Lady Florence

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a sus respectivos autores, con excepción de aquellos que he tenido que añadir para darle forma a esta historia.

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El lugar estaba tranquilo, un simple puerto rodeado de pastizales, una pequeña bodega y más vegetación. A lo alto de una colina se podía visualizar una casa, ellas notaron que todos los hombres miraban hacia allá.

-Es hora muchachas- dijo Garfio a sus espaldas.

-Quiero verla ya- contestó ansiosa Zarina quien se adelantó a descender del barco bajo la mirada divertida del hombre.

-Te agradará- le dijo él a la castaña al quedarse solos.

-Espero que no tenga tu carácter- contestó Annie

-Dios, no. Me moriría si así fuese- respondió alarmado el pirata a lo que ambos comenzaron a reír -Tenemos tiempo para descansar, y aclarar las posibles decisiones que tomarás una vez que leas ese diario, no olvides que tenemos un trato.

-No lo olvido, yo obtengo venganza y tú la mano izquierda de Peter.

-Quiero la mano de Pan en mi poder y después dársela a comer al cocodrilo, entonces tendrá a alguien más que perseguir. Después de ello dejaré que se lo coma entero. Pero antes, quiero descubrir...que si no eres capaz de matarlo, de qué manera lo harás pagar.

-¿Nos escuchaste?

-No era mi intención, cuando llegue ya estaban enfrascadas en la conversación.

Entonces el capitán cambio su semblante, parecía como si el hombre quisiera añadir algo más, se acercó a la muchacha y tomo su barbilla levantándola.

-No sé si debiera, de cualquier manera ya estamos aquí, y tú y Zarina de alguna forma lo merecen.

Ella no comprendió las palabras del hombre. Él se acercó a su rostro en un gesto que aseguraba que la besaría tan solo alcanzara sus labios, sin embargo se detuvo al estar muy cerca de su cometido y la miro fijo a los ojos.

-¿Cuánto tiempo más resistiremos?, estamos a punto de arder Annie, ¿No lo ves?

Haciendo acopio de todas sus fuerzas Annie desvió la mirada y avanzó para alcanzar a Zarina. Le aterraba quedarse un momento más a solas con él.
James se quedó quieto en su lugar mirando hacia la costa, de no haber hecho la castaña ese movimiento la habría besado, pero ahora notaba que ella comenzaba a mostrar más carácter y no solo dejarse llevar por la situación.

Sonrió complacido, después de todo no había decidido mal, ni por un arrebato de locura.

Annie noto que casi toda la tripulación se dispersaba a distintos lugares. Unos permanecían en el navío, otros habían bajado a la bodega cerca del mar y otros se alejaban del puerto.

-Irán al pueblo en busca de provisiones para todos- explicó James a las mujeres una vez estuvieron todos juntos en tierra.

Sin embargo Salvo, Truman, Junior y Leandro les acompañaban camino colina arriba. Se dirigían a aquella casa.

Era una casa de tamaño considerable, pintada de blanco, con un hermoso jardín perfectamente cuidado donde rosas y claveles crecían.
James se adelantó al grupo para tocar la puerta, miro a las mujeres con una sonrisa mientras ellas le devolvían miradas de curiosidad. Se escuchaban pasos desde dentro que se acercaban a la puerta.

Al abrirse, el olor a vainilla inundó el olfato del grupo, y una mujer de gesto amable se encontraba frente a ellos.

Ojos verdes y cabello rubio clarísimo caía como cascada hasta la espalda, piel blanca como perla. Iba vestida con un vestido holgado y llevaba un chal por encima, estaba descalza. Tardó un poco en hablar debido a la impresión de encontrarse al grupo frente a ella.

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