Háblame tanto como puedas.Eran las palabras inscritas en un pedazo de pergamino que me trajo Ara durante el desayuno. Conocía a la perfección tal caligrafía como para afirmar que era de Sirius. Y, como si se tratase de un llamado, el cielo del Gran Comedor se tornó de un azul lapislázuli, recordándome uno de los mejores momentos de mi vida.
— ¡No puedo creerlo! —seguía repitiendo Margot con sus manos enredándose en su túnica. Se encontraba dolida debido a su última charla con Diggory. Al parecer él estaba considerando participar en el Torneo— ¡No quiero que le pase nada! Quiero decir, ¡es tan peligroso! ¡No puede pasarle nada!
Me reí inconscientemente de la irónica gravedad del asunto, ya que su novio quería participar en el espectáculo mientras que ella pertenecía a la Alta Sociedad. Era tan terrible.
— No será tan grave —intenté persuadirla— . Además, no puedes obligarlo a que no juegue sólo porque lo quieres. Él tiene el derecho de tomar sus propias decisiones —dije, poniéndome de pie junto a ella para dirigirnos a Transformaciones con los de Ravenclaw, la primera clase del día.
— ¿Ah, sí? ¿Y dirías lo mismo si Theo o Draco quedaran electos? ¿Qué me dices de Potter o Weasley? —abrazó el enorme libro que había pedido la maestra McGonagall para este año y escondió un pastelito en su mano, mientras se lo iba comiendo disimuladamente durante el camino.
— ¡¿Qué?! ¡Ellos ni siquiera se van a presentar! —negué rotundamente, entrando al aula— . Sólo te lo decía para relajarte. Por supuesto que no creo en mis palabras, ¡podrían morir!
— ¡SIRRAH! —lloriqueó espantada y olvidó continuar sosteniendo su dulce, el cual cayó en el pupitre y lo manchó de crema de vainilla francesa.
— Tú empezaste.
Me encogí de hombros y tomé mi pluma bajo la mirada severa de la profesora, quien ya se hallaba dictándole a la clase.
Luego de dos horas, el timbre sonó y gran parte de Slytherin salió hacia Cuidado de las Criaturas Mágicas, varios quejándose porque tocaba con Gryffindor y yo sintiéndome a gusto por exactamente la misma razón. Al llegar, Hermione se posó disimuladamente a mi lado izquierdo y me pasó un papelito que decía "REUNIÓN OFICIAL DESPUÉS DE CLASE EN LA BIBLIOTECA". Guardé la nota en mi bolsillo junto a la de mi padre, y saludé a Hagrid con una sonrisa.
— ¡Buenas! —saludó de vuelta, viendo a Ron, Harry, Hermione y a mí— . ¡Escreculos de cola explosiva! —exclamó de la nada y solté una ruidosa carcajada.
— ¿Has dicho "escreculos"? —repetí. Al escucharme hice una mueca—. ¡Diaj, Hagrid! ¡Qué asco!
Ron, atacado de risa, se apoyó en mi hombro y se secó una lágrima.
— ¡Escregutos, he dicho escregutos! —corrigió el profesor ante toda la clase y señaló con entusiasmo hacia una caja de cartón que había en el suelo, en la cual una chica de Gryffindor estaba metiendo la mano.
— ¡Ay! —exclamó de inmediato, alejándose adolorida.
La clase se acercó a paso rápido para poder divisar lo que allí se encontraba, pero la emoción se disipó fugazmente. Al visualizar esos pequeños animales, la clase completa soltó un jadeo, retrocediendo. Parecían langostas sin caparazón, de piel pálida y aspecto viscoso, añadiendo que tenían patas por todos lados y no se les veía la cabeza.
— Es la cosa más asquerosa que he presenciado —chilló Parkinson con una mano en la boca para detener las arcadas— , aparte de Sirrah, claro.
— No es normal ponerle nombre al reflejo en el espejo, Parkinson —contesté serena.
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Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4
FanfictionLa vida de Sirrah Black ha dado un giro por completo y, a pesar de que las razones para romper con el Lado Tenebroso de su familia se hacen más evidentes que nunca, una misión que se lo impide le ha sido encomendada. Al mismo tiempo, tiene que ver c...