ADIÓS, QUERIDA.

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CAPÍTULO 38

Llegué temprano al restaurante porque estaba muy nerviosa, nunca antes había peleado con alguien y menos por un hombre. Bueno pero yo no iba a pelear a nadie, no es como que tuvieramos quince años y pelearamos por la atención del chico más guapo, si fuera así yo saldría perdiendo, seguro. Me quite esa idea de la mente y pensé en positivo, ese no era el caso así que no tenía porque pensar en eso.
Pedí una copa de vino tinto para tranquilizar mis nervios y estaba funcionando.
Faltaban cinco minutos para que fueran las tres, la hora a la que había quedado con Sandra, mis manos empezaron a sudar asi que pedí otra copa de vino, el mesero me vio de forma rara y volvió a ofrecerme el menú pero lo rechaze. Cuando me pongo nerviosa me da hambre y hoy tenía mucha pero la calme con vino, no quería comer nada por el momento.
Estaba pensando en qué le diría a Sandra, cómo empezaría la conversación, se lo soltaría de sopetón o primero aligero el ambiente con cualquier trivialidad. Estaba creando diálogos entre Sandra y yo, claro, suponiendo que pensara como yo, lo cual es muy poco probable, entonces llegó alguien y se sentó en la silla que estaba frente a mí. Quise levantarme en el momento que me di cuenta que eras tú pero me sostuviste por el brazo y me regresaste a mi lugar con una fuerza innecesaria.
--¿Qué quieres? -- pregunté de mala gana. Eché una mirada a la puerta para ver si Sandra llegaba, lo que menos quería es que me viera contigo y se lo contara a Ian. Por suerte no había señales de ella.
Me miraste un momento y después seguiste mi mirada.
--¿Ian está por llegar? -- me dijiste en tono burlón.
-- Es algo que no te importa.
--Cuando estabas conmigo nunca usabas vestido ni te arreglabas tanto. Esta muy guapa.
--Eso es porque "cuando estaba contigo" siempre que usaba un vestido terminabamos peleando. ¿Ya no lo recuerdas? -- le di otro sorbo a mi vino. Torciste el gesto.
--Necesitamos hablar.
-- Lo que necesito es que te vayas. Ahora. -- saque mi celular del bolso y le envié un texto a Ian.
-- Ya veo que te tiene controlada. -- dices mirando mi celular. Lo guardo y te miro directo a los ojos.
--Ian no es como tú, Alex. Ya deberías saberlo. -- me detengo a mirarte un segundo y te ves fatal. Llevas traje pero se ve que has perdido peso y tu cara se ve pálida. Es imposible que estés así por mí, tal vez es el trabajo. Ian me ha dicho que es muy estresante ser abogado. Es otra cosa que me encanta de Ian, a diferencia de ti, él me habla de su trabajo, de lo que le apasiona y me encanta escucharlo.
Te levantas y te alejas sin decir una palabra. Te veo sentarte a unas mesas de la mía con un par de hombres que tenían cara de pocos amigos.
Por fin vi entrar a Sandra con una mini falda negra que se robó miradas por todo el restaurante, incluso la tuya, llevaba un top señido que realzaba a su busto y unas botas de tacon a la altura de las rodillas. Definitivamente lucía como una...
--Hola, querida!-- dijo con su voz chillona como si fueramos las mejores amigas, le sonreí de mala gana, se sentó y tuvo el atrevimiento de cruzar las piernas.
-- Veo que ya empezaste sin mí. -- señaló mi copa. Alcé la mano para llamar al mesero el cual acudió de inmediato. Relleno mi copa y a ella le sirvió una.
--Bien, creo que me imagino más o menos de lo que quieres hablar. -- dice dejando su voz chillona de lado.
--Ah sí? -- le doy un trago a mi copa
-- Sí, Ian. Es el único tema que tenemos en común.
-- Tú y yo no tenemos nada en común. --me molestó la forma en que lo dijo. Como si compartieramos a Ian. Sonrió de forma cínica.
--Como sea. Supongo que quieres hablar de lo que pasó ayer, del por qué yo conteste su celular y todo eso.
--Ian ya me ha contado "todo eso" incluso lo del beso.-- se sorprendió por un segundo pero de inmediato se recompuso.
--Oh por Dios. ¿Te dijo del beso que nos dimos? -- dijo llevandose una mano a su pecho
-- Sí, me dijo del beso que tú le diste. -- marqué las palabras para que le quedara claro que entre Ian y yo ya no hay secretos.
--Claro que eso te dijo. Hombres.
--Dudo mucho que Ian me haya mentido. Confío en él.
-- Sí, te dijo la verdad pero un poco distorsionada a su favor.  Pero te voy a contar lo que en realidad paso. -- dijo y le dio un largo trago a su copa.
-- No necesitó que me cuentes nada. Lo que necesito es que respetes que Ian tiene novia.
--Ian y yo tenemos años de amistad. ¿ En serio crees que una mojigata como tú puede hacer que nos dejemos de ver? -- sonrió como si yo fuera estúpida.
-- Nunca te he pedido que te alejes de él y nunca se lo pediría a Ian. Te estoy pidiendo que respetes nuestra relación.
-- Creí que confiabas en él.
-- Lo hago pero no confío en ti.
--¿Y él confia en ti? -- dijo en tono burlón. Yo sonreí.
--Lo suficiente para contarme lo que pasó ayer.
--Ian no es tuyo. -- dijo poniendose roja.
--Nunca he dicho que lo fuera. Es mi pareja.
-- Y te llenas la boca diciendolo, no. Ian se cansara de ti. Lo conozco, una mojigata cómo tú le aburre. A él le gustan las mujeres como yo.
--Claro. Y es por eso que está conmigo y no contigo. -- sonreí. El vino había surtido efecto. Me sentía bien, tan bien como para darle una paliza a ésta zorra.
--No por mucho tiempo.
--Como digas. -- saqué mi cartera y pague la botella de vino completa.Me levanté y la mire.
--Disfruta el vino.
--Aún no terminamos de hablar.
--Yo sí. Y me importa poco lo que tú tengas que decir. -- me aleje de la mesa antes de que pudiera contestar. Esta a punto de salir del restaurante cuando alguien me tomo del brazo.
--Ian fue mío una vez y lo volverá a ser de nuevo. Maldita mosca muerta.
-- eso de que fue de ella me descoloco un poco pero no deje que se me notara. Ian me había dicho que solo habían sido amigos.
--Falta que el quiera. -- dije soltandome de su agarre.
-- Es hombre, querida. Los hombres siempre prefieren un buen cuerpo como el mío a una mojigata como tú.
--Claro -- la miré de pies a cabeza. -- "una mujer como tú" es lo que todos los hombres quieren. Pero entonces, ¿Por qué Ian vino a mi casa anoche habiendole ofrecido tu "buen cuerpo"? -- la señale. Ella se puso roja de coraje. Sonreí. --Adiós, querida. -- dije imitando su voz chillona.

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