Capitulo 33: A tu lado

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—Papi, vamos a casa— Goten con la vista algo nublada por las lágrimas veía como Trunks se alejaba. Por un momento sintió el impulso de ir tras él y besarlo, pero solo por un momento. No podía perder la dignidad, era lo único que aún andaba bien en él. Pero esas palabras habían parecido tan sinceras, se habían colado en su corazón y por un segundo le habían reconfortado. En su interior había sonreído, y había sentido la felicidad plena como hace mucho no la tenía ¿Por qué Trunks tenía que volver? ¿Por qué ahora que empezaba a estar bien?

Se levantó y agarró con fuerza la mano de su hijo, Ryu se giró y abrazó a su padre con fuerza, diciéndole:

—No llores, papá, no llores. Demuestrale que eres fuerte y puedes estar bien, hazle saber que no lo necesitas para ser feliz. Yo estoy aquí. — Goten absorbió el aroma de su hijo, y lo abrazo. Oh, Ryu, no lloraba por tristeza sino por la confusión en su cabeza. Por ver como todos esos sentimientos que él daba por muertos volvían a resurgir en su corazón. Y sabía que podría caer fácilmente, por eso lloraba, de lo impotente que se veía ante el amor que lo llamaba.

—Vamos a cenar, Satochi vendrá pronto.

(...)

Trunks corría por las montañas mientras sentía como su corazón latía con fuerza y como un nudo en la garganta le oprimía. Quería gritar. Quería llorar. Quería destrozar cosas, pero pensaba que ya había destrozado demasiadas por lo que solo gritó y lloró ¿Que por qué estaba así? Porque él era culpable de cada lágrima que había soltado el azabache, porque por su estupidez, su amor, estaba así. Tan destrozado, tan mal. Sin darse cuenta se fue convirtiendo  en super saiyayin. Gritando y rompiendo muchos árboles y montañas, el suelo se agrietaba bajo sus pies y sus lágrimas se perdieron junto a las gotas de la lluvia. Sí, porque había empezado a llover. Trunks aprovechó para sacar todo lo que tenía dentro, desde hace tiempo había dejado de ser feliz y lo único que le hacia seguir era la esperanza de poder recuperar lo que tenía, de volver a ser feliz junto a su familia.

A unos 100 metros de allí, Goten recibió la llamada de Satochi, de que no podría venir debido a la lluvia y al fuerte viento que provocó que cortasen algunas calles por seguridad. Ryu, ya dormía y él sentía un gran ki ¿Cómo no reconocerlo? Era el mismo ki que tantas veces había luchado a su lado y que una vez formó parte de él ¿Estará bien Trunks? Después de echar un último vistazo a Ryu, cogió las llaves y empezó a volar a toda rapidez sigiendo el alto ki. Cuando llegó, vio a un destrozado –anímicamente– Trunks, que golpeaba y destrozaba todo a su paso. También pudo notar como le brotaban lágrimas de sus ojos y tras eso su corazón se encogió.

Con miedo a ser golpeado se acercó a este por la espalda y metió sus brazos por sus axilas, agarrándolo por los hombros para dejarlo inmóvil. Aunque este en ese estado de euforia siguió gritando y pateando al aire.

—Shh, tranquilo Trunks, soy yo. Estoy aquí, tranquilo. Estoy a tu lado— le susurró al oido Goten. Era él único que podía calmar a Trunks. El oji-azul volvió a su estado normal y sus piernas se doblaron para caer al suelo aún agarrado por Goten.

—No me sueltes

—¿Por qué?

—Porque creo que estoy a punto de romperme pero tus brazos me hacen sentir bien.

Goten abrazó con fuerza a este por la espalda para que Trunks supiera que estaba ahí. La lluvia los tenía completamente mojados y el chocar de las gotas contra el suelo era lo único que se podía escuchar. Trunks se giró y miró fijamente a los ojos del azabache.

—Gracias— Goten lo miró confundido.— Por no dejarme explotar.

—Ven a mi casa, un vaso de leche caliente te hará sentir mejor

Nuestro pequeño. Editado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora