Capítulo III: En camino hacia el Mundial

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— ¡OTRA VEZ! ¡OTRA VEZ! ¡POR FAVOR, OTRA VEZ! —grité mientras daba brincos en la cama. Estaba arrobada de pies a cabeza, con una alegría que subía por mi esófago y estallaba por todo mi pecho, saltando, gruñiendo, ¿bailando...? Había sido la primera vez que veía una película ¡y había sido más que grandioso! Los colores, los sonidos, ¡los diálogos! ¡Merlín! ¡Estaba que me orinaba de la risa de tan solo recordarlo!— ¡MIONE, TE LO RUEGO!

— ¡Sirrah, cállate, por amor a Dios! —mi mejor amiga se hallaba acostada, dándome la espalda y cubriéndose la cabeza con uno de sus gigantescos cojines mientras Crookshanks se acurrucaba a sus pies. Sonaba agotada— . Ya la vimos dos veces. Está bien que ames a Dory, ¡pero ya fue suficiente! Estoy muerta del sueño —tensé mi mandíbula, pensando con detenimiento cómo demonios convencerla en lugar de gritar con toda la maldita energía que me había poseído.

— Pooor faavooourr —imploré, agitándola de un lado a otro— , teee looo rueeegooouu...

— ¡Ya te dije que no sabes hablar cetáceo! —refunfuñó, apretando con fuerza sus ojos. Cerré de golpe mi boca, curvando mis labios en un doloroso puchero. Me había roto el corazón. Hermione abrió los ojos de golpe y se volvió a mí con lentitud, observándome con cautela— . Era broma, Rah... No te enojes, ¿sí?... ¿Rah...? 

— Creí que Harry sería el primero en acabar con mis sentimientos —admití en un susurro, sorprendiéndome por mis propias palabras. La castaña tenía ahora un semblante de consternación, sus lagrimales brillaban— . Pero me equivoqué. ¡Mala amiga! ¡No te quiero! ¡Fea! ¡Tiburón come peces! ¡Shu! ¡Shu! —retrocedí con ayuda de mis manos, a la par en que ella negaba frenéticamente— ¡DARLA! 

— ¡Ay, Sirrah! —me sostuvo de las piernas, con el gesto torcido y sus cejas fruncidas— ¡Era mentira! ¡Sabes hablar cetáceo! ¡Es perfecto, lo prometo! Es sólo que estoy muy cansada... Perdóname, ¿sí? 

Caí en cuenta del drama que estaba formando por nada. Mi subconsciente prácticamente me estaba haciendo bullying.

— Es sólo que... jamás había visto nada parecido —bajé la voz, viéndola arrepentida— . Yo también lo siento, ¿sí? Nunca debí haberte llamado "Tiburón come peces" ni mucho menos "Darla". Ha sido increíblemente despectivo de mi parte...  

— Está bien, todo está bien —me consoló, posando una mano en mi hombro— . Ahora vamos a dormir, ¿sí? Yo te paso el peluche de Dory y...

— Pero no tengo sueño —interrumpí con cautela, encogiéndome de hombros al ver sus ojos apagados dirigirse a mí con una calma forzada.

— De acuerdo... Pondré de nuevo la película —señaló a la pantalla del telavisor y yo pegué un saltito en mi puesto, mordiendo mi labio inferior con brutalidad— pero le bajaré al volumen porque necesito dormir.

— ¿Volumen? ¿Se puede achicar...? ¡Espera! ¿La veré sola? —dije temerosa. Hermione asintió— ¿Y si lo daño? ¿Y si explota? ¿Y si los tiburones se salen de ahí y me comen? —me miró incrédula— ¡Podría pasar, sabes que sí! 

— No pasará nada, Rah —bostezó, enjugando sus ojos— . Los televisores no funcionan con magia. Un personaje no puede salir de allí, ¿de acuerdo? —afirmé, no muy convencida.

Treinta y dos minutos después, mi corazón estaba batiendo fuertemente en las yemas de mis dedos, en mi cabeza, en mi esófago. Mis oídos estaban increíblemente atentos ante cualquier sonido que profiriera el telavisor, puesto que mis nervios se hallaban en un auge que no podía explicar.

— «Atención: empieza oficialmente la junta —recité en voz baja a la vez en que el tiburón hablaba, suponiendo que ésto me relajaría— . Hay que iniciar con la promesa —alcé mi mano derecha— : soy un buen tiburón, no una máquina de comer. Si voy a cambiar esa imagen, primero debo cambiar yo. Los peces son amigos, no comida» —finalicé un poco más tranquila, atrayendo mis piernas hacia mi pecho.

Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora