Capítulo XIV: Ronald, Ron, Ronnie

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Sacudí el estupor que sentía mi cuerpo. No podía dejar de repetir la anterior escena, había sido perfecta para mí (además de desastrosa). No podía caer más hondo por él. Y no decírselo... estaba resultando demasiado frustrante. Esperaba poder soportarlo, esperaba poder cerrar los ojos en mi cama y que mis sentimientos simplemente desaparecieran.

Una sombra se cruzó hacia el lado del vestíbulo. Supuse que era Poliakov, porque tenía la contextura de un chico alto y acuerpado. Se exaltó cuando me vio, mas luego reemplazó su expresión por una de simpatía.

— Lamento «molestarr» —dijo con una media sonrisa, sus ojos brillando ante el movimiento de las llamas de una antorcha.

— Está bien —lo observé por unos segundos— ¿Por qué me buscabas? Apenas y sabes mi nombre.

— Me «agrradas» —pasó sus ojos del fuego a sus pies— y no estás loca por «Krrum», así que si hablo contigo no «tendrré» que «soporrtar» las cosas locas que hacen por él...

— ¿Cómo qué? —empecé a caminar hacia las mazmorras.

No estaría mal hablar con él después de todo. Poliakov soltó una risa rasposa, carraspeando.

— Se quitan su... uh... bryst —apuntó la parte superior de su pecho.

— ¡Ah! El sostén —asintió.

— Y se lo «tirran» a la «carra» o lo «guarrdan» en cualquier lado con galletas o pasteles —solté una risotada.

— Que no se note el desespero. Aunque... ¿por qué las galletas y los pasteles?

— «Dentrro» viene la poción «Amorrtentia» —silbé sorprendida.

— Y van con fuerza —él volvió a asentir, sonriendo. Medité por unos segundos hasta que me decidí por hacerle la pregunta— ¿Y por qué me has buscado precisamente a mí a esta hora?

— En mi colegio todos están «eufórricos» por «Krrum», incluso el «dirrector Karkarrov» —continuó examinando nuestro alrededor, haciendo una mueca ante los calabozos—. Y tus amigos me «dijerron» que querrías hablar conmigo.

— ¿¡Qué!? ¿¡Quién!?

— El rubio «Drraco» y Nott.

Me quedé muda por un segundo. Así que ese era el plan de los chicos.

— Ahm... ¿Planeas hablar conmigo toda la noche? De verdad que no quiero sonar apática, pero una de mis mejores amigas está demasiado dolida y...

— No hay problema —habló una chica a mis espaldas. Ambos nos volvimos hacia Margot, quien se hallaba encogida al lado de una armadura, cubriéndose con una manta y limpiándose la nariz con muchos pañuelos— . Los demás chicos ya se fueron a dormir. O eso espero.

— ¿Por qué «llorra» tu amiga? —me preguntó Poliakov.

— Uhm... ¿te suena quedarte aquí toda la noche intentando hacerla reír? —le pregunté de vuelta.

El escandinavo se encogió de hombros. Así, los dos nos sentamos a su lado y comenzamos a hacernos preguntas aleatorias. Permití que Margot se recostara en mis piernas antes de caer rendida ante el sueño tres horas más tarde.

Yo aún no había dormido, pero me esforzaba por no dejar solo a Poliakov, además, Harry me preocupaba de sobremanera. Supuse que ni Fleur ni Diggory vinieron a hablar con Margot porque estaban atrapados en las fiestas en sus casas.

*

Llevaba ya muchas horas despierta. Sólo esperaba que no fuese a afectar demasiado mi cognitiva, pero bueno, Poliakov tenía que volver a su barco y Margot y yo entramos a nuestra sala común para alcanzar nuestro dormitorio y alistarnos. Una vez ella estuvo vestida, salió a toda prisa para encontrarse con su prima y su novio, ya que los nervios la estaban matando. Mientras tanto, yo evadí a mis serpientes para poder llegar al Gran Comedor rápidamente y cumplir mi palabra de anoche: esperar a Harry.

Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora