Capítulo 11 - Una llamada imprevista

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Notas de autoras:

Queridas Lectoras Asiduas, ya estamos de vuelta otra semana más. Gracias por seguir al otro lado de la red.

Este capítulo realmente fue bastante "imprevisto". De hecho no se parece en lo más mínimo al que escribimos inicialmente y al que, por supuesto, titulamos de otro modo muy distinto.

Como podréis comprobar toda la inspiración se la ha llevado el capítulo, porque lo que es la nota de autora ha quedado poco menos que patética. Pero no se me ocurre nada mejor, lo siento. Bueno, sí, lo mejor está por leer.

Snape's Snake

Hola, hola, hola. Después de la manoletina (por cierto, ese fue el nombre que tenía el archivo con el capítulo 10 durante una buena temporada XD) del capítulo anterior, en esta nueva entrega de Desmontando a Harry os presentamos una escenita añadida tardíamente, como bien os ha dicho mi compi, la culebrilla. Pero no os penséis que por llegar tarde amanece más temprano, o que por escribirlo lo último será el primero... o alguna cosa de esas, que ahora mismo no sé cómo va... bueno, que me lío, lo que quiero decir es que espero que los añadidos os parezcan... interesantes ;)

Un abrazo.

ItrustSeverus

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Capítulo 11
—¡Concéntrate, Harry! —Se dijo el chico en voz baja, dándose un cachete en la mejilla— Vamos a ver, tengo que buscar una excusa para hablar con él, ¿cómo puedo hacerlo? ¿Debería pedirle disculpas? Sí, vale, disculpas, pero ¿cómo me acerco a él? Podría pillarle aquí a la hora de la comida... uy, no, no, la cocina es en estos momentos tierra de conflicto, después de lo que ha pasado, mejor en otro sitio menos peligroso. Ya, pero entonces, ¿dónde?

Harry llevaba casi media hora deambulando de un lado a otro por toda la estancia, desde la fregadera hasta la puerta que daba al descansillo, pasando por la chimenea y por la mesa, ante la cual por fin había decidido sentarse para tratar de desarrollar un plan que le llevase a la victoria definitiva, es decir, a catar las excelencias del cuerpo de su ex-odiado profesor de pociones. Pero cada vez que empezaba a elaborar alguna estratagema medianamente factible, su mente se aceleraba de manera incontrolada, saltándose todos los preámbulos, y yendo directamente a imaginarse el momento definitivo en que pondría en práctica todas las perversiones que el perfecto culo y el enorme miembro del citado profesor de pociones le inspiraban. Y claro, en medio de los jadeos apasionados que escuchaba en su imaginación, el embrión del plan que se le había ocurrido se le olvidaba cada vez.

Pero es que, para ser justos, tenía buenos motivos para desconcentrarse, al fin y al cabo, Severus Snape había sujetado su mástil con una mano y, aunque no estaba muy seguro de las intenciones tras ese gesto, lo que estaba claro es que le había puesto a mil.

En los escasos 30 minutos que habían transcurrido desde que el profesor había abandonado la casa como una exhalación, Harry había rememorado ese momento, que apenas había durado unos segundos, aproximadamente unas treinta veces. A una por minuto. Y cada vez le ponía más cachondo.

Harry se relamió los labios y notó la tirantez en su bragueta, que no había aflojado un ápice desde que Snape se largó dando un portazo. ¿Debería meneársela de nuevo?

—No, claro que no. Tienes que pensar en cómo pillarle desprevenido, no te disperses —se reprendió con dureza.

Aunque no con tanta dureza como la que empleaba normalmente Snape. Ni mucho menos con tanta dureza como la que le había visto engullir a Lupin.

Desmontando a HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora