-24 de febrero-
|Narra George|
Los rayos del sol que entraron por mi ventana me emocionó esta mañana, en cierta manera.
Hoy iría a visitar a Ringo, ya que cuando lo sepultaron no pude estar presente.
Desde el día en que pasó aquel suceso trágico, estuve en fuertes contradicciones con el juez, o mejor dicho, mi abogado, ya que la madre de Ringo y su mejor amigo, John, me querían ver en la cárcel, cumpliendo mi condena como debería, como tendría que ser...por suerte mi tío dio conmigo, no se como, pero gracias a él pudimos contratar a un buen abogado que salga a mi defensa. Aun recuerdo cuando la madre de Ringo se enteró de lo sucedido y, por primera vez, la vi romper en llanto sin dejar de abrazar el cuerpo de su hijo....pero John, él no lloraba, él me quería matar a golpes. Las personas lo sostenían fuerte porque estaba hecha una fiera, su rostro emitía odio y rencor, y sus palabras me dolían más.
"¡Tú tienes la culpa de todo! ¡Sólo tú, George! ¡Espero te pudras en la cárcel! "
¿En verdad habrá sido toda mi culpa? Yo se que si, pero conociendo a Ringo...él me hubiera dicho que no.
Pero no me importa eso ahora, además de estos días tan agotados, tratando de exigir mi libertad, sigo con mucho sueño.
Las noches que pasaron estuve pensando en Ringo y en lo mucho que me arrepiento al haber hecho todo esto. ¿Cómo pasó esto tan precipitadamente? Un día estabamos bien y al siguiente él...él ya no estaba con vida.
Y es que esto parece tan fantasioso que sigo sin asimilar su muerte, los demás me toman por loco, ya que a veces hablo en voz alta pero sólo, sin compañía de nadie. Rayos Ringo, me has chocado peor que mis padres.
Suspiro profundamente mientras contengo lágrimas salir por enésima vez estos días, sólo es cuestión de tiempo. Salí de mi departamento bien vestido. Todo se ve más raro, no siento nada feliz, veo todo gris, sin embargo al ver el departamento de Ringo, algo en mi hace que me obligue a seguir mi camino, como si me impidieran caer en una depresión. Aunque no estoy lejos de aquello.
***
Llegué al cementerio al fin. Caminé lentamente hasta llegar a la tumba de Ringo, el cual contenía un bonito arreglo floral a los lados, siendo sincero, aun ante la situación.
Me mordí el labio tratando de no llorar, pero al ver la frase que contenía su lápida no pude evitar caer, tirando las flores que habia traido.
-Yo estoy feliz todo el tiempo, eso es muy bonito.-Leí los escritos entre lágrimas, negando con la cabeza al formar una leve sonrisa. En verdad me sentía orgulloso de este chico, y se que no me equivoqué en enamorarme de él.- Ringo...se perfectamente que quizás no puedas oírme...pero hay algo que siempre quise decirte...-Susurré poniendome cerca de su lápida, el cual contenía al lado una foto de él, sonriente, como siempre. Saqué un papel doblado de mi bolsillo, y entre voz cortada, leí en voz alta:
Siempre pensé que jamás conocería a alguien a quien pudiera amar de esta manera, siempre me decepcionaban, no confiaba mucho en las personas, no me gusta sufrir, y creo que a nadie...
Pero cuando te conocí, sólo bastó una sonrisa y esa tierna mirada para darme cuenta que aún hay esperanza, esperanza en el mundo, esperanza en el amor... esos ojos que transmiten cada cosa, que dice lo que verdaderamente sientes, ya sea preocupación, felicidad, tristeza, odio, enojo...amor.
Amor...
Es todo lo que nos dimos, no tiene nada de malo amar a alguien, lo malo es amar sin que personas lo acepten. Pero no nos importó. Y asi te recordaré, juguetón, inocente, nervioso, esos gestos tan típicos de ti, esa forma de hablar tan tú, tu forma de caminar tan decente, esa sonrisa que parece un arco iris que me calma...
Te amaré por siempre.
Tu amor es por siempre.
Terminé de leer mi escrito entre lágrimas, llevando a mi pecho la foto de Ringo.
Richard, donde estés...siempre te recordaré, mi chiquitín...
Feliz cumpleaños a mi.
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Your love is forever ||Starrison||
Fiksi PenggemarGeorge Harrison tiene 19 años, y viaja a paises por problemas personales... hasta que cae en Estados Unidos donde todo cambió. Richard Starkey... joven a punto de cumplir los 17, sólo él sabe lo que siente, en una sociedad no muy bien vista. Si no...