d i e s c i n u e v e

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—¿A dónde me llevas?—murmuré apenas por los golpes que me había propinado Taylor. Estaba en la parte de atrás de la camioneta que ya se me hacía conocida con Taylor al volante. Había dejado a Tom por su cuenta en la granja con Alex.

Alex. No podía sacarlo de mi cabeza. Había escuchado mis pobres murmullos llamándolo, de alguna manera. Pero ahora había quedado atrás en la granja, mientras Taylor me llevaba a otro lugar desconocido. Sentí las sirenas de la policía a lo lejos, y sabía que nos estarían buscando.

Taylor se mantuvo en silencio hasta que detuvo la camioneta y se bajó. Esperé un poco a que abriera la puerta de atrás de la camioneta pero no lo hizo. Sentí que hablaba con alguien, un hombre con voz muy grave y ronca, pero no lograba entender de lo que hablaban. Taylor se subió una vez más a la camioneta y retrocedió hasta estacionarla.

—¿En dónde estamos?— pregunté intentando enderezarme.

—Shh, cállate un puto rato—dijo y volvió a bajarse. La puerta de atrás de la camioneta se abrió, mostrándome a Taylor y a un hombre robusto con chaqueta de cuero y que llevaba una máscara sacada de película de terror, similar a la de Michael Myers. Me estremecí por un momento de pies a cabeza. ¿Quién es este hombre?

—Ayúdame a bajarla—dijo Taylor subiéndose a la camioneta y cargándome por los hombros. El hombre tomó mis pies atados y con ambas fuerzas me bajaron de la camioneta y me llevaron dentro de una casa. Ya no estábamos cerca del bosque, el mismo por el que habíamos escapado de la policía. Si no que ahora pareciera que estuviésemos en un valle, o algo así, pero lejos de la ciudad. No veía más casas cercas, pero veía un poco de los rascacielos de Los Ángeles a la distancia, cubiertos por unas cuantas nubes. Entraron por la puerta principal cargándome con dificultad y recorrieron un largo pero estrecho pasillo hasta una puerta. El hombre abrió la puerta y una habitación totalmente oscura se mostró. Me volvió a tomar y bajaron unas escaleras, estaba claro que me llevaban a un sótano por el frío ambiente ahí abajo. Ni un rayo de sol entraba.

Bajaron los últimos escalones y me recostaron junto a una cañería. Taylor desató el nudo en mis manos y el hombre le entregó unas esposas a Taylor. Me agité y comencé a removerme en mi lugar mientras Taylor intentaba amarrarme a la cañería.

—¡Quédate quieta, maldita sea!—Taylor me golpeó la mejilla con su puño cerrado y dejé de moverme. Ya no quería luchar más. Si Taylor me mataba ahora, la policía lo sabría, y aún así Taylor no recibiría el dinero que tanto pedía. El hombre y Taylor subieron las escaleras del sótano y cerraron la puerta, dejándome sola. Suspiré fuertemente y cerré mis ojos, estaba cansada, sólo quería que esto terminara, pero al parecer recién comenzaba. Un ruido molesto no me permitía cerrar los ojos para poder dormir, el suelo era húmedo y olía mal. Me preguntó como estará Alex. Caleb. Matt. Breana. ¿Mi madre lo sabrá? No tenía seguridad de eso, tampoco sabía si era noticia, pero la verdad no me importaba nada de eso. Sólo quería salir de aquí lo antes posible. Después de bastante rato, terminé acostumbrándome al ruido de la máquina desconocida en la habitación y cerré mis ojos para dormir una siesta de la cual fui rápidamente despertada. Taylor había bajado al sótano y estaba abriendo las esposas en mi muñeca. Me levantó siempre apuntando con su pistola a mi espalda baja y la presionó contra mi piel.

—Hoy es el gran día, ¿eh?—exclamó y presionó el cañón del arma aún más, causándome un poco de dolor. —Hay que estar presentable, quizás, para morir—la última palabra la susurró y envió un escalofrío por mi espalda. Me empujó y me guió hacia el piso principal para llegar al patio trasero. Mientras caminábamos por la silenciosa casa, busqué al otro hombre, pero no parecía estar en la casa. ¿Quien era? ¿Cómo era su cara? ¿Dónde estaba? Las preguntas bombardeaban mi cabeza, pero no quería hacer ninguna pregunta, no quería que Taylor me golpeara de nuevo. Finalmente salimos al patio y me tiró al suelo sin dejar de apuntarme.

Señorita [DMAF#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora