El fin de semana me la pase en casa, pero ya no tirada en la cama, al contrario me puse a buscar trabajo que hacer para tratar de ocuparme.
El sábado recibí un mensaje de Lorena. Ella y Melissa, no sabían la historia completa de lo que había pasado con Diego, no había tenido ganas de hablar con ellas, solo les dije que habíamos tomado un tiempo y que no quería hablar de eso.
La única que supo la historia completa fue Jazmín, le pedí que no le dijera a nadie y que no preguntara nada más, ella me apoyaba en eso, y trataba de que nadie me preguntara, de hecho la idea de renunciar a la clínica el tome de un comentario que ella hizo.
Lorena y Melissa querían verme, decían que estaban muy preocupadas, así que les dije que las recibiría el sábado por la noche para cenar.
Debería platicarles todo lo ocurrido, y con eso cerraría mi ciclo de llanto profundo.
Estaba decidida.
Quedaron de llegar a las 7, así que como a eso de las 6, me duche y me maquille un poco para ocultar mi palidez y mi cara demacrada.
Ordené unas pizzas y refrescos, para que cuando llegaran estuviera todo listo.
Muy puntuales llegaron y pasaron a la sala, estuvimos platicando por unos minutos, les serví la pizza y como una hora después, Melissa saco a flote el tema.
-Elizabeth de una vez por todas quiero saber que paso con Diego.
Silencio muy incómodo.
Lorena me apretó la mano.
-¿Quieres hablarlo?
Miraron nerviosas.
-Sí, es lo mejor.
Conté todo lo que había pasado, como encontré a Diego acostado con Zulema, como Rafael me había llevado a la radiografía y el escándalo que me hizo aquí en casa y como renunciaría a la clínica.
Suspiré nuevamente y volví a llorar.
Como era de esperarse comenzaron a maldecir a Zulema y a Diego, Melissa estaba decidida a ir a pelear con ella y ya hasta estaba planeando como hacer que Diego sufriera un accidente en coche, igual con Rafael.
Melissa conto el accidente que estaba planeando para ellos de una manera muy graciosa, que por primera vez en todo este tiempo reí a carcajadas.
Alrededor de las 11:00 se fueron a sus casas.
Hablar con ellas fue algo muy liberador, pude dormir tranquila sin llorar.
El domingo recibí un mensaje de Rafael, pidiéndome disculpas. No había sido el único, desde el día que armo el escándalo, cada día me mandaba el mismo mensaje, pero siempre lo ignoraba, ese día hice lo mismo.
El domingo pinté las paredes de mi cuarto, regué el jardín y me dedique la tarde a hornear pasteles, por la noche me acosté pero no pude dormir hasta pasada la madrugada, sabía que mañana tendría un día complicado.
Llego el lunes que con tanto terror esperaba, traté de arreglarme un poco para que Diego no me viera tan demacrada, me puse unos jeans y una camisa casual color rosa.
Me alise el cabello y me puse una diadema.
Subí a mi coche con el estómago haciéndome ruidos, cada semáforo en rojo que me tocaba, me ponía a repetir frenéticamente:
Solamente hay que firmar la renuncia y listo, solo eso, solo eso, sin cruzar palabras, solo eso, solo eso.
Tome el celular y leí nuevamente el mensaje que me envió Diego el viernes.
Ok, gracias por avisar, nos vemos el lunes.
Estacione el coche y al entrar a la clínica subí corriendo al despacho de la doctora Leticia, Zulema aun no llegaba.
Estuve quince minutos esperando, de pronto se abrió la puerta del despacho y apareció la doctora.
-Adelante Elizabeth.
Como robot camine hacia ella y me recibió con una sonrisa amistosa.
-Buenos días doctora.
-Buen día, por favor pasa.
Entre y ahí estaba sentado Diego con semblante serio, miro hacia mí y esbozo una sonrisa gélida.
-Buenos días.
Se me congelo todo el cuerpo, no podía caminar.
-Doctor, buen... buen día.
La doctora se sentó en su silla enorme y me hizo un ademan para que me sentara al lado de Diego, mientras sacaba unas hojas blancas
-Bueno, Diego, Elizabeth aquí está el documento que da por finalizado tus prácticas con nosotros.
Me dio las hojas a mí.
-Léelas por favor y verifica que todos los datos estén correctos, si lo están, debes firmar en la parte inferior izquierda, donde indica tu nombre.
Mi corazón latía a mil por hora, me sudaban las manos y ni siquiera pude leer las anotaciones, solo leí que el nombre estuviera correctamente escrito.
Tome la pluma y comencé a firmar, eran 6 hojas.
Las uní y se las regresé a la doctora.
-Doctor, por favor su firma en todas las hojas.
Diego las tomo y firmó de inmediato.
Las devolvió.
-¿Es todo?- pregunté enseguida.
La doctora Leticia leyó rápidamente todo y asintió con la cabeza.
-Así es, el sueldo pendiente será depositado a tu cuenta en 48 horas.
-Perfecto.
-Pues bien- se acercó hacia mí- muchísima suerte a donde vayas y recuerda estudiar mucho para que seas una excelente dentista.
Me abrazo fuerte.
-Claro que si doctora, tenga por seguro.
-Y sabes que las puertas están abiertas para ti, por si algún día decidieras volver.
-Estoy eternamente agradecida con todos, por este tiempo, en verdad mil gracias.
Me soltó y miro hacia Diego, yo también.
Le di la mano.
-Doctor Fernández, gracias por este tiempo, aprendí muchísimo y fui muy- se me quebró la voz- muy afortunada, Gracias.
Diego me apretó la mano.
-Gracias a ti.
Los dos nos quedamos por un momento quietos, quería abrazarlo, di un paso adelante, pero luego retrocedí.
-Bueno, gracias a los dos, debo irme... en serio gracias.
-Hasta pronto Elizabeth- contestó alegremente la doctora.
Con un gesto de la mano diciendo adiós salí de prisa y cerré la puerta.
Baje muy apurada las escaleras, no me quise despedir de nadie. Las únicas personas que en verdad se interesaban por mi, ya sabían que me iría, así que no había problema con eso.
Llegue hasta mi coche y lo abordé, conduciría de nuevo a casa.
Sabía que un capítulo de mi vida había concluido, que Diego había sido lo mejor que me ocurrió en este tiempo y que había sido muy feliz.
Tal vez todo este proceso de nuestra ruptura la hice muy dramática, pero ¿Qué mujer no hace dramas en una relación?
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Mi decisión.
RomanceElizabeth siempre a soñado con una vida color de rosa, llena de flores y corazones. Su mundo gira entorno a Rafael : su prometido. Todo va en perfecta armonía hasta que las cosas comienzan a cambiar... para mal. Elizabeth tendrá que...