CAPITULO 42
...Cuando salí de la oficina de Ian me sorprendió que éste no me siguiera y no sabía cómo sentirme al respecto.
Iba a tomar un taxi para ir a mi casa pero mi casa era el último lugar en el que quería estar, así que decidí caminar y sin pensarlo me encontré en el parque donde conocí a Ian. Me senté en la misma banca donde platicamos por primera vez, miré el espacio vacío a mi lado y las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. ¿Cómo demonios había llegado a esto? Mi celular timbró dentro de mi bolso, revisé la pantalla y vi que era Ian, lo apagué. No quería saber de él. No quería saber de nadie.
Tomé mi bolso y comencé a caminar de nuevo, los tacones me estaban matando pero simplemente no quería parar, no quería estar en casa. Caminé un par de cuadras más y llegué al bar “La Oficina” , entré sin pensarlo, llegue a la barra y un tipo guapo de ojos grises me atendió de inmediato.
--Hola, preciosa, ¿qué le sirvo? – preguntó amablemente.
-- Un tequila, por favor. – respondí. Sonrió y me sirvió.
--Viene el Sr. Mikaelson con usted? – preguntó mientras limpiaba la barra
--No. – dije y me bebí el tequila de un trago. Sentí como el líquido hacía su recorrido por mi garganta hasta llegar a mi estómago. Sentí que la garganta y el estómago me ardían pero no me importo.
--Otro, por favor. – el tipo me miró sorprendido pero no dijo nada y me lo sirvió
--¿Estás bien, preciosa? -- Preguntó tímidamente.
--Define bien… -- contesté y me bebí el tequila que me había dado.
--¿Otro? – dijo mientras lo servía. Asentí.
-- Te recuerdo… -- le dije – Eres Matt, cierto? – lo recordaba perfectamente, se había peleado contigo.
--Así es, preciosa. – me sirvió sin siquiera pedírselo. Sonreí y bebí.
Una hora y 6 tequilas después empecé a sentirme mal y no por el hecho de que estaba ebria. Simplemente recordé al Sr. Mikaelson, las cosas que me dijo y a Ian besándose con esa maldita bruja.
--¿Quieres que te llame un taxi? – preguntó Matt
--No, quiero seguir bebiendo. – se encogió de hombros y me sirvió.
--¿Qué diablos te hizo el idiota de Mikaelson? – dijo y se recargó en la barra
-- ¿Qué te hace pensar que estoy bebiendo por él?
-- Entonces, ¿por qué estás bebiendo?
--Por idiota. Porque me enamoro de puros idiotas. – sonreí sin ganas.
--¿Así que terminaron?
-- Yo… --¿había terminado con él? Estaba enojada, eso era cierto pero, ¿terminado? – No lo sé – dije al fin.
--Sólo sé que, ahora, en este momento, no quiero saber de él. Ni de nadie. – me bebí el tequila de un trago.
-- No deberías beber por idiotas. – dijo suspirando
--Todo iba bien, Matt. Pero su estúpida ex novia tenía que regresar, tenía que entrometerse.
--No me digas, no sabe si sigue queriéndola. – me quedé fría cuando dijo eso. ¿Será por eso que Ian dejó que lo besara, será que la quiere? No, eso no puede ser posible.
--No, ellos… ella…yo…-- no sabía que responder. – No lo sé, Matt. Ni siquiera es su ex. Nunca fueron nada, al menos eso dijo él. – suspiré
Pasaron las horas, le conté toda la historia a Matt, de ti, de Ian, todo. No me di cuenta cuando se hizo de noche ya que estaba demasiado ebria para notarlo. Perdí la cuenta de todo lo que bebí y no sabía cómo iba a regresar a casa. Le pagué a Matt y me dispuse a irme.
--¡Eh, preciosa! – gritó Matt desde la barra. -- ¿A dónde crees que vas? – preguntó corriendo hacia mí que ya estaba a punto de llegar a la puerta.
--A mi casa. – logré contestar
--No puedo dejarte ir así. Mi turno termina en una hora, por qué no me esperas y te llevó a tu casa.
--Puedo tomar un taxi. – balbucee.
--¿En esas condiciones? Ni de broma. Vamos, puedes esperar en la oficina. – Iba oponerme pero dado la situación no me quedaban muchas opciones. Así que dejé que me llevara al sofá de la oficina. Me dejó ahí y salió cerrando la puerta. Miré a mí alrededor pero todo daba vueltas, vi una botella y no me detuve a ver que era, la tomé y le di un gran trago. Algo estaba claro, no era agua. El líquido raspo en mi garganta y volví a beber.
Que se pudran todos. Ya me cansé de aguantar todas sus idioteces.
Matt regresó y me sorprendí porque no había pasado una hora todavía, o al menos eso creía.
--Oh Dios! Se me olvidó que eso estaba ahí. – miró la botella. – Tienes suerte, el del otro turno llegó antes. ¡Vámonos! -- me quitó la botella y me guío a la salida. – ¿Recuerdas dónde vives?
-- Estoy ebria, no estúpida. – se me hizo imposible caminar con los tacones así que me los quite. Matt ignoró mi comentario.
En realidad no recordaba cómo se llamaba la calle pero, curiosamente, sabía cómo llegar.
Cuando salimos, Matt me entrego un casco, tal vez era que estaba demasiado ebria por lo que me atreví a subirme a la enorme motocicleta que estaba frente a mí. Ignore que estaba temblando y abrace a Matt, un poco más fuerte de lo normal.
--¿Matt?
--Sí, preciosa? – dijo concentrado en el camino y siguiendo mis indicaciones
--Quiero que te tomes unos tequilas conmigo.
-- Por supuesto, preciosa. – siguió conduciendo hasta que por fin llegamos a mi casa.
Matt me acompañó hasta la puerta y una voz nos sorprendió a los dos.
--Oh por Dios, Hannah. – dijo Ian soltando un suspiro. Ignore por completo su presencia, saque mis llaves y trate de abrir la puerta pero la jodida puerta no dejaba de moverse.
--Déjame hacerlo. – Ian se acercó y trató de quitarme las llaves pero antes de que pudiera hacerlo me giré hacia Matt y se las di, éste las tomó sin decir palabra y la abrió. Entré, le hice una seña a Matt para que entrara.
--Matt, puedes retirarte. – dijo Ian lo que me hizo enojar
--No, Matt se queda. – Lo tomé del brazo e hice que entrara
--Hannah…
--Ian, puedes retirarte. – traté de sonar seria y sobria más que nada pero había dos Ian y no sabía a cuál de los dos debía mirar y lo peor era que la habitación estaba comenzando a moverse, me agarré más fuerte de Matt y recargué mi cabeza en su hombro. Ian no pasó por alto eso.
--No. – dijo enojado
--No te estaba preguntando. – me acerqué más a Matt y le di un beso en la mejilla. –Matt se queda y tú te vas.
--Hannah, ¿qué estás haciendo?
-- Lo mismo que tú, Ian. No se siente nada bien verlo, ¿cierto? Ahora imagina que Matt me besa en la boca y yo le correspondo.
--¿Es así como va a ser esto? – pregunto mirándome directo a los ojos
--¿No es así como ha sido siempre? – pregunté yo mientras una lagrima se me escapaba y hacia su recorrido por mi mejilla perdiéndose en mi mentón.