Capítulo 27
(Alexander)Ian.
El nombre de mi gran problema.
¿Por qué tenía que venir precisamente hoy a decirme este montón de estupideces?
Aunque eso me confirma algo ; aún me amas, aún tengo esperanza.
Ian dijo algo que me dejó pensativo, que si quería volver contigo pensara primero si era lo que quería pero antes que nada, sí era lo que tú querías. Puff! Por supuesto que tú quieres, sino él no estaría tan preocupado en que yo saliera contigo y el que haya venido a decirme todas las idioteces que me dijo me confirman que así es.
Ya sé lo que se propone; hacerse ver como un héroe ante tus ojos. Idiota.Miré el reloj y era la una y cuarto. Maldición, ya era tarde. Guarde todo en mi maletín y salí de la oficina casi corriendo, Alison gritó algo pero no alcancé a escucharla. Ya me lo dirá cuando regrese.
Llegué a mi casa y me quité el traje y me puse unos vaqueros y una playera tinta, tu color favorito. Un día me dijiste que te gustaba más cuando llevaba ropa casual que cuando usaba traje, me aprovecharía de eso.
Gracias a Dios, Lucy no estaba, habría sido un problema tener que explicarle el porque me cambiaba de ropa y porque no había comido en la oficina como había dicho.
Llegué a tu casa exactamente a las dos y con un solo propósito. Reconquistarte.
Abriste la puerta de forma brusca y nerviosa. Y cuando te vi, sentí que me habían dado un puñetazo en el estómago. Te veías preciosa, siempre me había gustado que usaras vestidos porque parecías muñeca de porcelana con tu cabello negro al igual que tus ojos y tu piel blanca y suave. Como ansiaba sentir tu piel.
-Hola Hannah - dije con voz ronca. Vi como reprimías una risa.
-Hola Alex... Alexander - te corregiste y me molestó el que le hicieras caso a Lucy respecto a mí nombre. No me molestaba que me dijeran Alex, me molestaba que ella me dijera Alex aunque no se porque.
-Hannah... - empecé a decir pero tu teléfono sonó y corriste hacia dentro para contestar. No me invitaste a pasar así que me quedé en la entrada viéndote responder a la llamada. Cuando notaste que te miraba te giraste dándome la espalda y hablaste en voz baja. De repente te diste la vuelta bruscamente y me miraste con sorpresa. Por tu cara pude darme cuenta de que con quien hablabas era con Ian y que probablemente te estaba poniendo al tanto de nuestra conversación. Dejaste de mirarme, tomaste tu bolso y fuiste a la puerta pero aun no colgabas. Me hiciste una seña para que nos fuéramos.
- Sí, esta bien. No, no te preocupes.- sonreiste como colegiala. - Te quiero, adiós. - cuando escuche eso último vi un brillo extraño en tus ojos, uno que nunca había visto. Y no supe si le habías dicho eso a Ian para molestarme o porque en realidad lo sentías. De igual manera, me molestaba.
Te llevé al restaurante Italiano mas cerca que había. Cuando lo viste sonreiste y negaste con la cabeza.
- ¿ Algo divertido? - pregunté un poco molesto.
-No, solo... Muy buenos recuerdos de este lugar. - dijiste aun sonriendo. Quedé confundido.
-Nunca vinimos a este lugar -dije pensativo. Y me arrepentí de haberlo hecho. No eran buenos recuerdos conmigo sino con... Con Ian.
Me miraste.
- Buenos recuerdos con Ian. - dijiste calcando las palabras. Soy un idiota. Me quede callado y tú también. Entramos y nos sentamos uno frente al otro, comenzaste a jugar con tus manos en señal de nerviosismo.
De repente, cuadraste los hombros y me miraste directo a los ojos.
-¿ Y bien?...- dijiste en tono firme y tranquilo.
-¿ Te importaría comer primero? Esta mañana apenas si tome un café. - dije dándote un sonrisa. Tú no sonreiste.
-Esta bien. - cuando vino la mesera, ambos pedimos lasagna y aunque me hubiera gustado acompañarla con un buen vino tu te negaste a beber alcohol.
-¿ Ian ya no te deja beber? - dije y tu me miraste enojada.
-Ian no es mi dueño. - marcaste las palabras de tal forma que creí que Ian había tenido tiempo para darte detalles de nuestra platica. Torcí él gesto y tú continuaste. - Además, nunca he sido muy fan de la bebida.
En eso tenías razón, siempre fuiste mala bebiendo.
Llegó la comida y comimos en un silencio demasiado molesto.
