Capítulo 15

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Al escuchar el ruido del portazo, Thranduil, quien se hallaba de pie junto a su cama, acomodándose la túnica rojiza que acostumbraba llevar, se dio la vuelta repentinamente, extrañado ante la reacción del otro.

Lo miró curiosamente mientras Kherion permanecía quieto de tal manera que sus piernas parecían ser de un material frágil, que ante el primer movimiento se quebrarían. En sus ojos verdosos existía un brillo de enojo o molestia que el rey elfo no pudo dejar de notar. Ante la visión confusa, arrugó sus anchas cejas sobre el manto de su frente, intentando prever de qué se trataba todo esto.

Se miraron. Sus miradas se clavaban el uno en el otro de tal forma que crearon una rara conexión que hasta aquel entonces, ninguno de los dos sospechaba que tenían. Era casi una charla, una visual, donde ambos se regañaban el uno al otro por estar allí en ese momento.

Lo que Kherion intentaba descifrar era si muy en el fondo de su ser, Thranduil se arrepentía de lo que le había hecho. Más allá de haberlo tratado mal en algunas –varias- ocasiones, lo que intentó forzar con la pócima era completamente descabellado e insensible. El más joven entendía que su señor no era una persona egoísta que peca por desinterés, por lo que sabía que debía haber una respuesta lógica a todo eso, pero no podía encontrarla aún.

Los ojos de Thranduil repentinamente parecieron centellear entre el tumulto silencioso de sus miradas, y dando un paso seguro hacia él, se plantó firme, con la innegable elegancia que lo caracterizó siempre, y dijo:

- ¿Qué sucede?- Sus palabras no dudaron en salir ni por un instante. La seguridad en sí mismo era intachable. – Si no vas a decir nada, entonces hazte a un lado-

En aquel momento, toda la ira contenida de Kherion pareció explotar de sopetón. Todo, absolutamente todo lo que tenía dentro desde hacía tiempo, aquello que le era inconfesable, un inaudito deseo sucio, todo eso que creía que moriría con él, salió de su mente, traspasando por completo su delgado cuerpo y aflorando por sus labios fruncidos.

Cuando Thranduil, con el mentón altivo, comenzó a caminar y llegó hasta su lado izquierdo, casi rozando su hombro, el joven elfo silvano sintió que la electricidad que recorría su existencia era demasiado para ser retenida por su racionalidad mental. Entonces, como primer impulso, sus brazos, en un movimiento sorprendentemente rápido sostuvieron el antebrazo del rey elfo con un fervor avasallante.

Antes de que el otro pudiera siquiera tener tiempo de reaccionar, -sobre todo porque ni en sus peores pesadillas podría haberse esperado aquella reacción-, lo jaló, con una fuerza que desconocía tener dentro de sí, hacia un costado, haciendo que esa espalda tan masculinamente amplia se encontrara inevitablemente con la pared cercana; y una vez hecho esto, sin reparar en esos ojos confundidos que no paraban de juzgarlo, acercó su cuerpo al del elfo acorralado y lo besó sin pensarlo.

Las manos que Thranduil había interpuesto como acto-reflejo al verlo acercarse no habían sido lo suficientemente firmes para evitar el choque de sus labios, que ahora se hallaban unidos por una circunstancia que él definitivamente desconocía por completo. Sintió, además de eso, las palmas de su vasallo, tomándolo del rostro para que no pudiera desviarlo y cortar el contacto indeseado.

Con todas sus fuerzas, ambos se debatieron entre manotazos y agarres forzados. Thranduil intentaba desesperadamente alejarlo, lo más pronto posible, pero Kherion se mostraba demasiado obstinado para hacérselo fácil. Como si eso fuera poco, en uno de esos tirones que ambos se proporcionaban, el cuerpo del más joven se había adherido alevosamente al suyo, permitiéndole sentir cierto detalle que hubiera preferido no notar pero que ahora raspaba contra su pierna.

Al sentir aquello, pudo recuperarse bastante del shock en el que había entrado, revitalizándose lo suficiente para poner más empeño y empujar del todo a Kherion, apartándolo tanto como necesitaba para poder escabullirse de la pared que lo acorralaba.

Para servirle y amarlo eternamente [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora