Historias en la cafetería

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Nos despertamos todos a las 6:30 de la mañana y, tras pasar por la ducha,nos dirigimos de nuevo a la cafetería, para desayunar un simple vaso de leche y una galleta dura. Yo siempre había tomado leche de soja, pero no me atreví a preguntar si tenían en ningún momento, no era idiota.

De nuevo me senté con Axel y sus amigos, pero esta vez no hablamos sobre nuestros respectivos delitos, sino sobre las chicas del centro, algo que sinceramente me sorprendió de ellos.

A Alfredo le volvía loco Gabriela que, como él, era de Mexico. Gabriela llevaba el pelo teñido de rojo y en su nariz y oreja se podían aún ver los agujeros de los piercings que, obviamente, le habían obligado a quitarse al entran en ese lugar.

Nick llevaba 2 años, que era lo que llevaba en el centro, intentando que Melanie le hiciera caso, pero no había conseguido nada. Por lo visto, Melanie estaba perdidamente enamorada de su ex, aunque ella creía que aún era su novio. Él nunca fue a verla, nunca la llamó, desapareció completamente. Pero, aún así, ella parecía no entender que unos viejos ricos nunca dejarían a su hijo ir a una cárcel de menores para visitar a una chica con un tatuaje en el culo.

Cameron no podía parar de mirar a Brenda, y no, no era otra reclusa, sino una celadora. Era la que el día anterior había tenido que bajar a Jane de la mesa del comedor en brazos, mientras la adolescente se reía a carcajadas. Para él Brenda era un ángel caído del cielo. Para nosotros también lo era, pero no caído, echado del cielo, por bruja.

Harry estaba enamorado de Anny, y de Aby, y de Aggye... Sinceramente, nadie entendía porque tenía esa obsesión con las chicas cuyo nombre empezaba por A. Lo mas raro es que a ellas también les atraía él, así que el chico tenía un ego bastante alimentado.

A mi,por culpa de Alfredo, supuestamente me atraía Lidya, una chica rubia bastante atractiva, pero que no era mi tipo.

Y Axel, bueno, él estaba con Jane. Cada vez que la veía sus ojos adoptaban una expresión indescriptible, una mezcla entre amor y terror.

-Axel, deberías dejarla.- Le comentó Cameron en cuanto Jane apareció por la puerta, y le guiñó un ojo a su novio.

-Y tu deberías dejar de meterte en la vida de los demás- Le contestó mirándolo mal, muy mal.

-Yo creo que tiene razón... Ya lleváis 5 meses juntos, deberías cortar con ella antes de que se canse de ti.

Y en ese momento me atreví a decir una frase que tuviera más de 5 palabras.

-Y porque creéis que se va a cansar de él?

Todos se miraron, menos Axel que bajo la mirada.

-No sabes porque está Jane aquí verdad?- Nick rompió el silencio.

Negué con la cabeza.

-Pues mira... yo la llamaría... la pequeña viuda negra, pero ella no mata por dinero, si no por placer- Se puso a reír a carcajadas, y paró cuando Axel lo miró enfadado.

-De eso nada- Siguió Axel- Asesinó a un par de ex novios suyos, pero supongo que tendría sus razones.

-Y contigo las acabará teniendo, ya veras, y entonces...- Nick señaló con el dedo al cielo.

Quería seguir escuchando, quería saber más sobre Jane, pero no pudo ser. Sonó el timbre y todos se dirigieron a sus celdas, menos los menores de 16, que fueron a clase, obviamente dentro del centro.

Se acercó una celadora morena, regordeta, que había visto el día anterior en el recreo.             Leyó la placa de mi uniforme donde ponía mi nombre.

-Scott Harrison, hoy te vamos a dar la bienvenida. Vas a limpiar la cafetería, sigueme.

No me dio tiempo de reaccionar, me agarró por el brazo y fuimos hacia la cocina. Entré por la puerta y la vi a ella, no me lo podía creer.

Jane esperaba sentada en una silla (por lo visto había aprendido la lección) y se levantó en cuanto la mujer empezó a hablar.

-Ahí tenéis todo lo necesario- la celadora señaló a un armario pequeño colgado en una pared.- Vendré en 30 minutos, como no hayais acabado vais a saber lo que es bueno, aunque la señorita Brown ya lo sabe, verdad?- Jane le sacó la legua, causando una fuerte risa de parte de la mujer.

La celadora se fue, solo quedábamos Jane, la cocinera (que se mantenía callada), y yo.

Jane agarró un trapo, lo mojó y lo empezó a pasar por las mesas de la cafetería con una extraña sonrisa en el rostro, yo empecé a barrer.

-¿Y tú quien eres?- Me preguntó sin apartar los ojos de la mesa.

-Me llamo Scott, soy el compañero de Axel.

-Ah, si, te he visto antes en su mesa. -Seguía limpiando-Te recomiendo que no hagas mucho caso a sus amigos, son idiotas y no les caigo bien.

-Si... ya lo he visto- murmuré.

Jane pareció no escucharme. En cuanto la cocinera se metió dentro de la pequeña cocina, separada del comedor por una puerta gris con una ventanita de plástico transparente, Jane soltó el trapo y se acerco a mi, como examinándome.

-¿Y que has hecho?

-Estoy aquí por intento de asesinato, pero en realidad soy inocente, yo no lo hice- Esto causó una sonora risa en la chica.

-Eso dicen todos- Seguía riendo

-De verdad, yo no fui- No se porqué me esforzaba tanto en que aquella chica me creyera.

Ella paro de reir. Me miró, y asintió comprensiva.

Empezamos una conversación sobre nuestras vidas ahí dentro, me preguntaba quien había sido el Juez que me había declarado culpable, si me caía bien Axel, cuando habia llegado... Yo me limitaba a responder.

-¿Y tú cuanto tiempo llevas aquí?-Pregunté por fin, tenía curiosidad por saber con que edad había matado a sus exnovios.

-Entré a los 15, osea hace un año y medio, pero aquí estoy desde hace solo medio año.

-No lo entiendo

-A ver, que hace un año y medio me metieron aquí, pero pasé un año aislada en unas celdas raras que tienen, con una psicóloga y tratamiento en general.- Lo explicaba con total normalidad, y no parecía darse cuenta de mi cara de asombro.

Me lo contó todo, tras un año tratada le hicieron unas pruebas y decidieron que estaba completamente curada, así que la pusieron en una celda normal y empezaron a tratarla como una más. Le iban haciendo pruebas mensuales para asegurarse de que no recaía , pero siempre salían excelentes ( Lo cual me parecía bastante extraño, tratándose de una persona que estaba contando todo eso con una gran sonrisa, como si te estuviera contando lo que cenó anoche).
Yo la miraba y analizaba cada palabra que salía de su boca.

La verdad es que me daba un poco de miedo, pero Jane Brown tenía algo que invitaba a acercarse a ella, tal vez era su forma de hablar, su energía, su rareza, o lo bien que le quedaba el uniforme naranja.

Mi experiencia con Jane Brown.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora