Capítulo 23

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Estaba atardeciendo y yo no paraba de dar vueltas en mi casa, creo que hasta había dejado un camino de tanto ir y venir. No habíamos quedado en un horario específico con william, asique hace por lo menos dos horas que lo esperaba. Paré de golpe e intente calmar mi ansiedad y evitar llenarme la cabeza con preguntas sin respuesta y suposiciones estúpidas. Dí media vuelta y bajé por las escaleras que daban al mar, su sonido me relajaría y haría que el tiempo pasará más rápido.

Me recosté sobre la arena, inspirando el olor a sal. Sonreí, esto si estaba mucho mejor. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sonido de las olas rompiendo en la costa.

Después de varios minutos de meditación, sentí unos pasos acercarse y mi corazón se puso como loco. Decidí hacerme la dormida, para después reprocharle su tardanza y burlarme de él. Asique esperé para ver qué hacía Will.

Los pasos pararon a mi costado y sentí que besaba la punta de mi nariz. Mi corazón se derritió y volvió a tomar forma, para derretirse nuevamente. Mi supuesto actin de hacerme la damisela que espero por horas se fue nadando por el mar. Me reí y abrí los ojos lentamente para encontrarme con...

¿Matt?

- ¿Qué haces aquí?- susurré, no muy segura de que me haya escuchado, aunque estaba bastante cerca, tanto que sentía su aliento mentolado en mi rostro.

- ¿Acaso esperabas a alguien más?- me pregunto divertido levantando una ceja, mientras me estrechaba la mano para ayudarme a levantar.

- No- fue lo único que salió de mi boca, aunque en mi cabeza había millones de cosas dando vuelta.

¿Como por ejemplo, estaba esperando al potro de tu hermano para que siguiéramos con la ronda de besos y toqueteadas?

Claro que no, jamás diría eso. No quería romper las esperanzas de Matt, debía pensar muy bien de qué manera decirle que el que realmente me interesaba era su hermano. Quería que siguiéramos siendo amigos, asique tenía que idear un buen plan para no lastimarlo.

- ¿Qué hacías aquí, sola como una loca?- Matt se sentó frente a mí y jugaba con la arena.

- No lo se- me encogí de hombros- sólo me relajaba. Y no soy una loca- entrecerré los ojos haciéndome la fastidiada. El rió.- ¿y tu?

- Trabajando- me dí un golpe mental. Obvio que estaba trabajando. Llevaba puesto su short rojo de salvavidas y sus increíbles abdominales.

Usé toda la fuerza que tenía para levantar mis ojos y mirarlo a la cara, descubrí una sonrisa pícara que hizo que mis mejillas de sonrojaran, miré para otro lado avergonzada y mi corazón se detuvo al ver a Will mirandonos desde lejos. Hicimos contacto visual por unos segundos, estaba muy serio y tenía sus puños apretados. Dió media vuelta y camino desapareciendo por el costado de mi casa.

- ¿Te sucede algo? Te pusiste pálida- preguntó Matt acariciando mi mejilla con sus dedos. Plante una sonrisa falsa en mi rostro, que esperé que él creyera.

- Si, perfectamente. Sera mejor que vuelva a casa, ya está empezando a hacerme un poco de frío. Además podría estarse ahogando alguien y tu aquí distrayéndote con migo.- los dos reímos y nos paramos.

- Tienes razón, pero hace mucho que no hacemos algo juntos. Prometerme que nos veremos pronto.

- Si, claro- no podía dejar de mirar hacia la dirección por la que había desaparecido Will.

- Adiós- Matt se acercó a mí y posó sus labios muy cerca de la comisura de mi boca. No tuve tiempo de reaccionar. Él ya se alejaba corriendo hacia su puesto de guardavidas.

Prácticamente corrí hacia mi casa, mi corazón golpeaba fuerte en mi pecho, no sabía exactamente si era por correr o por saber que me encontraría con Will y que probablemente el estuviese enojado. Frené antes de de doblar hacia la entrada donde seguramente él estaría, tomé varias respiraciones profundas para calmar mi agitación, y caminé lentamente.

William estaba apoyado en mi auto dándome la espalda, su mano subió dejándome ver un cigarrillo encendido. Caminé para ponerme frente a él.

Llevaba puesto unos pantalones negros con una camiseta blanca que se amoldaba perfectamente a su anatomía y una chaqueta de cuero, lo que me hacía pensar que había venido en su moto. Llevaba puestas unas gafas, que cuando lo vi en la playa no llevaba puestas. Su rostro estaba serio, y no tuvo ninguna reacción cuando entré a su campo de visión. Antes de que pudiese decir nada, largo el humo de su boca directo hacia mi cara, lo que me hizo toser y cabrearme, odiaba cuando las personas hacían eso y odiaba profundamente el cigarrillo.

- ¡No hagas eso!- le reproché, tratando de alejar el humo con una mano.- Odio el cigarrillo.

Él no dijo nada, sólo hizo una mueca y tiró su cigarrillo al suelo para luego apagarlo con su pie.

- ¿Quieres que entremos?- hice una seña hacia mi casa. El seguía sin responder. ¿Es que acaso se había vuelto mudo o que? Se cruzó los brazos sobre el pecho, y siguió mirándome, o eso es lo que parecía ya que su mirada estaba escondida bajo sus gafas oscuras.- ¿vas a decir algo? No tengo todo el día para estar parada esperando que salga algo de tu boca- era increíble como de un segundo a otro este chico podía ponerme los pelos de punta.

Durante los siguientes segundos estuvimos frente a frente, desafiándonos, sin decir nada. ¿Cómo el chico con el que había estado en la mañana podía ser el mismo que este loco, desquiciado y autista?

- Bien, ya no voy a seguir con esto- cansada, me dí vuelta y comencé a caminar hacia la entrada. Era cierto que Will me gustaba y mucho, pero no iba a permitir esta actitud, al fin y al cabo eran más los momentos tensos y feos que habíamos tenido que los lindos, que sólo había sido uno.

Cuando estaba sacando las llaves de mi bolso, sentí que William me tomaba del brazo y me giraba apoyándome contra la puerta. Abrí mis ojos de par en par por la sorpresa, pero no me dio tiempo de decir nada ya que estampó sus labios contra los mios y comenzó a besarme fuertemente. Su agarre en mis brazos me estaba lastimando, un sentimiento de angustia inundó mi pecho. Siempre había querido ser besada por sorpresa, pero este beso me transmitía otra cosa, era violento, me sentía ultrajada y eso me dolía, porque William me gustaba, me gustaba mucho.

- Para- susurré contra sus labios, pero el volvió a besarme, sin importarle nada. Mi enojo aumento aún más. Me solté de sus manos y lo empujé lo más fuerte que pude- ¡Te dije que pares!- le grité. Y sin que lo esperara el estampó su puño justo al lado de mi cara.

Este tipo esta loco, por dios, ¿con quien me he metido? Sin poder impedirlo las lágrimas brotaron de mis ojos. Al notarlas él acercó uno de sus dedos a mi mejillas, pero yo cerré los ojos asustada haciendo que su mano quedará a medio camino. Se alejó de mí a paso rápido, subió a su moto y acelerando salió como un rayo de mi vista.







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