Cuando recibió la carta proveniente de su madre aquella mañana, sintió que el rostro iba a explotarle de felicidad:
Querida hija,
Augustus está sano y salvo, durmiendo en su cama azul con Teddy.
Le hemos encontrado ayer, rondaba alrededor del campo cerca de la casa de tu tía; tenía una grave pérdida de memoria temporal, pero ya se ha recuperado totalmente y ríe junto a sus primos.
Producto de su laguna mental de los últimos días no pudo comunicarnos quien había sido el causante de su desaparición; dice que solo recuerda haber estado vagando en un bosque, pero nada más.
Sea lo que sea, tu hermano está en casa.
Con amor y felicidad,
Mamá.—Quita esa sonrisa enfermiza, por favor—dijo Ron, que como era de costumbre salpicó unos cuantos trozos de comida hacia la mesa.
Alia se levantó rápidamente, con el sobre en su mano. Corrió hacia la mesa de Hufflepuff y no se halló tranquila hasta que vio a su primo, Isaac, riendo con Cedric en un pequeño hueco de la mesa.
Abrazó a los dos muchachos por la espalda, y ellos así lo hicieron también; sin percatarse de que el ceño fruncido y sus lagrimas habían sido reemplazadas por una amplia sonrisa.
—¡Isaac, por Merlín!—le llamó Alia.
Él aún seguía con la tostada en la mano y sonreía despreocupadamente.—¿Qué sucede, chica?—le dijo Cedric, mirándola de reojo mientras sostenía una bufanda perteneciente a los diseños de su casa.
—¡AUGUSTUS APARECIÓ!—le gritó Alia a Isaac en pleno órgano de audición.
Cedric se levantó y la abrazo fuertemente.—Es fantástico—le dijo el chico Hufflepuff.
—Tengo que decírselo a todos.
Y corrió por todos lados del gran comedor, comunicándole la noticia a todos sus amigos: unas chicas de Ravenclaw gritaron de felicidad, su mismo grupo de Gryffindor la felicito abiertamente y Hufflepuff se le había unido en risas amables.
Luego de su larga caminata, se detuvo en un lugar específico. Se detuvo frente a la mesa de Slytherin, en donde un par de chicos la miraban con desagrado y seguían su camino.
Draco Malfoy apareció en su campo de visión acompañado de su séquito de malévolos chicos, se reían de algo que Alia no pudo captar. Sin pensarlo, ella corrió hacia él; al llegar a su lugar, lo tiró por la túnica oscura.
Grave, grave error.
—¡Draco! Han encontrado a mi hermano—le sonrió.
Él, por su parte, quitó con asco la mano de Alia de su hombro, y la miro de pies a cabeza con desagrado; como si estuviera presenciando el acto más repugnante que haya visto.
—¿Y debe importarme? En lo que a mí concierne, no lo hubieran encontrado—escupió con asco estas palabras, lo dijo lo suficientemente alto como para que un silencio incómodo inundara el gran comedor.
Draco mostró una sonrisa falsa; por un lado amaba la atención, pero por otro, se odiaba a sí mismo por tener que hacerle eso a Alia.
—¿Qué te sucede?—preguntó Alia, extrañada.
—Yo soy así. Ahora, quítate de ahí, estás quedando en ridículo.
Alia hirvió por dentro. Su grupo de Gryffindor se había puesto bruscamente de pie y se dirigían hacia ellos, al igual que Cedric y su primo.
—En serio, ¿por qué actúas como si no me conocieras?
—Porque no te conozco.
—No te hagas, hemos hablado varias veces—dijo Alia, cruzándose de brazos.
Draco miró a sus amigos, quienes rieron y se miraron unos a otros. Él avanzó unos cuantos pasos, quedando tan solo a unos centímetros del rostro de Alia.
Murmullos inundaron todo el salón. Un rubor caracterizó el rostro de Alia.
Demonios, pensó.
—En tus sueños—le respondió Draco.
—Cierto, ya lo recuerdo. Pero ¿sabes qué? — Alia se alejó unos pasos de Draco y lo observó poniendo una mueca— puede haber sido real, ya que seguías siendo el pequeño niño mimado de Slytherin, y seguías siendo el estúpido Malfoy al que todos odian.
Todos en ese momento hubieran muerto por tener una cámara y fotografiar el rostro de ofendido de Draco.
—Mi padre se enterará de esto—atinó a responder el ojigris desde su lugar.
El rostro de vergüenza de Draco, las risas de los chicos que abundaban en el lugar y la salida triunfal de Alia hicieron la suma perfecta para el inicio de una mañana perfecta.
—¿Crees que necesite protección? Draco no dejará que esto se quede así—le dijo Cedric a Isaac, mientras se sentaban nuevamente y llenos de tranquilidad.
Isaac miró el rostro ofendido de Draco y se rio fuertemente.
—A juzgar por lo que hizo, puede cuidarse sola—respondió.
Hermione, Ron y Harry la siguieron por los pasillos del castillo, seguían asombrados por lo que había hecho en el gran comedor.
—Eso fue asombroso. Podré burlarme de él durante muchos días—dijo Ron. Hermione le dio un codazo que impacto directo en su estómago, Ron se retorció en su lugar.
—Te dije que no le dijeras nada. Aunque no niego que estuvo asombroso—Harry le había sonreído, al igual que Hermione.
Sin duda, una mañana triunfal.
(...)
—Digo, obviamente. Los mejores amigos no pueden enamorarse, es como que te guste tu primo— le dijo Leah a Alia, una chica proveniente de Ravenclaw que había conocido hace algunas semanas en la biblioteca. Caminaban juntas hacia Gryffindor, donde Leah dejaría a Alia.
Leah tiene serias confusiones con la amistad y el amor.
—Leah, sí puede gustarte tu mejor amigo y no sería incesto, porque no lleva tu sangre—le respondió Alia—Bueno, me retiro, estoy demasiado cansada y creo que iré a dormir unas horas.
Se despidieron con la mano y Alia se perdió tras la señora gorda.
Al llegar a su habitación, lo primero que hizo fue lanzar su mochila lejos de sí y dirigirse a su preciada cama, pero algo en ella le llamo particularmente las atencion.
Una caja de terciopelo azul cubierta con una cinta blanca estaba al pie de su cama. Alia se sorprendió y corrió a mirarla; una nota descansaba sobre la caja.El pergamino emanaba un particular aroma a chocolate y solo ese detalle bastó para descubrir el emisor del paquete.
Leyó la nota en voz alta:
Me siento realmente terrible por haberte dicho esas cosas esta mañana, realmente no fue mi intención. Sabes que me tengo que comportar como un idiota frente a los chicos.
Espero que puedas perdonarme.
Hurón desesperado.Alia arrugo el papel entre sus manos y lo lanzó tras su espalda. Abrió despreocupadamente la caja, pero su corazón dejo de latir al ver el contenido. Un libro descansaba al interior de la caja: era completamente azul, pequeñas estrellas fugaces se movían en la portada, cruzando el falso cielo en ella. En letras doradas podía leerse "La última estrella".
—Es un total imbécil—dijo Alia, ahogando un grito por la emoción—pero es un imbécil fantástico.
Gran error.
Al otro lado de la puerta, una Hermione petrificada se encontraba oyendo atentamente.
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¡SORPRESA!
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Save him [Draco Malfoy]
Fanfic-Quería explicártelo detenidamente, pero por lo que veo, será imposible aguantar mucho tiempo-respondió Dumbledore, para luego comenzar a caminar lentamente alrededor de Alia, como si estuviera examinando su mente; como si estuviera leyéndola de alg...