Capítulo. 16

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Cuando todos nos dimos la vuelta hacia donde ella se encontraba vimos que un elegante coche gris estaba estacionándose detrás del rojo de Lorena

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Cuando todos nos dimos la vuelta hacia donde ella se encontraba vimos que un elegante coche gris estaba estacionándose detrás del rojo de Lorena.

Melissa sonrió ampliamente y guiño un ojo, reconocí la calavera color lila colgando en el retrovisor: ¡Era el coche de Diego!

Sacudí la cabeza no podía creerlo, todo fue en cuestión de segundos: Diego bajo del lado del copiloto, se acercó al barandal y sonrió a las chicas, a José y me miró fijamente a los ojos, tenía una mirada triste y se notaba asustado.

-Elizabeth ¿Podemos hablar?

Todos voltearon a verme esperando mi respuesta, yo mire a la vez a todos, quería llorar de nuevo.

-¿Podemos?- Insistió.

-Sí- contesté apresuradamente.

-¿Quieren pasar a la sala?- dijo Lorena – o si gustan al patio.

-En el patio está bien, gracias.

Diego se anticipó a mi respuesta yo no quería hablar en el patio, ni en casa de Lorena, yo quería un sitio más privado.

Lorena nos mostró un sillón que se encontraba en el jardín junto a una mesita.

-¿Gustan algo de tomar?

Hasta ahora me había dado cuenta que llevaba muchas horas sin comer y sin probar nada de líquido.

-Agua.

-Nada, gracias.

Contestamos al mismo tiempo.

José y Melissa entraron a la casa, mientras Lorena me daba un abrazo cariñoso

-Ahora vuelvo con tu agua amiga, siéntanse cómodos.

Diego y yo nos miramos, él se sentó frente a mí y en menos de cinco minutos Lorena estaba de regreso con dos vasos de agua, le sonreí agradeciéndole mientras Diego le hacía un gesto con la cabeza, de inmediato regreso por la puerta de la cocina dejándonos solos.

Silencio incomodo...

-Elizabeth...

-De que quieres hablar Diego.

Dio un largo suspiro y me tomo la mano, rápidamente la quite.

-Discúlpame, disculpa por no haberte dicho nada en casa de Yesenia.

-No te preocupes.

Intentaba esquivar su mirada, mi corazón no dejaba de latir frenéticamente, el me observaba.

-Quiero que me contestes algo... ¿Por qué fuiste a buscarme? ¿Por qué no decidiste casarte? ¿Por qué abandonar a Rafael?

Lo miré atónita, ya se lo había dicho pero claro quería que se lo repitiera de nuevo estaba muy molesta, en ese momento quería que se fuera, quería decirle un montón de cosas y la mayoría no eran agradables, quería golpearle muy fuerte, arrojarle el agua que estaba frente a mí, que sintiera todo lo que sentí: la tristeza, la culpa, el arrepentimiento y la decepción.

Mi decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora