Ching Shih

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a sus respectivos autores, con excepción de aquellos que he tenido que añadir para darle forma a esta historia.

Muchas gracias a Mental-Breakdown por su comentario en el capítulo anterior, y a ti que me lees desde las sombras. Una disculpa por la larga ausencia y sin más preámbulos, aquí esta el siguiente capítulo.

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La mañana siguiente antes de partir les despidieron con terribles noticias, aunque no tan terribles para James.

Jane había abandonado la cabaña durante la madrugada y su madre estaba convencida de que en esa ocasión sería para siempre. Mostraron al capitán y a la castaña la rudimentaria carta que había dejado tras su escape, toda llena de amenazas hacia su madre con la firme promesa de que regresaría por sus hijos. Según la carta, haría la búsqueda de Víctor por su cuenta ya que estaba convencida de que todos ellos no hacían nada por rescatarlo.

-Es una estúpida- dijo Leandro por lo bajo mirando hacia el horizonte. Era obvio el peligro que corría la mujer sola en la selva.

Bajo la conciencia de James no se encontraba la vida de esa mujer, a quién en definitiva le guardaba un sentimiento de aversión desde la escena vivida fuera de la cabaña de Leandro, pero decidió mantenerse en silencio ante el sufrimiento de Wendy, ya que después de todo, su hija se había ido de la protección de la aldea hacia un mundo que apenas conocía de su infancia y en el cual los peligros eran aún mayores que en esos tiempos.

Y una madre, dicen, nunca deja de amar a sus hijos.

O eso era al menos lo que James quería creer al mirar a una desconsolada Wendy entre los protectores brazos de Florence.

Eso quería creer después de recordar la última vez que había pisado la casa de su madre mucho tiempo atrás.

-No tardará en regresar- intentó Salvo animar a la mujer mientras se alejaba de ellos hacía otro barco -en cuanto se de cuenta de todos los peligros que allá afuera existen, volverá sin dudarlo a esta aldea.

Annie miró a Salvo alejarse, creyendo que con suerte, Jane no se encontraría con peligrosas sirenas, que al darse cuenta de que era mujer, arremeterían contra ella sin dudarlo siquiera. Un momento después observó que Leandro se alejaba en dirección contraria a Salvo para embarcarse también.

-Tal vez tenga razón- coincidió Florence soltando el abrazo- por ahora será mejor que pensemos en que le diremos a los niños...ya que preguntarán por su madre.

Al Jolly Roger se les unieron dos navíos más que estaban también bajo el mandato de James, uno de ellos era comandado por Leandro y el otro por Salvo. Los barcos se encaminaban hacia el noroeste de Nunca Jamás cargados con suficiente cañones y pólvora para volarse entre ellos, pero ni en sueños serían un número digno de enfrentar a la flota que residía en los territorios que estaban por conocer.

Dos barcos más se quedarían en el puerto y zarparían poco después, esos barcos serían comandados por Junior y Truman, los otros dos hombres de gran confianza que tenía James. Acordaron encontrarse en las afueras de los territorios de Ching al atardecer de ese mismo día.

La razón  se basaba en conseguir un tesoro más que ofrendarían a Ching junto con la caja musical de Wendoline, y para eso debían llegar al lugar para hacerse del resto del tesoro y después regresar el barco al rumbo que los llevaría a los vientos correctos en dirección a territorios hostiles. Mientras tanto, dejaría al cuidado de sus hombres, las vidas de quienes se quedaban en la casa el mayor tiempo posible.

-Jamás me interesó tener una flota tan grande- explicó James a su hada desde su timón. Zarina vigilaba el rumbo mientras Annie ayudaba a los marineros en cuanto pudiera con las amarras al zarpar.

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