q u i n c e

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Desperté a causa del olor que provenía fuera de la habitación. Abrí mis ojos con un poco de dificultad, Alex no estaba al lado mío, supuse que estaba haciendo desayuno. Me levanté a penas y salí de la habitación para bajar las escaleras. Me devolví a la habitación porque estaba congelándome y cogí una chaqueta de Alex. Me la coloqué con dificultad y volví a bajar las escaleras.

—¿Alex?—dije bajando el último peldaño de la escalera y caminando hacia la cocina.

—¿Si?—me respondió, caminé hacia la cocina y estaba cocinando algo de espaldas a mi. Estaba con unos pantalones deportivos y una camiseta que marcaba su fornida espalda. El no se giró a mirarme mientras entraba a la cocina, así que me acerqué a el por detrás y rodeé su cintura en un abrazo extraño. El relajó su cuerpo y siguió haciendo el desayuno.

—Buenos días, cariño—dijo sacando el sartén del fuego, estaba cocinando un panqueque.

—Hola, Al—besé su espalda sobre la camiseta y lo solté, caminé a la mesa que ya estaba puesta y Alex sirvió un panqueque frente a mi. Acto seguido, volvió a romper un huevo y comenzó a freír otro. Le eché jarabe a mi panqueque y comencé a devorarlo. Alex se sentó frente a mi y me sirvió zumo de naranja en el vaso que tenía frente a mi.

—¿Qué tal tu hombro?—apuntó mi hombro con su tenedor. Yo me encogí de hombros y seguí comiendo. —¿Qué podemos hacer hoy?—me sonrió. Volví a encogerme de hombros, causando que frunciera el ceño. —¿Te quieres quedar en casa?—asentí.

—Me siento más segura—le di una sonrisa algo triste y seguí comiendo.

—Como quieras, cariño—me devolvió la sonrisa y le dio un sorbo a su jugo. Terminé de comer y levanté mis platos para dejarlo en el lavaplatos. Luego cogí los platos de Alex y repetí la acción, me arremangué la chaqueta de Alex y comencé a lavar los platos. Alex cerró la manilla y el agua se cortó. Miré a Alex, que me alejaba del lavaplatos y fruncía el ceño.

—Déjame hacerlo yo—dijo y me sonrió. Yo negué.

—Déjame hacer algo—volví a ponerme frente al lavaplatos, Alex me detuvo de nuevo.

—Cariño, déjame hacerlo—me miró a los ojos y me dio una sonrisa tranquilizadora.

—Me siento inútil—corté el contacto visual y miré mis manos, Alex tomó una de ellas y levantó mi mentón, obligándome a mirarlo.

—No eres inútil, cariño. Quiero que tu herida mejore lo antes posible—me dio un beso en la nariz y sonrió. Le devolví la sonrisa y asentí, luego caminé al salón y encendí la televisión. Comencé a ver un programa cualquiera, pero no me concentré en la televisión, si no el hombre que se acercaba al porche con un paquete en los brazos. Fruncí el ceño y me levanté del sillón de golpe, caminé hacia la puerta y miré por el ojo de pez. El hombre subió el último peldaño del porche y tocó la puerta. Le abrí de golpe.

—Hola, paquete para Arianne Hound y Alex Turner—el hombre alzó el paquete y me sonrió. Le devolví la sonrisa y tomé el paquete.

—¿No debo firmar nada?—fruncí el ceño. El hombre negó y se fue sin decir más. Cerré la puerta y caminé hacia el patio con el paquete en la mano, Alex me vio mientras pasaba por la cocina y me llamó.

—¿Arianne?—dijo mientras salía de la cocina secándose las manos con un paño blanco. Me detuve y lo miré.
—¿Para quién es?—frunció el ceño y tiró el paño al sillón en el salón.

—Para nosotros—me di vuelta y seguí caminando hacia el patio, con Alex por detrás mío. Me detuve en la mitad del patio y deposité el paquete en el pasto, luego me di media vuelta y entré a la casa, chocando con Alex que venía detrás mío.

Señorita [DMAF#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora