Capítulo 5 - Viralis

6.5K 683 124
                                    

Notas de Autoras:

Malas notícias chicas y chicos... Severus se nos ha enfadado. Dice que de qué vamos, explicando sus intimidades con Lucius Malfoy, uff... no veáis cómo se ha puesto, ha empezado a lanzar "cruciatus" a diestro y siniestro, que daba miedo. ITrustSeverus y yo hemos tenido que escondernos para colgar el siguiente capítulo. Y lo peor de todo es que si él se marcha nuestra inspiración se va con él. Yo creo que lo único que le puede hacer volver (a parte de alguna cosilla así... íntima que sabemos que le gusta) es que nos enviéis montones y montones de comentarios. ¿Nos ayudaréis para que vuelva? ¿Sí? Muchas gracias, de verdad. Le añoro tanto...

Snape's Snake

Es cierto, Severus se ha enfadado bastante con nosotras, pero aún así estoy de muy buen humor, porque un pajarito (o sea, yo misma) se ha chivado al Lord de que en el capítulo anterior tenía que aparecer él, pero que Lucius le ha robado el protagonismo con total alevosía, y ahora está furioso y buscando al rubiales para cortarle... la coleta. Como comprenderéis, eso me ha alegrado el día... XD

Confío en que me guardaréis este pequeño secretillo y no se lo diréis a nadie, y menos aún a mi compi Snape's Snake, que sé que le gusta Lucius y no me perdonaría nunca que le haya hecho esta jugarreta...

ItrustSeverus

••••••••

Capítulo 5
Se despertó con el sonido de gritos alarmados y abrió los ojos justo en el momento en que Lupin abría la puerta de su habitación con tanto ímpetu que dio un fuerte golpe en la pared, rebotó en ella, y volvió a cerrarse una vez el hombre hubo llegado a la altura de su cama.

-¡Severus, tienes que venir, deprisa! —Gritó—. Algo le pasa a Sirius.

Snape frunció el ceño al ver el preocupado rostro de Lupin a la escasa luz de la punta de su varita, la cual había prendido el licántropo al hacerse de nuevo la oscuridad en la habitación cuando se cerró la puerta. Por mí como si cae muerto ahora mismo, pensó el pocionista, pero entonces recordó que su trabajo era, precisamente, evitar que eso ocurriera, y chasqueó la lengua con fastidio.

No dijo nada, se levantó de la cama, cogió su propia varita, y salió de allí con paso apresurado y Lupin pegado a sus talones.

Cuando llegó a la habitación de Black y le vio sumido en violentas convulsiones y temblores, su ceño se acentuó aún más. Harry estaba parado junto a la cama con la cara blanca como el papel y expresión horrorizada. Al ver la oscura silueta de su profesor recortada contra el umbral, un brillo de verde esperanza alcanzó sus ojos.

-¡Ayúdele! —gritó—. Por favor, haga algo. No sé qué le pasa.

-¡Menudo contratiempo! El gran experto no sabe qué le pasa, ahora sí que estamos perdidos —comentó mordaz, y en tres rápidas zancadas se situó junto al enfermo—. Rápido, no os quedéis ahí plantados como dos pasmarotes y haced algo útil —ordenó con voz clara y segura—: Lupin, trae una palangana; Potter, vaya a mi habitación y traiga una cajita cuadrada que encontrará en el bolsillo interior derecho de mi capa de viaje.

Lupin y Harry salieron corriendo a cumplir sus encargos, mientras Snape se quedaba de pie a un lado de la cama del dueño de la casa, mirando el atormentado cuerpo con gesto adusto. Se acercó un poco al rostro del hombre agonizante y dijo:

-No te morirás mientras estés bajo mis cuidados, ¿me oyes, Black? No te morirás, maldito seas, no te lo permitiré, grandísimo cabrón.

Se incorporó de nuevo y lanzó un hechizo al cuerpo yacente, destinado a calmar los salvajes temblores que lo sacudían.

Desmontando a HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora