Capítulo 16

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Costaba bastante trabajo moverse a oscuras por aquel desolado lugar. No podía ver nada, pero sentía la presión de la herida justo en el tobillo como si una aguja le clavara continuamente. Sintió nuevamente las lagrimas sobre las mejillas y la superficie húmeda bajo sus vestidos.

—Donde estoy...—dijo, interrogante cuyo tono sonó más a una afirmación que una pregunta.

Se estiró completamente en la repulsiva superficie e intentó descansar unos minutos. Había estado mucho tiempo mirando en la oscuridad: segundos que se habían transformado en minutos, minutos que se habían transformado en horas, y horas en días, sucesivamente. No hallaba salida alguna, mas una solo cosa que tomaba posesión de su mente la había ayudado a relajarse: la esperanza de que Draco, sea donde estuviese, la estaría buscando.

Sus ojos hinchados se veían a través de los cristales de la ventana. Dos esferas grises y rojas en medio de su rostro. Se veía demacrado por la vida. Había estado dándose vueltas por la cama buscando la manera de hallarla por algún medio, si tan solo una idea iluminara su mente se sentiría mucho más tranquilo.

—Draco, estaremos buscándola, pero no ayuda mucho que te pasees como fantasma por los corredores—La profesora Minerva había aparecido a su lado en el cristal, turbando la tranquilidad que el silencio y la ausencia habían logrado en tan corto tiempo.

—No me permitiría...si algo le sucede, yo no podría...

—Sabemos de tu preocupación, Draco, pero por favor recuerda lo que te dije la noche anterior: en un rescate, lo peor sería crear otra víctima, así que ve a dormir unas horas, come muy bien y te veré esta noche en el observatorio.

La mujer se alejó del lugar de la conversación y se perdió por los alrededores.

Sin embargo, Draco no podía permitirse descansar mientras Alia estuviera por allí...perdida. Mas la profesora tenía razón, lo mejor sería escapar de allí e ir a descansar y reponerse totalmente. Junto al sueño, mejoraría su concentración y su capacidad para arreglar los problemas.

Caminó por los largos pasadizos hasta llegar a las mazmorras. El lapso en donde cruzó la puerta y llegó a su cama parece borroso en su mente, como si algo no calzara en ella. De arrojó sobre su lecho, con lo que llevaba puesto, y de un momento a otro la habitación se oscureció. Draco abrió los ojos repentinamente, ya que sintió el pesar de la noche artificial sobre sus párpados; se sentó sobre su cama, viendo una pequeña luz difusa que se filtraba por la ventana. Luego, aquel manojo luminoso entró en gran masa a la habitación.

Draco estaba maravillado. No podía despegar sus ojos de aquella visión que se formaba más y más frente a sus ojos en un hermoso cisne que se movía por el lugar. Él se puso de pie repentinamente, y con lágrimas en los ojos intento alcanzarlo. Saltaba y saltaba con una sonrisa pasmada en sus labios, sabiendo que aquella señal era un paso más hacia esos labios sonrosados y ese cabello rubio que tanto le gustaba. El patronus se desvaneció en el aire, recuperando la oscuridad tenue de la habitación. Alia había logrado enviar un mensaje: estoy viva. Y él también lo estaba, ahora más que nunca. Una descarga eléctrica vibró por  su cuerpo y no lo dejó en paz hasta qué pasó por su garganta una tostada que McGonagall le había dejado como regalo sobre la mesa del Gran Comedor.

—No lo sé, Cedric. Ya he revisado todo y puedo atreverme a jurarte que he dado más de tres vueltas completas a los alrededores del castillo con ayuda de Hagrid. No sé dónde...—Isaac cortó sus palabras a medida que un Draco hambriento apareció en su campo de visión. Cedric, como si fuera en cámara lenta, supo de inmediato las intenciones de Isaac, y lo retuvo con su antebrazo antes de que saltara sobre el rubio y le despedazara el rostro de Slytherin que Malfoy poseía.

Draco miró extrañado a ambos, cuando vio a Isaac querer tirársela encima.

—Nunca podrás imaginarte cuanto te odio, Malfoy—habló Isaac, gruñendo de forma entrecortada.

Draco, que nunca se había dejado pisotear con nadie, utilizó sus maneras elegantes para guardar las tostadas envueltas en servilletas en su bolsillo y avanzar hasta toparse de frente con el Hufflepuff. Le miró a los ojos.

—Todo esto ha sido por tu culpa—dijo, con rabia contenida.

—Isaac, que seas un desastre a mi no me incumbe, así que por favor, no me metas en sus asuntos de idiota ¿quieres?—y avanzó a lo largo del lugar hasta acercarse a la puerta de salida.

—Ha sido por tu culpa, ¡Alia se ha perdido por tu culpa, de la han llevado!—fue cuando tocaron una parte en el frío corazón de Draco que tenía oculta. Una parte que ni sus amigos, ni sus padres, ni nadie podría profanar y que Isaac había cruzado. El rubio se acercó a pasó rápido, fuerte y seguro a su contrincante.

Cedric, sin opinar en ningún momento, puso su largo brazo entre ambos.

—Mira, idiota, he estado más preocupado de salía en estos días que tú a lo largo de toda tu vida—habló, temblando de rabia—si no la hemos hallado es porque idiotas como tú se empeñan en estorbar y entorpecer la búsqueda. Mantente al margen y compórtate.

—Me lo ha dicho Dumbledore.

Aquellas cinco palabras bastaron para que Draco corriera hasta el despacho del director para ver que ocurría, para descubrir por qué le había dicho tal cosa a Isaac, por qué le había culpado de algo tan terrible. Temblaba de rabia. Y a todos esto, se le había olvidado un detalle: estaba yendo al despacho del director a la hora que McGonagall quería. Justo a tiempo para enterarse de todo.

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La inspiración me había abandonado de pronto, pero lo bueno es que ya tengo este capítulo listo. Este, por así decirlo, forma parte del inicio de muchas cosas que se desencadenarán en la historia y que cambiaran el rumbo de muchas cosas...está bien, no  daré más spoilers.

Voten y comenten qué tal les parece la historia, díganme todo: si les gusta, si no, si les encanta, si no pueden dejar de leerla, que personajes les llaman la atención, ¡todo! Siempre estoy leyendo sus comentarios, y también, respondiéndolos<3

Save him [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora