Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4

Capítulo XXI: La Segunda Prueba

El conflicto con Terence Higgs finalmente había sido solucionado. Él desmintió todo lo que había dicho y, como Tracey supuso que se iban a burlar de él, dijo que le había implantado una falsa memoria como experimento personal, así que todo se había esfumado tan rápido como llegó. Sin embargo, la pregunta es "¿por qué lo ayudó?". Simple: cuando eres guapo tienes tus privilegios. Parece que esa noche en que lo fuimos a buscar él se hallaba en la lechucería y, como la madrugada usualmente entorpece la mente y agudiza la sensibilidad, ambos terminaron lo que habían comenzado en la noche del baile. Usualmente prefiero no opinar sobre la vida de los demás, así que cuando me lo contó me encogí de hombros y le dije "vive tu vida". Aún así, Margot propuso crear una lista de venganzas por si el chico la humillaba y ya la teníamos vigente.

Caminé por la biblioteca durante la tarde anterior a la segunda prueba del Torneo. Había comido las onzas suficientes como para sacar energía en una maratón, lo cual resultaba bastante conveniente ya que tenía acumuladas decenas de lecturas para las clases de la semana. No obstante, antes de tomar una enciclopedia sobre Aritmancia, divisé al trío de leones en la sección de "Trucos para situaciones conflictivas". Me acerqué casi saltando y con una enorme sonrisa, la cual se disolvió al llegar. 

— ¿Qué demonios les pasó? —interrogué desconcertada.

Los tres tenían ojeras, sus ojos permanecían casi cerrados y la piel blanquecina.

— Hemos estado aquí desde anoche —informó Ron y automáticamente dejó caer su rostro con brusquedad en el libro que leía.

— ¿Y eso por qué? —pregunté, tomando asiento.

Seis ojos se dirigieron a mí con desdén.

— ¡Porque estamos ayudando a Harry que, por si no lo recuerdas, necesita encontrar la manera de respirar bajo el agua! —explicó Hermione entredientes— . ¡Lo cual podrías estar haciendo también si te hubieras acordado de nosotros durante esta semana! —humedecí mis labios.

Era cierto, pero no había sido a propósito. Mi familia y la de mis amigos se habían reunido con las otras familias (incluyendo nuestros rivales) para planear los detalles y el presupuesto para el Baile Sagrado. Según nos contaron, las tensiones crecieron y ahora nos querían exigir algo que me emocionaba tanto como me aterrorizaba: la ejecución del "anima mea de colorem", un hechizo avanzado en las artes, utilizado únicamente en el tap-toe. Jamás se ha presentado en el Baile porque su característica no es abiertamente de competencia pero eso se acabó, y ni siquiera Draco estaba seguro de si podríamos lograrlo. Además de esto, ya había iniciado la planificación del partido de quiddditch clandestino. Sólo conseguí el apoyo de los prefectos de Ravenclaw y Slytherin, por lo que tuve que idear una nueva táctica.

— Ninguno me pidió ayuda de nada —tercié— . No puedo estar con la atención en todo el mundo todo el tiempo...

— ¡Pero es la Segunda Prueba! ¡Uno de tus mejores amigos está en graves aprietos!

— ¿Podríamos, por favor, discutirlo luego? —pidió Harry. Era el que tenía la peor apariencia de todas. Se le notaba a leguas el abatimiento. Movía los dedos todo el tiempo, nervioso.

— Creo que es imposible —declaró Ron— . No hay nada. Nada. Lo que más se aproxima a lo que necesitamos es este encantamiento desecador para drenar charcos y estanques, pero no es ni mucho menos lo bastante potente para desecar el lago.

— Tiene que haber alguna manera —murmuró Hermione leyendo "Encantamientos y Embrujos Antiguos Caídos en el Olvido" con la página a cinco centímetros de la nariz— . Nunca habrían puesto una prueba que no se pudiera realizar.

— Ahora lo han hecho —replicó Ron— . Harry, lo que tienes que hacer mañana es bajar al lago, meter la cabeza adentro, gritarles a las sirenas que te devuelvan lo que sea que te hayan quitado y ver si te hacen caso. Es tu opción más segura.