Veinticuatro || Si no juegas con fuego, te morirás de frío.

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Capítulo 24
Si no juegas con fuego, te morirás de frío.

– Slytherin tiene partido este fin de semana.

– Ah, ¿Contra quién?

– Hufflepuff.

– Las serpientes ganarán. No digo que el equipo de Hufflepuff sea malo porque tiene excelentes jugadores como Alice Longbottom, Julie Jordan, el chico Boot...

Los merodeadores caminaban juntos a primera hora de la mañana, con el estomago vacío y rugiendoles iban al Gran Comedor para poder alimentarse bien antes de iniciar sus largas jornadas de clases.

– Además de que los Slytherin no juegan mal y hay que admitirlo – dijo Lysander –. Los Hufflepuff al igual que los Ravenclaw tienen ese problema de planear cada una de sus jugadas, yo creo que eso no te lleva a nada.

– Claro que no – dijo James, mientras movía la cabeza de un lado a otro en forma de negación –, cuando entras al campo con tus jugadas planeadas puede pasar de todo, es decir, puede que algo perjudique una de sus jugadas y eso hace que los jugadores no sepan qué hacer después y se empiecen a poner nervios, los Slytherin además de nosotros no planeamos jugadas, entramos al campo a dar lo mejor de nosotros, nos conocemos entre nosotros y sabemos los movimientos de nuestros compañeros, eso hace que sea una jugada limpia y perfecta.

Fred y Lysander asintieron, de acuerdo con él y antes de entrar por las puertas del Gran Comedor James se detuvo y echó una rápida ojeada a su espalda. Los chicos dejaron de caminar cuando se dieron cuenta que el Potter no los acompañaba y se voltearon a verlo curioso.

– ¿Qué pasa? Vamos adentro.

– Adelantense, tengo que ir con Teddy.

– ¿Teddy?

– Sí, los veo en unos minutos.

Se dio media vuelta y empezó a correr justo por donde había venido, camino a la oficina del metamorfomago, tenía que hablar con él de cierta carta que le había llegado el día anterior y que lo había dejado muy desconcertado.

Escuchó a varias chicas saludarlo al verlo pasar, pero al estar corriendo no les contestó, no iba a pararse simplemente para saludarlas. Tenía que hablar con Teddy.

Cuando llegó a la que es la oficina del metamorfomago la abrió de golpe, sin detenerse siquiera a tocar. Se adentró y caminó hacia la puerta del fondo, la cual dirigía al cuarto del joven. La abrió de igual forma y se detuvo una vez dentro para tomar un poco de aire.

Teddy se estaba apenas desperezándose y vestía un chistoso pijama que Victoire le había regalado esa navidad, ella tenía uno igual al de él pero, claramente, para mujer.

– ¿James? – Teddy bostezo y se sentó en su cama, observando al recién nombrado curioso –. ¿Qué te trae por aquí?

– Quería hablar contigo

– ¿Y no podías esperar a qué estuviera más despierto?

– No, no en realidad.

– James, te amo hermano pero hay veces que...

– Me llegó una carta de Victoire – Teddy se detuvo de golpe y su cabello pasó de azul a rosa, después a blanco y para finalizar se quedó en un rojo tan fuerte como su cara en esos momentos.

Juntos por el destino » James Potter. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora