Capítulo XXIV: El Secreto

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N/A: el "lazo de luz" es el "anima mea de colorem" que se mencionó en el capítulo La segunda prueba (un encantamiento que inventé para hacer un efecto estético al bailar tap-toe). Se explicará más adelante y... en fin, disfruten. :)
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Era mayo y, en menos de media hora, Harry tendría que dirigirse hacia el campo de quidditch para saber en qué consistiría la tercera prueba. Ambos decidimos esperar el momento detrás de unos arbustos, con el cuerpo recostado en los muros del castillo y la mirada hacia el lago negro. Él jugaba con mi cabello y yo con sus dedos, sosteniendo un silencio bastante cómodo que él rompió:

— Estuve pensando...

— ¿Y no te dolió? —solté irónica, recibiendo al instante un puño amistoso en mi pierna izquierda, la cual se encontraba encima de la suya.

— ¿Sabes? La mayoría de personas tiene consideración con esta etapa tan fuerte de mi vida... en que me acerco a una prueba que pone en juego mi vida y mi dignidad..., y suavizan su comportamiento conmigo —dramatizó divertido, contemplándome con los ojos brillantes y las pupilas dilatadas.

— Ajá... me alegra por ti. ¿Qué decías? —bromeé y él rió.

— Que Voldemort en realidad fue muy estúpido hace trece años, cuando intentó asesinarme en la casa de mis padres —lo observé con duda— . Digo, ¡tenía un año! Podría haberme aventado por la ventana y habría muerto. O simplemente tirarme de la cuna unas dos, tres veces.

Medité en silencio, asintiendo.

— Bueno, sí, pero tenía una varita —me encogí de hombros.

Me contempló con el ceño fruncido por unos segundos, hasta que finalmente respondió, atónito:

— De verdad que la magia a veces nos vuelve inútiles, ¿no? —solté una carcajada.

— Me pregunto qué diría Voldemort si te escuchara decir eso —me recosté en su hombro— . ¿Sabes? También podría lanzarte un "accio" —me miró confuso.

— ¿Para qué?

— Para quitarte los lentes. No creo que puedas defenderte si no ves bien, ¿no? —esta vez no paró de reír fácilmente.

Y sí, al principio se me contagió, pero cuando pasan diez minutos y la otra persona continúa casi asfixiándose, es... nah, seguía siendo gracioso. Tal vez era porque su risa me daba risa o porque teníamos cierta clase de empatía tan extraña y fuerte que hacía que salir con él fuera mucho más natural de lo que pensé que sería. No me sentía confundida ni incómoda a su lado, me sentía... feliz, algo nerviosa, pero feliz.

— Jamás lo había pensado —afirmó, inhalando con fuerza para recuperar la compostura.

— Ven —se los removí y apunté hacia el conjunto de arbustos al otro lado del lago— . ¿Qué frutos hay por allí?

— ¿... Hay frutos?

— Bien..., esperemos que nunca piense en esta táctica —me los puse y contemplé nuestro alrededor— . ¡POR LAS BARBAS DE MERLÍN, VEO EL FUTURO!

— Ja, qué graciosa —soltó satíricamente— . ¿Sabes? Te ves más guapa cuando estoy medio ciego —reí.

— ¿Aprendiste este bullying en tu colegio muggle? Debías ser insoportable.

— En realidad, me lo hacían a mí —callé de inmediato, cayendo en cuenta en lo irónica que era la vida a veces— . ¿Qué?

— ¿Es en serio?

— Sí —parecía divertido por mi reacción— . ¿No te lo esperabas? ¿De verdad? —no respondí— . No, espera, espera, no es eso... ¡Tú eras una bully de pequeña!

Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora