Capítulo 2.

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Al día siguiente mi despertador sonó a la misma hora de siempre, como toda una zombie, me levante casi de manera robótica para dirigirme al baño

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Al día siguiente mi despertador sonó a la misma hora de siempre, como toda una zombie, me levante casi de manera robótica para dirigirme al baño.

El contacto del agua en mi rostro hizo que despertara de mi estado adormilado.

Terminé y comencé a arreglarme, me sentía fatigada y con una tremenda jaqueca, no tenia ánimos de ir al consultorio sobre todo porque últimamente mi superior (no me gustaba llamarle jefa) Clara se estaba comportando de una manera intolerante, estaba comenzando a ser grosera e injusta conmigo, cosa curiosa pues yo nunca le había hecho algo para que ella me tratara así.

Después de unos veinte minutos ya estaba abordando el autobús (estúpido coche, no se cuando volverá a estar conmigo), había desayunado solo un vaso de leche y un plátano, la verdad era que no tenia apetito.

Prendí mi ipod para no aburrirme o peor quedarme dormida en el trayecto, con los dedos seguía el ritmo de una lenta melodía, últimamente me había dado por escuchar canciones tristes o de desamor quizá por todo lo que me estaba sucediendo.

Encendí mi teléfono celular, pues siempre lo tengo apagado por las noches y pude ver en la pantalla de inicio la fotografía de Rafael: con su cabello negro, sus ojos grises y esos hoyuelos en las mejillas que tanto me fascinaban, en la fotografía se podía ver también mi mano que él sostenía sonriente mostrando el anillo de compromiso.

El anillo me hizo recordar el día anterior y mi noche de desvelo. Todo esto tenia un motivo: la boda, esa celebración que siempre había esperado; tener un vestido de novia, una argolla matrimonial, y mi propio hogar, que ya no era un sueño sino una realidad que estaba escrita en un papel rosa en el buró de mi recamara.

¿Como es que Rafael me había entregado las escrituras?

Llegue a mi destino unos minutos después y más temprano de la hora habitual, sacudí la cabeza para evitar seguir pensando en todo ese asunto el cual hace unos meses ocupaba toda mi mente y ahora solo quería evitarlo.

Entré al consultorio de la doctora Clara, que era el numero dos, me vestí poniéndome la bata y comencé a ordenar el papeleo que había en el escritorio y a leer unos libros pues mi trabajo de hoy era realizar varias extracciones para así tener algo de dinero extra. Cuando termine de leer unos capítulos me di cuenta que ya era la hora de entrada.

Diez minutos después entro mi "jefa" ya con su típica cara de pocos amigos y la salude con un amable "buenos días"

-Ah si- fue lo único que respondió ignorando por completo lo ordenado que se encontraba el lugar se sentó y me miro fijamente.

-Doctora me puede decir a que hora llegara el primer paciente al que le haré la extracción de...

-Elizabeth, olvide decírtelo ayer; no harás ningún trabajo hoy más que lavar los instrumentos de la cirugía y hacer limpieza general del consultorio que esta hecho un desastre.

Mi decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora