23.- Sagrada

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TOMINA

Tal vez estaba arriesgándome demasiado al encarar a Andreas en la puerta de su casa, jamás habíamos tenido una pelea en forma y si bien lo que hablamos en la fiesta de Ellen no había sido más que unas cuantas palabras, la tensión fue suficiente para mantenernos casi repelentes el uno para el otro. Andreas traía puestos los jeans a medio abrochar en donde se asomaba su bóxer con estampado del hombre araña y estaba sosteniendo un bote de nieve Ben & Jerry's en su mano libre, en la boca llevaba una cuchara y su cabello rubio platinado apuntaba en todas direcciones sin estilizar, la playera estaba ausente mostrando su delgado pero marcado cuerpo, sus ojos claros lucían rojos, ojerosos y cansados.

¿Tom? —dijo con sorpresa aun con la cuchara en la boca, pero su rostro y su voz no fueron desagradables del todo, yo le sonreí nerviosamente y él se hizo hacia un costado como un gesto en el que me invitaba a entrar. Me dio gusto sentirme bienvenida.

La casa de Andy era mucho más bonita que la mía en términos de diseño, parecía sacada de un libro de arquitectos, era elegante y de estilo americano con piedras terracota en la fachada y techos a dos aguas, muy similar a la de Bills, pero esta era más bien demasiado perfecta, en el interior era casi como un museo, mucho blanco, negro y caobas eran la gama predominante, probablemente era la casa indicada para el jefe de la policía y su familia, como indicaba la flamante patrulla en el garaje. Andy me guio hasta la sala en donde el obsceno televisor de sesenta pulgadas estaba encendido y en pausa en lo que reconocí como El diario de Noa, volteé a mirar a Andy con incredulidad y él alzó las manos.

Solo Dios puede juzgarme, Señorita Trümper

Estoy juzgándote muuuy duro justo ahora —respondí con honestidad y el dibujo una triste sonrisa en su rostro desesperanzado

Demonios... la verdad es que he estado revolcándome en mi miseria por una semana y pienso seguir así por lo que resta del verano —se lamentó y yo me senté en el blanco sillón de tres plazas con los brazos cruzados sobre mi pecho.

¡Demos gracias a dios que falta menos de tres semanas para eso! —dije dejando la cabeza caer sobre el respaldo antes de enderezarme a afrontar con seriedad lo que estaba ocurriendo, Andreas me observó con esos ojos tristes y algo dolió dentro de mí ¿A qué se debe tu miseria? —pregunté sabiendo la respuesta, pero tenía el compromiso de escucharlo, era mi amigo a pesar de todo y eso es lo que los amigos hacen en las situaciones difíciles.

Andy tomó lugar en uno de los dos sillones individuales de la sala y se llevó una gran cucharada de Ben and Jerry's a la boca como tomando tiempo antes de hablar.

Billie, ¿qué no es obvio? —Respondió con la boca llena —Me rechazó, tú estabas ahí, ni si quiera me dejaste hablar con ella —alegó con una mirada dolida mientras se metía otra cucharada a la boca.

Estabas lastimándola Andy —le recordé casi indignada, la imagen de su mano aprisionando la muñeca de Billie quemó en mi memoria y apreté los ojos intentando que la negativa sensación nublara mi juicio por motivos personales —sé que las chicas normalmente se lanzan sobre de ti la mayor parte del tiempo— y quise decirle que si le vieran tragando desde el bote de nieve como un cerdo probablemente dejarían de hacerlo, más decidí abstenerme dadas las circunstancias y a que probablemente el tipo de descerebradas que se lanzaría sobre Andy lo encontrarían bastante sexy en una extraña manera —, pero Billie no es una de esas chicas, ella no está interesada y debes respetarlo.

¿por qué estás defendiéndola? —Preguntó molesto y yo tartamudeé sin formar una oración a tiempo, antes de que sacara conclusiones — Te gusta... ya lo suponía —la declaración me cayó como balde de agua fría, no quería mentirle a Andy, por más que fuera un imbécil algunas veces, mentir estaba mal. Me llevé las manos a la cabeza y pensé en cómo salir del aprieto sin tener que mentir.

Girls Like Girls Like BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora