Capitulo X

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Pov Lisa

Recuperando el aliento de haber reído tanto con Rosé, salimos del cafetín hacia las afueras de la escuela con el saco de la Dra Kim doblado en mis brazos.

-¿No se te hace raro que así de la nada te haya dado su saco? Por la pinta se ve que tiene miles de estos en su armario -dijo señalando el saco.

En cierto modo mi amiga tenía razón, aunque no quise darle mucha cabeza al asunto, lo había arruinado y estoy en el deber de compensarla. No respondí a lo que dijo, solo seguíamos caminando a la tintorería más cercana.

-¿Crees que a ella a y su amiga le gusten las chicas? -pregunto de la nada.

-Lo que está a la vista no se pregunta, pues obvio que lo son, Rosie.

-¿Cómo lo sabes? Es decir, puede que también no lo sean y estemos mal interpretando todo solo porque son amables.

-Park, querida, por favor, no le des tanto rollo. No te niego que son buenas personas, o eso fue lo que proyectaron, apenas las conocimos hoy solo... Solo deja un tiempo y veremos -bufé.

-¡Está bien, está bien, solo tengo esa duda es todo! - levantando las manos en forma de redención.

Llegamos a la tintorería, revisé los bolsillos que tenía a los lados del saco y encontré una tarjeta. La observe y decía: Consultorio Jurídico Kim & Asociados. Decía su ubicación, números telefónicos y su número privado. Tomé la tarjeta y la guardé en mi pantalón.

En menos de veinte minutos el saco estaba como nuevo.

-Aquí tienes, chica -dijo la encarganda colocando el traje en el mostrador.

Tomé el traje con sumo cuidado de no arruinarlo de nuevo. Tomamos un taxi para llegar más rápido a mi apartamento, no fui capaz de irme en colectivo porque a la hora y pico el transporte se abarrota de gente. En el camino íbamos en completo silencio, estaba perdida mirando a mis alrededores cuando me sorprende mi amiga.

-Lisa, debemos terminar el informe que nos dejaron, no queremos llevarnos sorpresas con la nueva profesora - Comentó con algo de preocupación.

-Tranquila, aquí tengo mis apuntes y material de investigación, ya sabes, mujer precavida vale por dos -dije de forma segura.

-Eres la mejor, venga esos cinco.

Chocamos nuestras manos entre risas mientras abría la puerta de mi apartamento. Ya dentro colocamos todo en los muebles.

Mi apartamento no es muy grande, cuenta con un balcón, sala, comedor y cocina, pero es muy acogedor, lo obtuve luego de que mis padres murieran.

Fui a mi habitación a por algo más cómodo, tomé unas ligas, me hice una cola de caballo y acomodé el pequeño desastre que había dejado esta mañana antes de irme a la escuela. Tocaron a mi puerta y vi una cabeza asomándose, era la eubiatapándose los ojos

-Dime que estas decente, ¡¡por favor!!

Reí con ganas.

-¡Anda, pasa, no seas tonta!

Vi cómo se quitaba la mano de sus ojos.

-Gracias al cielo estás vestida, ven a la cocina y prepara algo que muero de hambre. Tomé un pan de la despensa, no te importa que me lo coma ¿verdad?

-En lo absoluto -dije mientras acomodaba mi ropa en la cesta al lado del baño.

Salí de mi habitación no sin antes quitarle un pedazo del pan que comía Charlotte, porque yo también moría de hambre.

-Revisé el congelador y solo encontré una bola de carne, mientras que en la despensa hay pasta. También encontré un bol de vegetales picados, así que coloqué una pequeña olla con agua y sal -decía cual asistente orgullosa por su trabajo tan eficiente, mientras entrábamos en la cocina.

Corté la carne en tiras echándolas en la sartén, en el cual se sofreían las verduras.

-¡Hmmmm! Huele delicioso -dijo intentando comerse una patata.

-Roseeeeé, no hagas eso -la reprendí.

Salió de la cocina hacía la sala, por lo que vi cómo tomó una revista y comenzó a ojearla.

-¡En unos minutos la comida estará servida! -Grité.

Tomé un par de platos colocando un poco de spaguettis y adornándolos con la carne guisada y con un poco de queso. Llamé a Rosé y cuando entró casi que me arrebata el plato de las manos.

-Gracias, Lisa ¡Hmmm! Está delicioso.

Intentamos comer en silencio con excepción de Rosé, que en cada bocado suspiraba. Terminé rápido de comer y recogí todo lavando los trastes porque odio tener todo regado.

Luego empezamos con la investigación y discutimos los puntos, y cuando la final teníamos todo listo, estábamos agotadas mentalmente.

-¿Qué te dijo la estúpida esa, ya sabes, ?

Su pregunta me tomó por sorpresa y vi cómo fruncía su ceño.

-Solo excusas, Rosie, que fue una apuesta -dije lo último haciendo comillas con los dedos. Tomé el lápiz y señalé a mi amiga-. Eso se acabó, porque lo nuestro no iba a ningún lado, así que no te preocupes que no me verás llorar ni tampoco comer helado hasta quedarme dormida abrazando el tarro.

-Ya me estaba haciendo la idea de consolarte mientras insulto a esa Pe....

-Rosie, ¡por favor! -Reprendí- Odio que digas malas palabras.

-Ok, no lo diré, pero sabes que lo es, y sabes que me alegra que no volverás con ella, mereces algo mejor que esa mediocre -dijo mirando su reloj y levantándoselos de golpe exclamando-.¡DEMONIOS! Es un poco tarde, debo irme, nos vemos mañana.

Vi cómo tomaba sus cosas, tendiéndome la carpeta en la que contenía nuestro trabajo reciente. Nos abrazamos y sin más se marchó. Caminé tirándome boca abajo en el sofá, no me había dado cuenta de que me había quedado dormida lo que serían unos cuarenta minutos. Desperté un poco desorientada, el apartamento estaba oscuro. De manera desganada me levanté a encender todas las luces de la nada y recordé lo de la tarjeta, buscando en el bolsillo de mi pantalón.

-¡Bingo! -exclamé al tenerla en mis manos.

Tomé mi móvil, estaba indecisa sobre si debía llamar o no. De tanto pensarlo me armé de valor y marqué de una vez por todas su número, me sentí nerviosa y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, formándose una bola de metal en mi garganta mientras escuchaba los pitidos anunciando que pronto tomaría la llamada. Entonces al otro lado dijeron:

-Aló. ¡Buenas noches!

New Woman (JENLISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora