Capitulo 2

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Al fin había llegado a Miami, respiré hondo y deje caer mis maletas en la entrada de mi nueva casa. Se veía igual a como la recordaba, pintada de celeste con detalles en blanco y madera, llena de macetas con flores.

Abrí la puerta y el olor a limón llenó mis fosas nasales, sonreí al recordar a mi abuela, ella siempre olía a limón.
Por dentro no era ni muy grande pero tampoco tan pequeña, una sala con un sillón grande y dos pequeños de color lila que estaban sobre una gran alfombra, al frente de ellos estaba el tv pantalla plana en una gran estantería llena de libros y películas. Pasando al otro lado se encontraba la cocina-comedor, y entrando en el pasillo había dos habitaciones, una de mi tía y la otra mi nuevo cuarto. Al fondo y a la derecha estaba el baño.

Entre a mi habitación y deje las maletas, en unas horas traerían las cajas con mis pertenecías. Rápidamente habrí mi valija y saque un bikini y un vestido floreado, había esperado por semanas volver a sentir la arena bajo mis pies y el cálido aire en mis mejillas.

Sin perder más tiempo salí por la puerta de la cocina que daba directo al mar, reí con fuerzas y dí un gritito mientras corría hacia las olas.

Que más hubiese querido yo que la escena de mi persona llendo hacia el mar fuera como las diosas de baywatch, corriendo seximente con mis cabellos volando detrás de mi y que cuando llegue al agua me tire en un perfecto clavado y salga con todo mi cabello mojado y peinado hacia atrás. Claramente eso no sucedió, ni sucederá en un millón de años. Cuando estaba llegando a la orilla mi sandalia se enganchó en la arena y caí despatarrada, mientras una ola rompía encima de mi casi ahogándome. La típica foto de una ballena encallada en la playa.

- Te encuentras bien?- una voz masculina llegó a mis oídos mientras tosía el agua salada que había tragado. Levante los ojos y corrí mi mojado cabello que los cubría. Frente a mi se encontraba todo un dios griego con un traje de baño rojo, tenía cabello rubio, rasgos finos y unos ojos azules tan profundos como el océano. Se que suena muy cliché la escena de la pobre chica que se ha caído y su salvador súper sexi y en mayita, pero a pesar de mi deplorable estado, el dios griego que estaba frente a mi era de verdad, no estaba alucinando...

Ho por dios! No es mi imaginación, el me está viendo como la gran ballena encallada que soy, toda mojada y despeinada, un desastre con todas las letras. Y SI, estoy viéndolo embobada como si fuera el último hombre sobre la tierra.

El sacude su mano frente a mí haciendo que salga de mis pensamientos pervertidos.

- Hey, ¿te encuentras bien?

- Ho, em, si.. Yo.. Sólo resvalé- Jajaja ni tú te lo crees, dice una vocecita dentro de mi cabeza. Él me tiende su mano y me ayuda a levantarme, yo lo hago lo más lento posible para no causar ningún otro papelón.- Gracias. Por cierto soy Sophie.

- Matt- me sonríe con cortesía- soy el guardavidas de esta zona- lo que me faltaba, iba a recordar mi espectáculo cada vez que lo viera, que iba a ser muy seguido- ¿Estás de vacaciones en Miami?

- No, yo vine a vivir aquí, a la universidad.- le comenté sacudiendo un poco mi vestido lleno de arena.

- Wow genial, es bueno ver gente nueva en la ciudad. Vives en el campus?- saca ya tus ojos de sus pectorales Sophie Wallas.

- No, estoy viviendo en la casa de mi tía, es esa de allá- le señalo con un dedo la casa blanca con celeste.

- Eres sobrina de Natalie?- dice sorprendido, yo le asiento con la cabeza- no se porque me sorprende, eres igual de linda que ella.- sentí como mis mejillas comenzaron a arder, mejor me despido antes de quedar en ridículo de nuevo.

- Umm gracias- sonrió tímidamente aún con mis mejillas rojas- mejor voy a sacarme esta ropa mojada, gracias por preocuparte por mi caída, nos vemos pronto.

- De nada, es mi trabajo después de todo- dice encogiendo los hombros y despeinándose el cabello con una mano- un gusto conocerte Sophie.

Yo camino rápidamente pero con cuidado hasta mi casa. Si así habían comenzado mis primeros minutos en Miami no me quiero imaginar como va a ser el resto. Me reí de mi misma y me fuí a dar una ducha.

Ocupe el resto del día en acomodar mis cosas después de que el camión del aeropuerto trajo mis cajas, también fui al mercado para proveerme de comida y esas cosas.

Con menos de un día en Miami puedo decir que AMO este lugar, poder usar ropa fresca, caminar por la calle sintiendo la brisa cálida y el olor del mar, todo el mundo parece feliz de vivir aquí, es muy amable. En el mercado conocí a una vecina, la señora Morgan, de unos 50 años de edad, fue muy linda con migo, me dijo que vive en la casa que esta al frente de la mía y que cualquier cosa que necesite que no dude en contar con ella y con su esposo.

Suena el celular, lo agarro y veo que es mi papá. Seguramente muy arrepentido del plantón que me hizo en el aeropuerto.

- Hola- contesto el teléfono, sin esconder mi enojo.

- Hola hija, ¿Cómo estas? ¿Cómo has llegado?- dice con tono dulce, el que siempre usa cuando esta arrepentido.

- Bien, muy bien. ¿Tú cómo te encuentras?- digo cortante.

- Ho yo bien, quería disculparme por lo de anoche, realmente se complicó la reunión que tenía, lo siento tanto- es feo decirlo, pero ya me había acostumbrado a sus disculpas, siempre las estaba pidiendo por alguna cosa u otra.

- No importa papá, ya está. Pronto vendrás a visitarme ¿no?- silencio desde el otro lado, diciéndome que eso no iba a suceder, era de suponerse.

- Hija tengo una sorpresa para ti- cambió de tema hábilmente- asómate por la puerta.- Frunzo el ceño y abro la puerta que da a la calle, y ahí estaba frente a mi un hermoso descapotable rojo.

- HO POR DIOS!!!!!- Exclamé tapandome la boca con la mano que tenía libre.

- ¿Te gusta?- pregunta mi padre desde el otro lado de la línea.- me imaginé que ibas a necesitar algo para llegar a la universidad ya que queda a varias cuadras la casa de Natalie.

- No puedo creerlo papá, es genial!!- comienzo a dar brincos acercándome al coche.

- Me alegro que te guste hija, te dejo para que lo puedas observar mejor y dar una vuelta, ten mucho cuidado, las llaves están en la guantera, te quiero Sophie.- se despide de mi.

- Adios papá, gracias, de verdad muchas gracias.- No puedo estar más feliz, siempre quise vivir en Miami y tener mi descapotable rojo, y simplemente se estaba cumpliendo mi sueño, sólo faltaba el modelo sexi en mi cama.

Sin titubear saqué las llaves y me fui a pasear en mi nuevo coche.

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