- Hannah... - comencé a hablar pero después un rato no supe que debía decirte. No podía llegar y decir sólo ; "Hey Hannah, ¿ qué crees? Quiero volver contigo. ¿ Sí? Genial!".
Era demasiado estúpido creer que eso funcionaría.
- Alexander, solo dime lo que me querías decir y era tan urgente. Tengo cosas mas importantes que hacer.- dijiste en tono brusco y eso me molestó.
- ¿ Cómo qué? ¿ Ir por ahí con Ian? - pregunté demasiado molesto como para hablarte con delicadeza.
- Sí, por ejemplo eso. - dijiste con cara de sorpresa pero a la vez de satisfacción. - Quiero ir a ver Ian a su oficina. La acaban de remodelar y quiere que le de mi opinión.
-No sabia que la habían remodelado.
- Eso es lógico, hoy es tu primer día, ¿no?
Ignoré la manera en que habías dicho eso.
- Creí que no se permitían visitas en la oficina...
- Bueno, de algo sirve ser la novia del hijo del jefe. - sonreiste sardónicamente.
- Pero basta de hablar de Ian, dime ya lo que viniste a decirme.
- Lucy y yo terminamos.- mentí de una manera tan cínica que me sorprendí. Tu cara de repente se puso pálida pero de inmediato te recompusiste.
-Lo siento mucho. Pero no entiendo, ¿qué tiene que ver conmigo?
- Todo, Hannah, tiene todo que ver contigo. - torciste el gesto y te removiste en tu silla.
-Alexander, yo...
- Aún no digas nada, por favor. Antes de que me digas que estas con Ian y todo eso, escuchame, por favor.
Volviste a removerte en tu asiento. Como no dijiste nada continué.
- Lo que paso hace, ya casi, cuatro meses, es algo en lo que pienso todos los días. Pienso en ti todos los días. Y saber que estas con otro hombre...
De repente te levantaste y saliste del restaurante casi corriendo y sin decir una palabra. Me levanté para ir detrás de ti pero la mesera me detuvo para que pagara la cuenta. Cuando salí ya estabas a una cuadra del restaurante, como ya no ibas corriendo, fue fácil alcanzarte. Te detuve del brazo.
- Hannah, ¿ qué te...- Zaz! Me soltaste una cachetada, si bien es cierto que me la merecía hace tiempo, no creí que te animarías a hacerlo.
-Vete al infierno, Alex. Desaparece de mi vida! - gritaste y tus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¿ Qué te pasa?
-¿ Qué me pasa? ¿En serio eres tan idiota como para no saber lo que me pasa? - preguntaste mientras te limpiabas una lágrima en tu barbilla. Tomaste aire y, no se como, dejaste de llorar.
-Dime...- se te quebró la voz, guardaste silencio un segundo y continuaste - dime lo que viniste a decirme.
- Quiero volver contigo - susurré. Tu cerraste los ojos como si lo que te dije te hubiera causado dolor. Y después de un minuto, entendí que así era.
- Estoy con Ian. - dijiste fuerte y claro.
- Sí, lo sé. Tuve una platica muy interesante con él antes de venir aquí. - me miraste a los ojos.
- Lo sé, me lo dijo. - miraste alrededor como si estuvieras perdida, sacaste tu teléfono. - Tengo que irme.
- ¿Es todo? - dije confundido.
- Sí, es todo.
- Necesito una respuesta.
-¿Necesi...? - reiste pero sin una pizca de gracia. - Yo necesito que desaparezcas de mi vida. Pero mira - me señalaste - no todo se puede en esta vida.
- Hannah...
-¿ Quieres una respuesta? Bien, ¿ qué tal esta? Me dejaste , me dijiste, y me lo dejaste muy claro, que ya no me amabas, no supe de ti en meses, me derrumbe, sufrí demasiado, pero gracias a Ian sigo de pie. Lo quiero y si piensas que solo porque no soportaste la maldita idea de verme con alguien más voy a volver contigo Estas muy equivocado.
- ¿ Lo quieres? Por favor
- Sí, lo quiero. Y lamento que lo tuyo con Lucy no funcionara pero creo que algún día encontrarás a alguien que te haga feliz. Yo lo seré con Ian.
- Ya la encontré - grite y diste un brinco.
- Ya la encontré, maldita sea. Eres tú, Hannah, eres tú. - me acerque a ti y tú te alejaste.
-Tengo que irme
-Hannah, por favor.
- Adiós Alex.
-Aun te amo. - dije en un susurro. Me miraste y vi como una lágrima corría por tu mejilla.