un beso, tan dulce y delicioso como el anterior.
-ahora estás más guapo - río Alexandra.
Al mirarme al espejo vi que tenía parte de los labios pintados de su color rojo.
-yo te ayudo - cogió una toallita húmeda y me quito el pintalabios.
Al bajar al salir, vi una mesa perfectamente colocada y con unos suculentos platos, en su mayoría de carne y frutas.
-sienta te donde quieras James - dijo Victoria. Ocupe el sitio perfecto al lado de Alexandra y de Kiara.
-casi estamos todos - dijo Victoria algo ansiosa.
-¿casi? - preguntó Kiara.
-falta tu hermana, esta a punto de llegar -
-¿no estaba en Inglaterra? - intervino Alexandra.
-estaba, ahora está al llegar - permanecí callado sin saber que decir. Sabía que había una tercera hermana por que Alexandra me lo había dicho.
-ya sabíais que vuestra hermana iba a llegar - dijo su madre.
El timbre sonó y Victoria camino muy deprisa hasta la puerta, las caras de Kiara y Alexandra, eran las que pondría cualquier alumno al ver a un profesor.
-bienvenida a casa hija - dijo Victoria entrando con una chica de cabellos rubios dorados, ojos azules pálidos que se veían a través de unas grandes gafas, que no conseguían restarle belleza, y llevaba un abrigo atado con un cinturón color amarillo.
Valeria detuvo su mirada en mi, y parecía sorprendida.
-no sabía que tendríamos invitados ¿quien es? - dijo desprendiéndose del abrigo y acercándose a mi, me levante para saludarla con dos besos.
-es James un amigo de tus hermanas - dijo Victoria.
-¿James? Encantada yo soy.. -
-Valeria, tus hermanas me han hablado de ti - intervine para sorpresa de la chica.
-seguro que todo cosas horribles - sonrió mirando a sus hermana que intercambiaron miradas y muecas de asco.
La cena transcurrió sin ninguna guerra entre las hermanas, Victoria y Valeriana hablaban de los logros académicos de Valeria en Inglaterra y de que empezaría a trabajar en un bufete de abogados de alto prestigio de Londres.
-menos mal que estas aquí - me susurro Alexandra al oído.
Todo estaba delicioso, cada plato más sabroso que el anterior.
-y para terminar, jugo del bosque - dijo Victoria.
-¿que es jugo del bosque? - pregunté.
-es una bebida que inventó mi madre, que no lleva alcohol pero sienta igual de fuerte que si llevara- explicó Alexandra.
-al ser tu primera vez tomándolo, deberías tener cuidado - dijo Victoria sirviendo un líquido rojo en vasos de cristal con bordes de plata.
Alcé la copa y en cuanto el líquido rojo rozó mis labios, una sensación de acidez me paralizó, era como miles de frutas ácidas exprimidas y servidas.
Pero estaba delicioso, un escalofrío me recorrió el cuerpo y una inyección de adrenalina lleno todas las moléculas de mi cuerpo.
-¿que tal? ¿te gusta? - preguntó Alexandra.
-delicioso, nunca había probado nada igual - dije sonriendo.
-bebe más, te sentará genial - me retó Kiara.
Seguí bebiendo hasta que deje de sentir el cuerpo, un regusto dulce permanecía en mi paladar, era una sensación demasiado agradable.
La cena aunque ya había terminado se prolongó hasta altas horas, con mucha música que Kiara Y Alexandra pusieron ya que Victoria y Valeria no cesaban en su conversación.
El baile de Alexandra era tan delicado que parecía que flotase, el mareo cada vez era más fuerte, pero estaba tan a gusto con Alexandra.
-chicas, ya es hora de que os vayáis a la cama - dijo Victoria apagando la música.
-yo me retiro a dormir que estoy agotada del viaje, buenas noches - dijo Valeria subiendo las escaleras.
-yo me tengo que marchar a casa, que ya es tarde - dije.
-pensé que te quedarías a dormir conmigo - dijo Alexandra.
-no te puedes marchar tan tarde, y menos con todo lo que sucede, seguro que tu madre entenderá que te quedes a dormir - dijo Victoria.
-eso es abusar de vuestra hospitalidad - dije el mareo estaba a punto de hacerme caer al suelo.
-quédate, puedes dormir en mi cama - dijo Alexandra.
El mareo me hacía imposible, tener escapatoria y no me molestaba la idea de dormir cerca de Alexandra de nuevo.
Por desgracia solo recuerdo tumbarme en la cama, pues luego solo hubo oscuridad.
Esa noche no soñé nada pero descanse como nunca, desperté y vi a Alexandra dormida plácidamente a mi lado, tumbada de lado respiraba suavemente, su pelo negro caía por sus mejillas pálidas, tenía una camiseta negra muy larga y unas brillantes piernas al descubierto. Aquella imagen podría inspirar a cualquier pintor de todas las épocas pasadas, un pedazo de cielo en la tierra.
Bajé hasta el salón aún no se habían despertado nadie, aproveche para ir hasta la cocina y desayunar algo, vi una jarra de jugo del bosque, y tomé un vaso igual de delicioso pero esta vez no sentí ningún mareo. Algo me rozó la pierna y al darme la vuelta vi un perro enorme de color negro.
-¿de donde sales tú? - mis palabras hicieron que el perro se sentase - bueno como si me fueses a responder -acaricie la cabeza del perro.
En el collar del perro había escrito un nombre "Darko".
-Darko, bonito nombre - ladro Darko.
Después de servirme otro vaso, me senté en el sofá, mientras Darko me hacía compañía.
Unos pasos sonaron desde la escalera, me giré y vi a Alexandra apoyada en la barandilla de la escalera, la camisa negra le llegaba casi hasta las rodillas, y hacia que sus piernas se vieran más pálidas y hermosas, tenía el pelo despeinado que le caía por un lado de la cara, era tan bella.
-tanto me odias que sales huyendo de mi cama- dijo Alexandra.
-no podría odiarte por nada del mundo, solo que no quería despertarte - dije mirando tanta belleza.
Darko corrió hasta Alexandra, que al ponerse de pie era casi igual de alto que su dueña.
-no sabía que tenías mascota- dije.
-no sabía si te iba a gustar - dijo Alexandra acercándose.
-me encantan los animales - acaricie de nuevo a Darko, que parecía no saber a quien lamer primero.
-lo encontré abandonado de cachorro, cuando no cabía en mis manos y ahora ya me hecha de mi cama - dijo.
-tienes suerte de poder estar cerca de ti - dije sonriendo.
-podrás dormir en mi cama, siempre que quieras, y venir a la hora que desees, soy tuya para toda la eternidad - esas palabras eran tan hermosas que juntadas con la dulce voz de Alexandra, me dieron ganas de gritar de alegría.
-esa es una oferta que aceptarían todos los chicos, tienes que tener algún precio, ¿cual es el precio? - pregunté.
-tu alma, ya te lo dije y a demás un beso - el precio era igual de suculento que la propuesta.
Me acerqué a ella y antes de poder decir nada, me besó.
-ya eres mío - dijo en un susurro.
Me encantaba estar en la presencia de Alexandra, las chicas se fueron levantando, y antes del mediodía me despedí de Alexandra para volver a casa.
Lo único que lamentaba era no haber permanecido más tiempo contemplando su rostro mientras dormía.

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