Capítulo 10 - Con las manos en la... ¿masa?

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Notas de Autoras:

¡Hola, holita! La Culebrilla ha vuelto: feliz y descansada. Y con mi regreso, he vuelto al stress de la Gran Ciudad, al trabajo, al bochorno, a los madrugones, en fin, a la rutina. Suerte que estáis ahí esperando un nuevo capítulo, y suerte que existen Severus y Harry, para alegrarnos un poquito la vida a todas.

El título del capi de hoy no induce a engaños, y sé por vuestros comentarios que ya intuíais que aquí, justo aquí, empezaba la verdadera acción. Pues sí, este capítulo (para mí) es el principal responsable del desarrollo de todo este fic. Aunque ha sido retocado, modificado, engrandecido y mejorado, si no recuerdo mal fue la tercera escena que escribimos, y prácticamente la primera que pensaron nuestras mentes calenturientas.

No me enrollo más, sólo deciros que me alegro de estar aquí. Y sin más "dilatación" a disfrutar de la lectura.

Snape's Snake

Ya estamos las dos aquí de nuevo. Eso está bien, muy bien, porque así podemos volver a compartir las dichas y desdichas de nuestro "hijito" llamado "Desmontando a Harry".

Como dice mi compi, esta fue una de las primeras escenas que se le ocurrieron a nuestras calenturientas mentes. Y os preguntaréis: "¿y por qué nos habéis hecho esperar tanto para leerla?".

Ah, queridas niñas, porque lo bueno se hace esperar... y lo mejor, aún se hace esperar más, así que ya veréis, ya, lo que os tenemos preparado en próximos capítulos...

ItrustSeverus

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Capítulo 10
Cuando Snape volvió a entrar en la cocina se quedó algo desconcertado. No hacía demasiado que se había marchado de la casa, pero Harry no estaba a la vista. Pensó que quizás había subido a su habitación; era evidente que estaba algo indispuesto por cómo se había comportado hacía un momento. No tendría más remedio que subir al tercer piso a buscarle. Será posible el "señorito", que me hace ir de culo, se dijo mientras se giraba para volver a salir. Pero cuando ya empujaba la puerta, a sus entrenados oídos de espía llegaron una serie de gemidos entrecortados, algo débiles, y que sin duda procedían de alguna parte de la estancia.

Soltó la puerta batiente, volvió a echar un vistazo a su alrededor y finalmente se dirigió con cautela y en absoluto silencio hacia el lugar de donde parecía venir el sonido. Un poco más allá de la puerta, tras la mesa, frente a la chimenea. De espaldas a él pudo ver la cabeza de cabellos negros siempre despeinados de Harry. Se acercó algo más sin hacer ruido y le contempló sentado en el suelo, con las piernas ligeramente abiertas, mirando hacia el hogar apagado.

Un brazo, el izquierdo, estaba apoyado en las baldosas del suelo, tras su cuerpo, y el otro se hallaba en su regazo. Snape tuvo una ligera idea de lo que estaba haciendo el chico. El hiper-hormonado chico. Se sonrió maliciosamente, pensando en lo avergonzado que se sentiría en cuanto se mostrara ante él. Harry no se había percatado de su presencia, iba a disfrutar mucho con su humillación.

Cuando Snape se colocó junto a él, el muchacho pudo apreciar la ondulación de su negra túnica hasta los tobillos, y le miró desconcertado por su presencia allí. El susurro helado de Snape hizo que su mano derecha, que subía y bajaba, se detuviera a medio camino.

—¿Qué pensaría el director si en este momento le diera por ponerse en contacto con nosotros a través de la Red Flú y le viera así, Potter?

El chico le contempló desde el suelo. La figura del profesor era imponente, sus brazos cruzados frente al pecho, ese pecho que había entrevisto en la ducha, hacía ya dos días y que no había podido olvidar desde entonces. Harry fue vagamente consciente de que debería estar avergonzado por haber sido descubierto in fraganti, pero en vez de eso, se sentía aún más excitado al tener al causante directo de su actual estado de pie junto a él. Su polla pulsaba ansiosa en su mano, Harry podía sentir el calor abrasándole la palma con intensidad.

Desmontando a HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora