♡Capitulo treinta y cinco♡

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Croos

— Por favor... — rogué por no se que número de veces.

— ¡No! — dijo soltando su tenedor — sera muy aburrido.

— No quiero ir solito a las afueras de la manada...

— ¿Es muy obligatorio que vayas?

— Si, necesito encontrar alguna pista del intruso, anoche se intento forzar la cerradura del jardín, reforzaré toda la seguridad...

— ¿Te convertirás en lobo? — preguntó con más entusiasmo.

— Si, lamentablemente si... — respondí irritado.

— Te ves precioso cuando te conviertes en lobo — dijo emocionada.

La mire mal: — ¿Tu qué harás hoy? — pregunte cortando un trozo de carne.

— Leeré y tal vez vea una película — comento y bebió de su copa.

— Esta bien, no quiero que salgas, tu olor esta bien sin mezclarse con otro.

— ¿Mi olor? — preguntó confusa.

— Como solo has estado conmigo solo tienes impregnado mi olor, hueles solo a y eso me encanta — respondí viéndola con dulzura.

— Eso es egoísta — dijo mordiendo su trozo de carne.

— Claro que no, es cuidar lo que por naturaleza me pertenece — dijo sosteniendo el tenedor.

— Como sea, tu ve y disfruta el día — dijo burlesca.

Me puse de pie y me arrodille frente a Candas: — No hagas nada malo mi princesa — dije mirándola a los ojos, me puse de pie y bese su frente — nos vemos.

Candas se puso de pie y la mire confuso: — Te acompañó hasta la puerta — dijo sonriente — en las películas, la esposa siempre acompaña al esposo hasta la puerta y le da un beso en los labios y le grita que le vaya bien, y aunque tu y yo no estemos casados quiero intentarlo.

Sonreí: — Nunca he visto una película donde hagan eso, pero si tu lo quieres lo haremos.

La abrace de la cintura y caminamos hacia la salida como si toda una vida hubiéramos estado juntos. Al llegar a la salida Candas me miro sonriente.

Ella tiene la sonrisa más hermosa que he visto...

— Adiós, ve con cuidado — rodee su cintura con mis brazos y bese sus deliciosos labios.

Te quiero — murmuré y volví a besar sus labios — eres hermosa, cariño.

Candas sonrió: — También te quiero tonto, ahora ve y has bien tu trabajo — dijo alegre, estiró una de sus manos y sacudió mi cabello.

— Me despeinas el peinado — bromee.

— Ni siquiera estas peinado — respondió riendo.

Ambos reímos: — Bien, ya me voy — volví a besar sus labios y caminé hacia la calle.

— ¡Adiós Croos, cuidate! — grito Candas desde la puerta moviendo su mano.

La mire embobado y también moví la mano para despedirme.
Ella río y entro nuevamente a la casa, me gire y continúe caminando, mierda, no quiero irme, prefiero quedarme a leer con Candas a mi lado, últimamente hemos reído tanto, estoy molesto conmigo mismo por haber perdido tanto tiempo a su lado con tantas estupideces, ella es genial, la adoro...

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora