Capítulo XV: La Primera Prueba

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Me hallaba sentada a las orillas del Lago Negro lanzando a sus aguas algunos trozos de las tostadas que me estaba comiendo para que el calamar gigante estirara sus tentáculos y los alcanzara. La brisa fresca golpeaba con fuerza y, desde donde me encontraba, se podía obtener una perfecta silueta del barco de Durmstrang.

— He vuelto —habló Ron a mis espaldas.

Sentí sus pasos crujir contra el césped por unos segundos hasta que, finalmente y con un empujón brusco, se sentó a mi lado.

— ¿Lograste decirle? —interrogué.

Mi amigo carraspeó.

Charlie, uno de sus hermanos, se había devuelto de Rumania para tratar un asunto con la primera prueba del Torneo. Lo supimos a través de una carta de la señora Weasley. Sin embargo, el pelirrojo no nos quiso revelar de qué iba la prueba, aunque supusimos que tenía que ver con dragones por obvias razones. Por lo tanto, con Ron fuimos hasta donde Hagrid para que nos adelantara más en el asunto, cosa que no hizo. No obstante, sí accedió a contarle a Harry, ya que él era el que debía enfrentarse a la prueba después de todo, y Ron planeó darle el mensaje él mismo para que tuvieran una reconciliación casi automática.

Qué enredo por algo tan sencillo.

— Sí y no —arqueé una ceja al visualizar su rostro enojado. Él me pasó lo que tenía en sus manos: El Profeta— . Le dije a Hermione que le dijera a Harry que Semus me dijo que Parvati le dijo a Dean que Hagrid lo necesitaba, y lo hizo, creo... Me gritó que no era una lechuza —vio el diario en mis manos, sacudiendo ligeramente la cabeza— . Y eso es porque Ara no te encontró, así que se lo tomé en el desayuno. Mira la primera página y lee el artículo de la segunda, sexta y séptima.

Obedecí y capté automáticamente a lo que se refería Ron. La primera plana la ocupaba en su totalidad una fotografía de Harry, el cual ni siquiera observaba a la cámara sino a su entorno con desgano. Continué indagando por las páginas que mi amigo me señaló y me sorprendí de sobremanera. No podía creer lo que estaba leyendo. Era el colmo.

— "Supongo que les debo mi fuerza a mis padres. Sé que estarían orgullosos de mí si pudieran verme en este momento... Sí, algunas noches aún lloro por ellos, no me da vergüenza confesarlo... Sé que no puedo sufrir ningún daño en el Torneo porque ellos me protegen" —detuve mi lectura en voz alta con el ceño fruncido y unas náuseas aterradoras. Ron me observaba en silencio— . ¡Por favor, este no es Harry! Son palabras tan tontas y empalagosas... ¿Realmente crees que él hablaría así de sus padres? —se encogió de hombros— ¡Por supuesto que no! —lo golpeé con el diario.

— Sigue leyendo... —me indicó, ignorando mis anteriores exclamaciones. Bufé y volví mis ojos al artículo, a ver qué otra bazofia nos tiraba.

— "Finalmente, Harry ha hallado el amor en Hogwarts: Colin Creevey, su íntimo amigo, asegura que a Harry raramente se le ve sin la compañía de una tal Hermione Granger, una muchacha de sorprendente belleza, hija de muggles y que, como Harry, está entre los mejores estudiantes" —tal vez estiré demasiado el diario, por que las páginas se rasgaron a la mitad.

— ¿Qué? ¿Ya llegaste a la parte final? —dudó soprendido, viendo los trozos de papel.

— Sólo me pregunto desde cuándo El Profeta se volvió tan corrupto —prendí el pergamino en llamas y las hice levitar hasta el Lago Negro— . No necesitas más pruebas para entender que no son más que mentiras, ¿no? ¡El mejor estudiante! Vamos, sus notas son muy regulares y jamás ha tenido problema en aceptarlo.

Ron asintió, frunciendo sus labios. Entonces, después de dar varios rodeos abriendo y cerrando la boca, finalmente soltó:

— No crees que él y Hermione estén realmente... ya sabes... saliendo...

Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora