CAPÍTULO 2.

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Lauren encontró lo que quiera que buscase en su estuche y lo puso sobre su mesa. Un bolígrafo negro. Dejó el estuche donde estaba y abrió la libreta decorada con dibujos para romper una hoja, tirando de ella para separarla del cuaderno.

-¿Qué haces? -le pregunté sonriendo, mientras escribía "Camila" en mi libreta.-

Ella se limitó a ignorarme mientras despedazaba la hoja en papelitos diminutos. Luego los enrollaba y hacía pequeñas bolitas. Mientras, la profesora se dedicaba a encender el proyector del aula, para, por lo que parecía, conectar su portátil a él. "Alguna película" pensé.

Tal y como predije, el aula era bastante espaciosa. Los asientos se dividían en tres filas, de dos en dos. En la parte delantera (Hacia donde miraban las sillas y mesas) se encontraba una pizarra verde, y en la parte posterior, una digital, hacia donde apuntaba el proyector.

La mayoría éramos chicas, pero no ganábamos por mucho. Mientras miro cómo la profesora intenta encender el proyector, noto que algo pequeño choca contra mi cara. Me giro inmediatamente y veo a Lauren riéndose de mi.

La miro con los ojos entrecerrados, intentando simular que estoy enfadada, aguantando la risa. Pero no puedo. Empezamos a reír hasta que la profesora nos llama la atención.

-Silencio por favor.

La profesora continúa intentando lo que quiera que esté haciendo con el ordenador, pero al final desiste y guarda los cables que conectaban ambas máquinas en su bolso de cuero.

Mientras tanto, sigo escribiendo en una hoja el nombre de mis canciones favoritas con rotulador permanente. Dibujo también alguna nota musical o símbolo. Entonces vuelvo a notar el choque de la pelotilla de papel en mi cara.

-Nunca te cansas, ¿eh?. -Le dije a Lauren sin apartar la mirada del papel.

-Qué bien nos lo vamos a pasar este curso. -En ese momento paré de escribir y la miré a los ojos. Ella sonrió. Creo que debí quedarme hipnotizada por su sonrisa, porque después me preguntó.- ¿Estás bien?

Volví a la realidad y le sonreí de vuelta.

-Mejor que nunca.

Tras una larga clase de matemáticas y de papeles estrellándose contra mi cara, llegó la clase de educación física. "Así al menos podré despejarme" pensé mientras toda la clase nos dirigíamos al gimnasio. Mi "vecina" volvió a tropezar conmigo por el camino, lo que me hizo pensar que lo hacía a posta.

Lauren me acompañó y se sentó a mi lado, en uno de los bancos de dentro del edificio. Aún no había llegado el profesor, por lo que los alumnos aprovechaban para hablar y hacer alguna tontería. Típico.

Me senté en uno de los bancos del gimnasio mientras venía el profesor. Aún seguía nerviosa, aunque debería de haberme acostumbrado ya a cambiar de instituto, de ciudad... La verdad, tenía sus ventajas; conocías gente nueva, veías mundo, visitabas nuevos lugares... Pero también extrañaba mis antiguas amistades.

-Psst. -escuché desde el banco de atrás.-

Me giré y vi a mi supuesta vecina, otra vez.

-¿Tú no vives al lado de mi casa? -Sí, era mi vecina.

-Eso creo. -le respondí sonriendo.- ¿Te llamabas...?

-Dinah, ¿tú eres Camila, no?.

-La misma. -reí. Ella asintió y sonrió, antes de indicarme con un gesto de cabeza que mirara detrás de mí.

Alguien me dio unos golpecitos, probablemente para que me girara. Lo hice y la vi ahí, a Lauren, sonriendo, como durante toda la mañana. Algo se revolvía dentro de mí. Era una sensación extraña, profunda. Nunca antes la había sentido con nadie.

La miré durante largos segundos a los ojos, y juraría que me había perdido en ellos.



Hasta que la última Rosa muera. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora