Capitulo 7: Conquista y enojo

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Damian

Ha pasado varios días. Ya he vuelto a la Universidad a retomar mis clases, y sigo en mi misión de recuperar a Mateo. Primero que nada debía demostrarle que lo quiero recuperar y por eso le he mandado flores todos los días, regalos, bombones y todas esas cosas que se dan los novios.

Lo malo de eso es que no he tenido respuesta por su parte, sé que recibe las cosas pero no me ha dicho nada de eso.

Será una lucha difícil. 


–Hola –salude entrando en el salón de maestros de la Universidad. 

–Hola –saludaron al unísono varios profesores tomando sus cafés.

Sabrina se me acercó y me dio una taza con café llevándome con ella hacia un sillón. 

–¿Como estas? –me pregunto sentándose a mi lado.

–Bien. Va...un poco desanimado. Pero sabía que esto no sería fácil.

–¿Mateo no respondió a tus regalos?

–No. Me está ignorando –respondí con pesadez. 

–Se está haciendo el difícil –espeto.

–Tiene razones para tratarme así. Y por eso no me daré por vencido.

–Dami...–decía ella un poco dudosa– ¿No crees que a lo mejor deberías rendirte? 

Yo la miré incrédulo y negué con la cabeza– ¡Claro que no! –exclame– Yo se que Mateo aún me quiere y por eso no me rendiré. 

–¿Estás seguro que Mateo aún siente amor? Tal vez... eso es lo que tú quieres creer –mencionó cautelosamente 

Yo me quedé en silencio. No podía creer eso. Mateo aún me ama, yo lo sé...¿O acaso solo quiero creerlo? ¡No no y no! Aun tengo esperanzas... 







Salí de la Universidad hacia mi auto después de que terminaran mis clases de hoy. La charla con Sabrina me había dejado un poco inseguro, yo se reconocer el amor en los ojos de Mateo como la última vez que lo vi en el mercado, y si le veo me convencería nuevamente que aun siente algo por mi. No se hable más. Iría a ver a Mateo hoy mismo. 

Ya eran las 17:30 y hoy martes Mateo salía muy temprano de la veterinaria. Para mi pesadez tuve que ir a la casa de Armando, ya que según lo último que sé aún sigue viviendo ahí.

Llegue a la puerta de su casa y antes de tocar la puerta oí las risas de Armando. Golpee la puerta algo molesto y me abrió Armando quien se estaba riendo y cuando me vio se asombró borrando su risa. 

–¿Damian...? -pregunto. 

Yo rodee los ojos– No, el chapulín colorado –solté con mala manera. ¿Quien se pensaba que era? Sin esperar ningún permiso ingresé en su casa.

Vi la televisión que al parecer estaban pasando alguna comedia y por eso reía.

–Me imagino porque estarás aquí –dijo cerrando la puerta.

–Así es –voltee hacia él– ¿Dónde está Mateo?

Antes que él me respondiera vi a Mateo viniendo de la cocina con una botella de gaseosa y dos paquetes de papas. Él venía riendo y cuando me vio borro también su sonrisa– ¿Qué haces acá Damian? –decía sorprendido y nervioso, pero luego intento disimularlo– ¿Como estas?

–No tan bien como tú –le respondí fríamente– Y vine a hablar contigo...–miré duramente a Armando y me dirigí a él– ¿Nos podés dejar a solas?

SIENTO                                             (Gay) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora