CAPITULO 35
NI SIQUIERA SANDRA.Sabía que no debía cuestionarme nada sobre Ian y mucho menos por ti. Porque lo que menos quería era herir a Ian por tu culpa. Pero es que es inevitable pensar en nosotros, no fueron días ni meses los que estuvimos juntos, fueron años, años que disfrute y sí, también lloré, uno no puede olvidar eso de la noche a la mañana, simplemente es imposible. Al menos para quien haya querido de verdad como yo te quise a ti. Me hiciste daño, sí, ¡pero carajo! Toda relación tiene sus altibajos. Te amé como no tienes una idea. Di todo de mi para que nuestra relación funcionara y cuando me dejaste pensé en que no había hecho suficiente, venga, así de tonta soy.
No puedo decir que no te quiero porque estaría mintiendo pero no te quiero como antes, no con la misma fuerza, así que, no, no pienso volver contigo ni pienso ir corriendo a tus brazos porque el amor que le tengo a Ian supera por mucho lo que siento por ti. No pienso arruinar lo que tanto trabajo me costó construir por un momento de debilidad tan patético como este.
Miré a Caroline, me miraba frenética, aún seguía parloteando, caminando de un lado a otro por la sala por lo que yo había dicho.
--¡Dios, no puede ser! ¡Mi hija está loca! -- se paró un segundo y me miró a los ojos --¡Estás loca! – dicho esto siguió caminado.
--Ya, y supongo que no tienes idea de a quién salí, ¿verdad? – dije sonriendo. Se volvió a parar.
--¡Claro que lo sé! A tu padre, estas igual de loca que él. – me puse en guardia ante ese tema.
--¡Caroline! – grité para que me prestara atención y cuando la tuve, seguí. – Gracias por venir, tienes razón. – Caroline abrió los ojos como platos y se acercó para tentarme la frente.
--¿Te sientes bien? ¡Oh Dios! ¡Haz perdido el juicio! – tomé sus manos entre las mías y la miré.
--Me has hecho entrar en razón. – en realidad no había hecho nada más que gritar de un lado a otro pero saber que me había ayudado la haría sentir mejor consigo misma. Se volvió a sentar a mi lado.
--¿Eso significa que te olvidaras de la horrible idea de que debes regresar con Alex?
--Creo en realidad no llegué a considerarlo tan en serio. Mi futuro es Ian, mamá, y lo quiero. – Caroline sonrió de una manera un tanto extraña.
--¿Eso significa que se casaran? – soltó de sopetón.
--Ok. Creo que es hora de que te vayas. —dije levantándome. Sonrió y también se puso de pie.
--Vale, pero solo porque he quedado con alguien.
--¿Quiero saber? – pregunté aunque sabía la respuesta. No, no quería ni necesitaba saber de las citas locas de Caroline. Ella sonrió como adivinando lo que estaba pensando.
--Es mejor que no. – se acercó y me dio un beso en la frente y se fue.
Tomé el celular y le envié un texto a Ian.
TE EXTRAÑO…
Pero cuando me contestó me arrepentí.
¿Tiene esto algo que ver con Sandra?
Te quiero.
Tendría que haber supuesto que pensaría eso. Nunca antes le había enviado textos. Ahora me sentía como una idiota. ¿Qué se supone que le contestaría?
Y me llegó otro texto.
¿Debo tomar eso como un sí? ;)¡Rayos! Tonta, tonta, tonta.
No. Disfruta tu comida.
Te quiero.
Realmente creí que era una buena respuesta hasta que la leí. Sonaba como una estúpida celosa. La respuesta, por supuesto, no se hizo esperar.
¿Hueles eso, cariño? Creo que la gente les llama celos... ;)¡Maldita sea! Como odiaba que supiera todas mis expresiones, ¡hasta en los textos! Soy un maldito libro abierto. Miré la pantalla del celular, había cometido un grave error en mandarle ese mensaje.
Ja, ja. Ya hablaremos de eso. ¿Nos vemos en la cena?
Ian: ¡Uuuh! ¿Habrá pelea? Porque me gusta tú manera de arreglar las cosas. ;) Nos vemos en la cena, cariño.Ya no contesté, era obvio que no saldría bien para mí.
Mientras comía no dejaba de pensar en Alison, por más que quería olvidarme de su visita no podía, simplemente volvía a mi mente. No era que estuviera considerando de nuevo la estúpida idea que había tenido hace un rato. Era el simple hecho de pensar en que estabas sufriendo, sufriendo por mí, no me alegraba pero tampoco era como que me sintiera mal por ti. No, de hecho, sí que me alegraba y mucho. Te lo merecías, te lo mereces.
Por fin pude olvidarme del tema de Alison pero me odie porque pasé a un tema que me ponía aun peor. Sandra.
¿Qué demonios estaba tramando esa arpía? No es que la conociera pero tampoco me voy hacer de la vista gorda mientras, claro está, quiere con Ian. Nadie va vestida como para una fiesta de coctel a un bufete de abogado a visitar aun “amigo”. Y quedaron para comer, ni un día de conocerla y ya la odiaba. Además de la manera en que me habló como dándome a entender que yo no conocía a Ian tanto como ella.
Sonó el celular y estaba a punto de contestar cuando vi el nombre en la pantalla, eras tú. Dejé pasar la llamada, no me apetecía hablar contigo hoy, de hecho, ya no me apetecía hablar contigo nunca. Me cambié la ropa por una deportiva y puse los auriculares a todo volumen y dejé que la voz de Abel Makkonen me relajara, salí a correr y me gustó la forma en que el viento golpeaba mi rostro con la fuerza suficiente para despejar mi mente para olvidarme de ti, de Alison, de Sandra. Solo dejé que una sola persona vagara por mis pensamientos, Ian. Mientras corría me imaginaba sus preciosos ojos azules que tanto me gustaban, su perfecto cabello rubio despeinado y con su traje oscuro como todo un profesional. Pero más que su físico me encantaba la manera de tratarme, su dulce y ronca voz diciéndome que me quería, su mirada de ternura que me daba cuando sabía que yo estaba hecha un caos y su perfectos brazos rodeándome, protegiéndome, amándome.
Y entonces no entendía porque había siquiera pensado en dejarlo por ti, si mi vida sin él sería un desastre. Y no era por el hecho de descubrir que ya no te quería por el que me di cuenta de que quería a Ian, sino que ya no era capaz de imaginarme con otro hombre, ni siquiera contigo, en realidad, contigo menos que nadie y no quería imaginar a Ian con otra chica que no fuera yo. Simplemente no podía.
Quiero a Ian y a menos que él me deje no habrá forma de que alguien nos separe. Ni siquiera Sandra.