CAPÍTULO 11.

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Ella se quedó inmóvil unos segundos. Juraría que había dejado de respirar. Después se acerca a mí para no tener que hablar en la distancia, y percibo su olor a champú.

-¿Y tus padres?. -pregunta, algo preocupada.-

-No vendrán hasta mañana.

-Pero...

-Tranquila, ¿qué podría pasar?. -río, pero ella frunce los labios y aparta la mirada.- Pasa, venga.

Abro la puerta y entramos en un incómodo silencio. Le señalo que me acompañe al salón, y nos sentamos en el sofá.

-¿Vemos una película?

-¿Otra? -dice con una risa nerviosa.-

-¿Por qué no? -le sonrío, sin dejar de mirarla a los ojos.-

Voy preparando todo para la sesión de cine en casa, y me doy cuenta de que tengo un hambre voraz, a pesar de las palomitas de antes. Ella se pasa una mano por el pelo, inquieta. La miro varias veces, pero ella apenas se percata.

-¿Quieres comer algo? -le digo, mientras me siento a su lado.-

Ella me mira unos segundos y se muerde el labio. Noto que se me acelera el corazón, y suspiro levemente. Desvía la mirada hacia la televisión y me quedo observándola un rato. Su voz me hace volver a la realidad.

-¿Qué vamos a ver? -pregunta con una media sonrisa, aún mirando la tele.-

Le tiendo el mando de la tv.

-Lo que quieras.-

Lauren escoge la película, y ésta empieza. Se acerca al sofá y se sienta a mi lado. Resisto las ganas de abrazarla. Ella se acomoda en el brazo del sofá, y yo me quedo donde estoy. Viendo la película sin prestarle atención. Es extraño, lo sé.

Unos minutos más tarde no aguanto más. Me tumbo a su lado y apoyo la cabeza en su pecho. Ella reacciona acariciándome el pelo con cuidado. Oigo su corazón palpitar con rapidez, y su respiración, que intenta controlarla. Levanto la cabeza para mirarla, y, para mi sorpresa, no estaba mirando la película. Me estaba mirando a mí.

Veo brillo en sus ojos, uno que no había visto nunca antes. Parece estar diciéndome todo, sin llegar a salir una palabra de sus labios. Suspira, y yo me separo un poco para poder sentarme. Pero no lo hago por mucho tiempo, porque me agarra de la chaqueta y me atrae hacia ella.

Noto sus suaves labios chocar contra los míos con decisión. Ella sabe que un sólo roce basta para hacerme perder la cabeza. No pienso con claridad, así que prefiero dejarme llevar por sus encantos.





Hasta que la última Rosa muera. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora