♡Capitulo veintiocho♡

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Narrador

Croos finalmente marco a Candas, justo en este momento iban en auto de vuelta a la manada. Croos miraba la ventana, preguntándose ¿en qué momento las cosas cambiaron tanto?, ¿desde cuándo dejo de ser tan violento con Candas?, había cambiado, y no para mal, él siempre supo que lo que hacia estaba mal, pero hací le enseñaron, los traumas que tenían no eran de en balde, él siempre se había odiado, odiaba la bestia que era.

Candas, simplemente miraba el paisaje, las cosas cambiaban sin siquiera darse cuenta, todo esto se estaba volviendo aburrido, ¿qué seguía?, ¿acaso sucedería lo que en esas novelas cursis?, ¿se terminaría enamorando de él?, justo en ese momento ya no sabia nada, tantas cosas habían cambiado en tan solo unos meses, cosas que no podía cambiar, ¡mierda! Odiaba todo, era aburrido.

Sin poderse guardar el pensamiento: — ¿Qué sigue? — preguntó sacando a Croos de sus pensamientos.

Croos suspiro, él tampoco lo sabia, quería cambiar todo, después de veinticinco años quería cambiar algo, por primera vez él quería decidir algo, aún hací, la costumbre se volvió su enemigo, esa costumbre de tener miedo, de tener limites en sus sueños, ya no soportaba más, su padre no tenia toda la culpa, él también tenia la culpa por dejarse dominar toda la vida, pero la única justificación que tenia eran sus ojos, la manera en que lo miro antes de cerrarlos para siempre, la manera tan cruel de verla morir.

— No lo se, tengo que saber quien es el responsable de las traiciones hacia la manada, haz lo que quieras, pero que no sea notorio. — Dijo finalmente. No la amaba, solo era esa jodida y puta conexión que tenían, jamás la volvería a tocar, no sin su consentimiento.

Candas lo miro, un tanto sorprendidas y un tanto triste, esperaba más, pero en fin, eso era lo mejor, miro la ventana, respiro y miro a Croos: — ¿Amigos? — pregunto con una sonrisa.

Croos sonrió, él solo tenia dos amigos, nunca había tenido una amiga, y a decir verdad la propuesta era tentadora: — Amigos. — Estrecharon manos.

Sin saber porque Croos se sintió relajado, se sintió mejor, Candas era como un masaje tranquilo, lo calmaba de una manera sorprendente, se sentía un humano más... Aunque jamás lo sería del todo.

Gil, el chofer, miraba la escena por el espejo, sonreía, era mejor que ese par se llevará bien, como pareja jamás lograrían funcionar, a mil kilómetros se veía su mal funcionamiento juntos.

— Oye Croos, ahora que somos amigos ¿puedo preguntarte algo? — preguntó Candas con timidez.

— Por supuesto — respondió Croos mirándola.

Candas jugo con sus dedos nerviosa: — ¿Por qué de la nada tu comportamiento cambio? — alzo su cabeza y lo miro, Croos tenia sus cejas fruncidas, — me refiero a que hace unos días me odiabas y me humillabas, y ahora aceptas mi amistad....

Croos pensó su respuesta, él también estaba confundido, no entendía ese cambio tan brusco, como por arte de magia cambio, eso suena muy ficticio: — No lo se. — Finalmente respondió.

— Si me permite opinar, yo tengo su respuesta — interrumpió el chofer.

— Entonces dila —, pidió Croos con curiosidad y lo miro, Candas también lo miro,  parecían unos pequeños niños a los que se les iba a contar un cuento.

— Es la costumbre, suena muy ridículo, pero ese es el cambio que tiene un alfa al lado de su luna, un alfa tiene que ser ejemplar, pero como puede serlo si su naturaleza es la violencia, hace muchos años... — comienza a explicar y baja la velocidad. — Se dice que existió el primer hombre lobo, nació de una mordida, no sabia nada, lo único que sabia era que en cada luna llena se convertía en una bestia destructora, los aldeanos intentaron calmarlo, pero era inútil, él destruía todo a su paso, cierto día conoció a una mujer, muy ridículo pero le encanto esa naturalidad que poseía,  sin embargo, él no la quería arrastrar a su infierno, pero la deseaba

>> A aquella mujer también le llamo la atención esa belleza rara y esas ojeras, resumiéndolo vivieron una aventura amorosa, el hombre lobo noto que estar a su lado lo cambiaba, cada que se convertía intentaba controlarse, intentaba ser mejor persona para ella, ya tenia un motivo.

Candas y Croos lo miraron sin comprender nada: — ¿Y eso qué tiene que ver en esto? — pregunto Croos.

Gil suspiro: — Es la costumbre, es una simple tradición, las mates solo son una estúpida mentira, lo cierto es que tienen esa aura que el hombre lobo busca en su más recóndito escondite, la realidad es que la mate tiene algo que al lobo le gusta, ¿jamás se han preguntado porque todos los mates son diferentes? Simple, cada persona tiene algo que lo calma, en su caso Croos, Candas tiene algo que tu necesitas, ser hombre lobo es tener un sexto sentido, tal vez aún no lo descubres, pero lo harás... Aún hací, eso no quiere decir que se necesite amor, como ya dije, solo es un complemento, cuando lo absorbas te dará igual, es por eso que no todos los mates terminan juntos.

— ¿Y qué sucede con la conexión, con el deseo? — pregunta aún más confundido Croos.

— El hijo del primer hombre lobo era un mujeriego, pero cometió el típico error de todos, se enamoro, tuvo una relación con su enamorada, pero aún hací no dejaba de ser un mujeriego, un día conoció a una mujer preciosa, como con todas se acostó con ella, pero ese fue su mayor error, esa mujer era la dulce amada de un demonio, aquel demonio se enfureció como nunca; a la chica la mato y al licántropo lo maldijo...

— ¿Y cuál fue la maldición? — preguntó con ansias Croos.

— La maldición fue... — Candas estornudo interrumpiendo la conversación, los dos hombres la vieron mal.

— Perdón, continúe...

— La maldición fue que su mujer pudiera leer sus pensamientos, hací ella podría saber cuando le era infiel, y él, él la amaba con locura.

— ¿Y el deseo? — pregunto Candas.

— Simple, aquella atracción que el cuerpo necesita.

— Vaya... Eso cambia mis expectativas. — Dijo Croos acomodándose bien en el asiento.

— Una historia de amor muy trágica. — Dijo Candas mirando por la ventana.

— Un poco señorita. — Respondió Gil.

El viaje continuo con silencio, Candas pensaba en que su libertad estaba más cerca y más fácil de lo que ella pensaba.
Croos pensaba en que su lado bestial era más horrible de lo que imaginaba.
Esto no le convenía del todo, porque a pesar de esa explicación él la deseaba, y vaya que la deseaba...

Candas también lo deseaba, se deseaban tanto, pero la situación no les favorecía, lo mejor era dejarlo ahí...

Lo irónico es que ambos pensaban lo mismo, tal vez ellos si tenían algo más en común.

Narrador anónimo

— ¡Ah! — grito tirándose al piso.

Sus vellos crecían, se engrosaban, sus piernas se anchaban, lo peor es que su cuerpo se deformaba más, sus orejas se estiraban... Toda una masacre.

Rachel entró, al ver la escena grito y unas lágrimas salieron de sus ojos, Atenas también entro y a pesar de su tanta experiencia se asusto, una escena digna de una película de terror.

— Tienes que calmarte, Croos y Candas llegaron, no pueden verte hací. — Dijo entre lágrimas Rachel.

Él lloraba, lloraba de dolor e impotencia, si lo descubrían seria el fin de un plan que le llevo décadas, no podía darse por vencido hací de fácil.

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora